Miércoles, 08 de enero de 2014
yolanda pérez luna
Psicología
Muchas personas, mujeres y hombres, me escriben realizando consultas sobre el malestar que les genera la desconfianza hacia su pareja.
Normalmente, a este malestar personal, se suma la gran cantidad de conflictos que se viven. La desconfianza se traduce en suspicacias y comportamientos de control, interpretaciones contínuas de lo que hace o no hace, dice o no dice la pareja... y por tanto en enfrentamientos.
En este punto pueden darse dos casos diferentes:
parejas que han establecido una relación de confianza que uno de los dos ha roto con una traición, o parejas en las que sin causa ni motivo aparente uno de los dos desconfía del otro.
Casi todas las consultas terminan con un: ¿qué puedo hacer para confiar en él/ella? o ¿cómo puedo volver a confiar en él/ella?
Como somos seres sociales, nos guste o no, tenemos que relacionarnos con los demás. Para que esta relación exista es necesario cierto grado de confianza.
Hablamos de grado de confianza porque aunque para todo tipo de relación es necesaria, la dosificamos en función del tipo de vínculo que establecemos (no es lo mismo una pareja que un amigo, que la familia, los compañeros de trabajo o el conductor del autobús).
Parece lógico, aunque en muchos casos pase lo contrario, que un/a amigo conozca mucho más sobre nuestros intereses, preocupaciones y opiniones que cualquier otra persona que nos cruzamos por la calle.
¿Cómo se inicia el delicado camino de la confianza?
Algunas teorías psicológicas, podrían trasladarnos hasta nuestra más tierna infancia para explicarnos muchas cosas sobre nuestra confianza básica y su influencia en el tipo de relaciones que establecemos en la actualidad.
Son explicaciones muy válidas que a mi juicio aportan mucho sentido nuestras formas de relacionarnos.
Tanto si desconfiamos desde un inicio, como si desconfiamos porque nos traicionaron, la confianza es una apuesta que hacemos asumiendo el riesgo de que el otro no nos va a herir.
2. No tenemos otra opción, que fiarnos del otro (C. Castilla del Pino 2000) para que exista la relación: fiarme hasta cierto punto de que el conductor del autobús sabe el camino, fiarme hasta cierto punto de mis vecinos, fiarme cuando empiezo una relación sentimental...
3. Nunca sabemos absolutamente todo de la otra persona. Es importante tolerar cierto grado de incertidumbre (libertad lo llamarían algunos) con respecto al otro ya que de otra manera, nuestra relación no será viable o estaría llena de sufrimiento por la falta de espacio vital que genera la fusión con la otra persona.
Tolerar adecuada y saludablemente esta incertidumbre es una de las mayores dificultades sobre todo en casos en los que ha existido una traición anterior y esta no se ha resuelto bien.
La herida que genera la traición, en muchas ocasiones destruye la confianza haciendo muy difícil o imposible la relación.
En estos casos es importante aceptar la situación, aceptar la desconfianza y el dolor que esta genera para resolverla y seguir adelante.
Si la relación continúa, será importante abordar el tema incluso a través de una terapia para conocer las causas y cómo ha afectado a la cada miembro de la pareja.
Resolver esta herida se hará necesario incluso en los casos en los que la relación se rompe y se inicia otra, ya que si no se repara la autoestima resultará muy difícil querer apostar y arriesgarse en una nueva relación.
Yolanda P. Luna
Psicología
Muchas personas, mujeres y hombres, me escriben realizando consultas sobre el malestar que les genera la desconfianza hacia su pareja.
Normalmente, a este malestar personal, se suma la gran cantidad de conflictos que se viven. La desconfianza se traduce en suspicacias y comportamientos de control, interpretaciones contínuas de lo que hace o no hace, dice o no dice la pareja... y por tanto en enfrentamientos.
En este punto pueden darse dos casos diferentes:
parejas que han establecido una relación de confianza que uno de los dos ha roto con una traición, o parejas en las que sin causa ni motivo aparente uno de los dos desconfía del otro.
Casi todas las consultas terminan con un: ¿qué puedo hacer para confiar en él/ella? o ¿cómo puedo volver a confiar en él/ella?
Como somos seres sociales, nos guste o no, tenemos que relacionarnos con los demás. Para que esta relación exista es necesario cierto grado de confianza.
Hablamos de grado de confianza porque aunque para todo tipo de relación es necesaria, la dosificamos en función del tipo de vínculo que establecemos (no es lo mismo una pareja que un amigo, que la familia, los compañeros de trabajo o el conductor del autobús).
La diferencia básica es que la información privada sobre nosotros a la que tienen acceso cada una de estas personas, será mayor o menor dependiendo de la cercanía e intimidad de la relación.
Parece lógico, aunque en muchos casos pase lo contrario, que un/a amigo conozca mucho más sobre nuestros intereses, preocupaciones y opiniones que cualquier otra persona que nos cruzamos por la calle.
¿Cómo se inicia el delicado camino de la confianza?
Algunas teorías psicológicas, podrían trasladarnos hasta nuestra más tierna infancia para explicarnos muchas cosas sobre nuestra confianza básica y su influencia en el tipo de relaciones que establecemos en la actualidad.
Son explicaciones muy válidas que a mi juicio aportan mucho sentido nuestras formas de relacionarnos.
- Independientemente de dónde esté el inicio de nuestras tendencias personales, el punto de partida para que surja la confianza es el riesgo, la apuesta que hacemos por fiarnos del otro.
Tanto si desconfiamos desde un inicio, como si desconfiamos porque nos traicionaron, la confianza es una apuesta que hacemos asumiendo el riesgo de que el otro no nos va a herir.
2. No tenemos otra opción, que fiarnos del otro (C. Castilla del Pino 2000) para que exista la relación: fiarme hasta cierto punto de que el conductor del autobús sabe el camino, fiarme hasta cierto punto de mis vecinos, fiarme cuando empiezo una relación sentimental...
3. Nunca sabemos absolutamente todo de la otra persona. Es importante tolerar cierto grado de incertidumbre (libertad lo llamarían algunos) con respecto al otro ya que de otra manera, nuestra relación no será viable o estaría llena de sufrimiento por la falta de espacio vital que genera la fusión con la otra persona.
Tolerar adecuada y saludablemente esta incertidumbre es una de las mayores dificultades sobre todo en casos en los que ha existido una traición anterior y esta no se ha resuelto bien.
La herida que genera la traición, en muchas ocasiones destruye la confianza haciendo muy difícil o imposible la relación.
En estos casos es importante aceptar la situación, aceptar la desconfianza y el dolor que esta genera para resolverla y seguir adelante.
Si la relación continúa, será importante abordar el tema incluso a través de una terapia para conocer las causas y cómo ha afectado a la cada miembro de la pareja.
Resolver esta herida se hará necesario incluso en los casos en los que la relación se rompe y se inicia otra, ya que si no se repara la autoestima resultará muy difícil querer apostar y arriesgarse en una nueva relación.
Yolanda P. Luna