Martes, 04 de marzo de 2014
Juana Ponce
Psicología
Psicología
La sexóloga Juana Ponce, resalta la necesidad de hacer frente a los problemas sexuales para que no deriven en problemas de tipo psicológicos.
Nuestra vida sexual repercute en la calidad de vida. El deseo sexual hipoactivo, la común falta de deseo, es el más común de las disfunciones sexuales en mujeres, se caracteriza por una deficiencia o ausencia de fantasías sexuales, bajo nivel de interés sexual, de contacto íntimo en el cual una persona no comenzará ni responderá al deseo de actividad sexual en la pareja.
Aunque las cifras discrepan sobremanera, se considera que el porcentaje de mujeres afectadas, en mayor o menor gravedad, por un cuadro de deseo sexual hipoactivo oscila entre el 20 y el 40%. Según la Sexóloga Juana Ponce “cada vez más, las mujeres acuden a mi consulta refiriendo éste problema”. Si bien no es una enfermedad propiamente dicha, la persistencia en el tiempo de los síntomas puede acabar produciendo problemas de tipo psicológico en la persona que los padece (autoestima, frustración...) de forma individual, o en su relación de pareja, independientemente de la causa que los esté provocando.
Dicho Deseo Sexual Hipoactivo puede ser primario, en el cual la persona nunca ha sentido mucho interés o deseo sexual, o secundario, en el cual la persona solía tener deseo sexual, y éste se ve disminuido en relación a épocas anteriores o inexistentes.
La mayoría de los problemas de Deseo Sexual son de origen psicológico, esto es, sin causa orgánica que lo justifique.
Las Causas psicológicas suelen ser:
– Individuales: educación sexual restrictiva, falta de interés sexual por experiencias negativas, orientación sexual no definida o no autoaceptada, alteraciones psicológicas.
– Secundarias a la relación de pareja: falta de comunicación, discrepancias en la forma de entender la sexualidad, cambios físicos, psicológicos o estéticos en uno de los miembros que inhiban el deseo del otro, patrones de comportamiento sexual rígidos y/o monótonos, utilización de la conducta sexual como elemento de poder y control en la relación, disputas continuas, etc.
– Transito por periodos de pérdidas: duelos, dificultades económicas, estrés laboral o frustraciones amorosas.
– Transito por periodos de crisis vital: emancipación de los padres, jubilación, casamiento, embarazo, posparto, nacimiento de hijos, síndrome del nido vacío, etc.
Juana afirma que, debido al periodo de crisis económica y laboral por el que estamos pasando, éste problema de falta de deseo, comienza a verse también en varones.
Una vez descartadas las causas orgánicas, los terapeutas sexuales, analizan las causas y mantenimiento de este problema así como la historia y evolución del mismo para diseñar un programa de tratamiento específico para cada paciente.
Este tratamiento plantea un proceso de aprendizaje y búsqueda de ambientes más íntimos, placenteros o sensuales en la vida sexual de la persona, con la utilización de diversas técnicas terapéuticas que se irán desarrollando a lo largo de la terapia. En muchas ocasiones puede ser suficiente para la solución del trastorno una educación sexual básica (explicación de la anatomía y fisiología básica, la respuesta sexual normal, y los cambios normales de la sexualidad con el envejecimiento) reforzando la atención a los aspectos de la comunicación con su pareja acerca de los sentimientos y necesidades.
JUANA PONCE VALIENTE
PSICÓLOGA Y SEXÓLOGA
Nuestra vida sexual repercute en la calidad de vida. El deseo sexual hipoactivo, la común falta de deseo, es el más común de las disfunciones sexuales en mujeres, se caracteriza por una deficiencia o ausencia de fantasías sexuales, bajo nivel de interés sexual, de contacto íntimo en el cual una persona no comenzará ni responderá al deseo de actividad sexual en la pareja.
Aunque las cifras discrepan sobremanera, se considera que el porcentaje de mujeres afectadas, en mayor o menor gravedad, por un cuadro de deseo sexual hipoactivo oscila entre el 20 y el 40%. Según la Sexóloga Juana Ponce “cada vez más, las mujeres acuden a mi consulta refiriendo éste problema”. Si bien no es una enfermedad propiamente dicha, la persistencia en el tiempo de los síntomas puede acabar produciendo problemas de tipo psicológico en la persona que los padece (autoestima, frustración...) de forma individual, o en su relación de pareja, independientemente de la causa que los esté provocando.
Dicho Deseo Sexual Hipoactivo puede ser primario, en el cual la persona nunca ha sentido mucho interés o deseo sexual, o secundario, en el cual la persona solía tener deseo sexual, y éste se ve disminuido en relación a épocas anteriores o inexistentes.
La mayoría de los problemas de Deseo Sexual son de origen psicológico, esto es, sin causa orgánica que lo justifique.
Las Causas psicológicas suelen ser:
– Individuales: educación sexual restrictiva, falta de interés sexual por experiencias negativas, orientación sexual no definida o no autoaceptada, alteraciones psicológicas.
– Secundarias a la relación de pareja: falta de comunicación, discrepancias en la forma de entender la sexualidad, cambios físicos, psicológicos o estéticos en uno de los miembros que inhiban el deseo del otro, patrones de comportamiento sexual rígidos y/o monótonos, utilización de la conducta sexual como elemento de poder y control en la relación, disputas continuas, etc.
– Transito por periodos de pérdidas: duelos, dificultades económicas, estrés laboral o frustraciones amorosas.
– Transito por periodos de crisis vital: emancipación de los padres, jubilación, casamiento, embarazo, posparto, nacimiento de hijos, síndrome del nido vacío, etc.
Juana afirma que, debido al periodo de crisis económica y laboral por el que estamos pasando, éste problema de falta de deseo, comienza a verse también en varones.
Una vez descartadas las causas orgánicas, los terapeutas sexuales, analizan las causas y mantenimiento de este problema así como la historia y evolución del mismo para diseñar un programa de tratamiento específico para cada paciente.
Este tratamiento plantea un proceso de aprendizaje y búsqueda de ambientes más íntimos, placenteros o sensuales en la vida sexual de la persona, con la utilización de diversas técnicas terapéuticas que se irán desarrollando a lo largo de la terapia. En muchas ocasiones puede ser suficiente para la solución del trastorno una educación sexual básica (explicación de la anatomía y fisiología básica, la respuesta sexual normal, y los cambios normales de la sexualidad con el envejecimiento) reforzando la atención a los aspectos de la comunicación con su pareja acerca de los sentimientos y necesidades.
JUANA PONCE VALIENTE
PSICÓLOGA Y SEXÓLOGA