Martes, 02 de noviembre de 2021
Los comportamientos agresivos en los primeros años de vida son frecuentes entre los niños; se deben a su falta de conocimiento sobre cómo resolver adecuadamente los conflictos, su alto nivel de egocentrismo y su baja tolerancia a la frustración, ya que, todavia no cuenta con las herramientas necesarias para comunicarse asertivamente, y no saben regular sus emociones todavia.
Son muy frecuentes a partir de los dos años cuando el pequeño entra en una fase de autoconocimiento en la que quiere afirmar su voluntad a toda costa. En estos casos, la agresión también puede estar dirigida hacia los padres, especialmente si están acostumbrados a salirse con la suya. A medida que el niño crece, la agresión física tiende a disminuir, por eso, es importante ayudarles a rebajar sus conductas que consideramos agresivas buscando actividades que les ayuden a liberar su energía, por ejemplo mediante juegos que impliquen actividad.