Psicología
Mujer: ¿Qué tal un baile?
Hombre: (Mirando en derredor.) ¿Conmigo?
Mujer. No hay nadie más en tu mesa.
Hombre: Supongo.
Mujer: (Enojada.) No pareces estar entusiasmado.
Hombre: No creí que me eligieses a mí.
Mujer: (Sentándose.) ¿Por qué no? Me pareces majo.
Hombre: ¿Majo? (Sarcástico.) Este traje tiene quince años y no me va bien, tengo la nariz de Pinocho, estoy perdiendo pelo y bailo como un pato.
Mujer: (Silencio.)
Hombre: ¿Quieres bailar?
Mujer: (Levantándose.) Déjamelo pensar.
El hombre del diálogo era uno de los más atractivos del grupo de solteros de aquella noche. Pero su idea de sí mismo estaba distorsionada por un énfasis excesivo en sus rasgos negativos. Estaba filtrando la consciencia de todos sus rasgos positivos y se centraba sólo en sus supuestas debilidades
Las personas con baja autoestima no se perciben con claridad a sí mismas. Como en el reflejo de espejos curvos, la imagen que ven magnifica sus debilidades y minimiza sus dotes. El resultado habitual de este reflejo distorsionado es una fuerte sensación de insuficiencia, a raíz de una desfavorable comparación con las personas que le rodean. Percibe a los demás con más exactitud que a sí mismo, porque tiene presente su equilibrio de fuerzas y debilidades. En comparación con todas estas personas "normales" sus distorsionada imagen parece terriblemente imperfecta. Para elevar su autoestima es absolutamente preciso romper los viejos espejos truncados y aprender a cercibir con exactitud su particular equilibrio de fuerzas y debilidades.
Dicho esto, ¿qué entendemos entonces por autoestima?
Podemos decir que la autoestima es un conjunto de fenómenos cognitivos y emocionales que concretan la actitud hacia uno mismo, la forma en que toda persona se juzga. La autoestima positiva constituye una condición básica para la estabilidad emocional, el equilibrio personal y, en última estancia, la salud mental del ser humano.
El problema de la autoestima está en esta capacidad humana de juicio. Una cosa es que nos disgusten ciertos colores, ruidos, figuras o sensaciones. Pero cuando se rechazan partes de uno mismo, se dañan considerablemente las estructuras psicológicas que literalmente le mantienen a uno vivo.
El juzgarse y rechazarse a sí mismo produce un enorme dolor. Y del mismo modo que uno atendería y curaría una herida física, solemos evitar todo lo que pueda agravar de cualquier modo el dolor del rechazo a uno mismo. Sin ello, se asumen menos riesgos sociales, académicos o profesionales. Uno tiene más dificultad en relacionarse con la gente, entrevistarse para un trabajo, o perseguir algo en lo que se pudiera no triunfar. Uno limita su capacidad de abrirse a los demás, expresar su sexualidad, ser el centro de atención, atender a las críticas, pedir ayuda o resolver problemas.
Para evitar nuevos juicios y autorrechazos, uno levanta barreras defensivas. Quizá se inculpa y encoleriza, o se sumerge en un empeño perfeccionista. O bien fanfarronea. O bien se ponen excusas. En ocasiones se recurre al alcohol o las drogas.
Los estudios de niños pequeños muestran claramente que el estilo de crianza de los padres durante los tres o cuatro primeros años determina la cantidad de autoestima inicial del niño. Después de esto, la mayoría de estudios de niños mayores, adolescentes y adultos comparten una confusión común: ¿cuál es la causa y cuál el efecto? El éxito académico, ¿fomenta la autoestima, o es la autoestima la que fomenta el éxito académico? ¿Produce un alto estatus social una alta autoestima, o es la autoestima la que contribuye a conseguir un alto estatus social? ¿Beben los alcohólicos porque se odian a sí mismos, o se odian a sí mismos porque beben? ¿Se agradan a sí las personas porque funcionan bien en las entrevistas de empleo, o rinden mejor en éstas porque se agradan a sí mismas?
Si las circunstancias externas determinan la autoestima, entonces todo lo que se tiene que hacer para mejorar ésta es mejorar sus circunstancias. Digamos que uno tiene baja autoestima porque no terminó el bachillerato, porque es bajito, porque su mamá se odiaba
a sí misma, porque vive en un suburbio o porque pesa 40 kilos de más. Todo lo que tiene que hacer es matricularse en el bachillerato nocturno y conseguir el título, crecer diez centímetros, haber sido criado por una madre diferente, trasladarse a otra zona residencial y perder 40 kilos. Fácil, ¿no?
Pero usted sabe que nunca lo hará. No se puede hacer nada con los padres o con la altura. Su única esperanza es que las cosas sean al revés: que la autoestima determine las circunstancias. Esto significa que si usted mejora su autoestima, mejorarán sus circunstancias. Por lo tanto, deje de odiarse a sí mismo y crecerá, su mamá se volverá diferente y los 40 kilos de más se evaporarán como el rocío.
Si cree que este segundo escenario también es poco probable, puede felicitarse de una penetrante apreciación del mundo real.
El hecho es que la autoestima y sus circunstancias están relacionadas sólo indirectamente. Hay otro factor influyente que determina la autoestima todo el tiempo: sus ideas.
Por ejemplo, usted se mira al espejo y piensa: «Chico, estoy gordo. ¡Qué asco!». Este pensamiento azota la propia autoestima. Si usted se mirase al espejo y pensase: «¡Bien, muy bien, no me está mal el pelo así!», el efecto sobre su autoestima sería el opuesto.
La imagen en el espejo sigue siendo la misma. Sólo han cambiado los pensamientos.
¿Significa esto que las circunstancias nada tienen que ver con la autoestima? No. Obviamente, en el ámbito del estatus social los vicepresidentes de bancos tienen más oportunidades de sentirse mejor por su carrera-que los conductores de taxi. Ésta es la razón por la cual un estudio de 100 vicepresidentes y 100 conductores de taxi «probará» que el mayor estatus determina una mayor autoestima. Lo que las estadísticas pasan por alto es que hay algunos vicepresidentes que masacran su autoestima diciéndose a sí mismos: «Ahora ya debería ser presidente de mi banco. Soy un fracaso», igual que hay algunos conductores de taxi que se sienten bien consigo mismos porque piensan: «Soy sólo un conductor de taxi pero llevo el pan a casa, los chicos rinden bien en la escuela y las cosas van bastante bien.»
Francisco de los Santos Hurtado
Psicólogo en centro ABC Leganés
www.centroabc.es
Fuente: Matthew McKay y Patrick Fanning "Autoestima evaluación y mejora"