Lunes, 29 de junio de 2015
CONQUISTAR SE A UNO MISMO
La única diferencia entre un vagón de primera y uno de turista es la comodidad con la que llegas a donde te llevan. Por mucho que cueste el billete, todos los vagones siguen a uno anterior, y el que no lo hace, sigue una vía. La auténtica manera de vivir un viaje en primera es elegir tu destino, tu vía y tu tren.
Somos punto de encuentro de muchas fuerzas (pasado, opiniones, deseos, miedos). Todas ellas, muy poderosas. En nuestra mano, en cambio, solo disponemos de una (aunque superior a las demás): la fuerza de voluntad. Si bien en número perdemos, podemos ganar por coraje y amor propio
No hay mayor conquistador que quien se conquista a sí mismo.”.
Conquistar tus deseos
Si creáramos un Diccionario de uso de frases antónimas, el contrario de “qué bueno soy” sería “qué mala suerte tengo”. Nos sentimos más a gusto siendo víctimas que responsables, excepto cuando logramos algo importante, claro, en ese caso la medalla y la gloria son nuestras. Las excusas se han convertido en el mejor aliado del inmovilismo. En lugar de aprovechar la oportunidad de vivir verdaderas aventuras, hemos asentado el campamento en la queja y no en la acción. “La culpa siempre es de los otros”, “este país va mal por culpa de los políticos”, “es que el árbitro…”, “ya, pero es que poca gente puede vivir del arte”, etc.
Conquistar tus deseos no tiene que ver con lograr los objetivos, sino con apostar por ellos y no bajarse. El éxito es siempre un premio pequeño al lado del mérito de ir tras lo que se desea. Nunca eres tan responsable de lo que consigues como lo eres de tu dignidad. Conquistarse es dejar de echar balones fuera, coger la pelota y decir “este penalti lo tiro yo”.
Conquistar tus miedos
Imponerse a los miedos no es lograr que estos desaparezcan. Somos humanos y no es nuestra misión dejar de serlo. Imponerse es, como ya dijimos, abrirte a la zona rica: la zona de inconfort. Conquistar tus miedos es no quedarte en tierra porque temes volar, es mirar al marcador y ver Temblores 1, Yo 2.
De todos los días del calendario, hay uno que es especialmente especial. Es el día en que descubres que, a pesar de todas las fuerzas que te han enviado hasta ahí, puedes dirigir tu camino. Es el día en que decides no culpar a los demás y pasar al asiento delantero. Ese día te olvidas de lo que deberías ser o lo que esperan de ti, les perdonas, les comprendes y sigues tras la persona en que tú realmente te quieres convertir. Ese día dejas de vivir a rebufo de los demás, abandonas la comodidad del vagón, y empiezas a diseñar un mundo mucho más rico: tu mundo. Es el día que decides conquistarte.