Viernes, 29 de agosto de 2014
Los valores culturales han cambiado en las últimas generaciones y han fomentado una falta de sistematicidad y consistencia en las normas que existen en una familia.
Yo recomendaría una terapia de interacción padres e hijo, en donde el juego es el principal medio a través del cual el niño desarrolla habilidades de resolución de problemas.
Creo necesario intervenir desde esta perspectiva de desarrollo, ya que muchos de los problemas de la interacción padre-hijo están relacionados con objetivos de autonomía y expectativas de desarrollo inapropiadas de los propios padres.
Se trabaja directamente con las interacciones padre-hijo a través del juego, y marcan dos fases claras. En la primera fase, el tratamiento se centra en enseñar a los padres a usar la atención selectiva. Las conductas pro-sociales se incrementan de forma sistemática con la atención de los padres mientras que las conductas indeseables son decrementadas, ignorándolas. Esta primera fase se denomina: “Interacción Directa Infantil” o “terapia de juego conductual”. El principal objetivo es establecer una relación amorosa y cariñosa entre el padre y el hijo.
Los padres son ayudados a reconocer las cualidades positivas del niño y a estimular el desarrollo de su hijo. La segunda fase es llamada: “Interacción Dirigida hacia los Padres”, y está dirigida a estrategias de disciplina. Los padres son enseñados a como dirigirse a sus hijos pequeños y cómo dar consecuencias consistentes a sus conductas. El orden de las fases se puede alterar dependiendo de la evaluación según el problema.