Viernes, 04 de julio de 2014
PROLIDERA fábrica de líderes con corazón
- Algemesí, (España)
Psicología
Psicología
José Terrés Molina
Psicólogo y coach
info@prolidera.com
http://www.prolidera.com · http://www.psicologosalgemesi.es
Según la Ley de la gestión ecológica de los recursos afectivos*, “somos responsables de prestar atención a nuestras necesidades, a nuestros deseos, a nuestros sentimientos y pensamientos; de crear las condiciones para mantener y mejorar nuestra salud física y emocional y buscar un entorno equilibrado donde crecer y realizarnos como seres humanos”. En mi opinión, es esta misma ley la que rige en los Principios de la Responsabilidad (“Supone dar respuestas adecuadas a los retos individuales y colectivos que nos plantea la existencia… Somos responsables de la persona que somos y de la vida que vivimos”) y de la Coherencia* (“En la coherencia reside nuestra verdad. ¿Cuántas veces pensamos de una forma, sentimos de otra y acabamos haciendo algo que no se corresponde ni a lo pensado ni a lo sentido?”).
¿No es una persona íntegra aquella cuya conducta es coherentemente responsable, o responsablemente coherente? ¿Puede ser lo uno sin lo otro? No me cabe la menor duda que la coherencia es la base de la responsabilidad; uno no puedo ser responsable si no piensa, siente y actúa de una manera equilibrada, coherente al fin y al cabo. Y es esta misma ley que para mí quiero, la que invita a alinear mi eje pensamiento-sentimiento-acción para poder formular en voz alta y sin remordimientos aquello de “yo elijo”.
Yo elijo playa ó montaña, blanco ó negro, quejarme (de la crisis, el sistema, los bancos, la clase política, la reforma laboral…) ó pasar a la acción, en definitiva, ser parte del problema ó de la solución… Hasta puedo elegir no elegir, pero sea como sea, siempre yo elijo. Y sin embargo, es mejor decidir que elegir, pues mientras la primera abre ante mí un abanico de posibilidades de acción, la segunda encierra mi libre albedrío, reduciéndolo a esto ó lo otro, a) ó b).
Y ahora, puede que salga a la calle y me den la espalda aquellos que, rasgándose las vestiduras, no advierten la intención positiva de este artículo; o puede que me caiga una maceta desde un quinto y quiebre mi cabeza en dos. En ambas circunstancias, esta vez sí que no lo decido yo.
En clave de coaching:
Psicólogo y coach
info@prolidera.com
http://www.prolidera.com · http://www.psicologosalgemesi.es
Según la Ley de la gestión ecológica de los recursos afectivos*, “somos responsables de prestar atención a nuestras necesidades, a nuestros deseos, a nuestros sentimientos y pensamientos; de crear las condiciones para mantener y mejorar nuestra salud física y emocional y buscar un entorno equilibrado donde crecer y realizarnos como seres humanos”. En mi opinión, es esta misma ley la que rige en los Principios de la Responsabilidad (“Supone dar respuestas adecuadas a los retos individuales y colectivos que nos plantea la existencia… Somos responsables de la persona que somos y de la vida que vivimos”) y de la Coherencia* (“En la coherencia reside nuestra verdad. ¿Cuántas veces pensamos de una forma, sentimos de otra y acabamos haciendo algo que no se corresponde ni a lo pensado ni a lo sentido?”).
¿No es una persona íntegra aquella cuya conducta es coherentemente responsable, o responsablemente coherente? ¿Puede ser lo uno sin lo otro? No me cabe la menor duda que la coherencia es la base de la responsabilidad; uno no puedo ser responsable si no piensa, siente y actúa de una manera equilibrada, coherente al fin y al cabo. Y es esta misma ley que para mí quiero, la que invita a alinear mi eje pensamiento-sentimiento-acción para poder formular en voz alta y sin remordimientos aquello de “yo elijo”.
Yo elijo playa ó montaña, blanco ó negro, quejarme (de la crisis, el sistema, los bancos, la clase política, la reforma laboral…) ó pasar a la acción, en definitiva, ser parte del problema ó de la solución… Hasta puedo elegir no elegir, pero sea como sea, siempre yo elijo. Y sin embargo, es mejor decidir que elegir, pues mientras la primera abre ante mí un abanico de posibilidades de acción, la segunda encierra mi libre albedrío, reduciéndolo a esto ó lo otro, a) ó b).
Y ahora, puede que salga a la calle y me den la espalda aquellos que, rasgándose las vestiduras, no advierten la intención positiva de este artículo; o puede que me caiga una maceta desde un quinto y quiebre mi cabeza en dos. En ambas circunstancias, esta vez sí que no lo decido yo.
En clave de coaching:
- La cuestión: ¿Esperas a que pasen las cosas, o haces que las cosas pasen?
- La frase: “En mi casa mando yo, pero mi mujer toma las decisiones”, Woody Allen.
- La película: “La decisión de Anne” (2009) de Nick Cassavetes, con Cameron Díaz.
- El libro (*): “Ecología emocional para el nuevo milenio” (2011), de Mercè Conangla y Jaume Soler.
- La canción: “Esta boca es mía”, de Joaquín Sabina. Álbum “Esta boca es mía” (1994).