Jueves, 26 de marzo de 2015
Una vez trascendido el objetivo biológico que consiste en la satisfacción de una necesidad física como, por ejemplo, asegurarse el alimento; los berrinches se convierten en excelentes medios para obtener otras cosas y manipular a los adultos para conseguirlas. Los niños entienden esto perfectamente. Por ello, la aparición de estas manifestaciones es una señal para que los adultos cuidadores pongan en práctica estrategias para enseñar a los niños a manejar sus emociones.
1. Observar muy bien al niño para identificar la posible causa del berrinche: frustración por algo que perdió o se le quitó, ira, hambre, sueño, manipulación, entre otras.
2. Llevarlo a un lugar seguro para que pueda desahogarse. Si no lo hay, cargarlo y sacarlo del lugar donde se inició el berrinche (técnica del "tiempo fuera"). Explicarle que estará en ese lugar durante un tiempo, hasta que se calme.
3. Hablarle mientras se desahoga, explicándole que usted entiende su molestia, pero que sólo le prestará atención cuando se calme. Esto ayudará al niño a distinguir sus sensaciones y emociones durante y después del berrinche, de manera que aprenda a utilizar palabras para expresarse cuando vuelva a experimentar la frustración.
4. Abrazarlo o felicitarlo cuando se calma. Al mismo tiempo, aprovechar para describirle la sensación de bienestar que tiene en este momento. Por ejemplo: "estabas muy bravo y te sentías mal, ahora estás tranquilo, te sientes mejor, ¿verdad?. Ya pasó"
Tenga en cuenta lo siguiente:
Nunca debe darle al niño lo que pide. Éste entenderá que su petición es inaceptable.
Ignore sus expresiones. Déjelo gritar y llorar en su lugar seguro. Llegará el momento en que se canse.
Tenga siempre paciencia y constancia. Evite flaquear o alterarse con violencia. No se salga de sus casillas. Es mejor que usted salga de la situación (tiempo fuera) en vez de engancharse con el berrinche del niño.