Jueves, 01 de febrero de 2018
Consult Psicologia Clinica MDS
- Las Terrenas, Samaná, (República Dominicana)
Psicología Social
Psicología Social
Este artículo no pretende restar importancia al uso de la tecnología en los medios de comunicación, ni a las redes sociales, sino señalar algunos puntos relevantes porque entendemos que cada vez nos volvemos más fríos y distantes en nuestras relaciones. Tenemos menos contacto personal con amigos y familiares. Parecería que resulta mucho más sencillo enviar un mensaje de texto o poner un “me gusta” en Facebook o en WhatsApp.
Marisa Cohen, de Web Med, citando a Robert Weiss, afirma que la tecnología permite acercar la distancia y además conseguir diversidad en nuestro núcleo social y que por lo tanto es una oportunidad para mantenernos en contacto con personas que de otra manera sería muy difícil o casi imposible. Todo eso está muy bien hasta cierto punto. Pero, ¿de verdad conseguimos lazos afectivos profundos por esa vía? Seremos conscientes de que en algún momento no estamos haciendo el esfuerzo necesario para estar cerca? Son todos los amigos en Facebook verdaderos amigos? Si se perdiera nuestro Smarthone o cerramos la cuenta de cualquier red social, podríamos estar en contacto con esas personas? Recordaríamos su número de teléfono o su cumpleaños?
Por supuesto, no soy detractora de las redes sociales. Las utilizo como todos y me sirven de herramienta en el ámbito personal y profesional. De hecho, estoy llegando a ustedes a través del Internet, con la intención de crear conciencia de lo que estamos haciendo y de que no quedemos enganchados con la idea de que estamos relacionándonos bien a través de los equipos electrónicos. Veamos lo que en verdad ocurre y sus posibles consecuencias.
Por ejemplo, si un grupo de amigos de cualquier edad se reúne, puedes observar que casi constantemente alguien “se va” revisando su celular. Es como si costara apartarse de éste por mucho tiempo. Estamos perdiéndonos el momento presente de compartir y disfrutar con nuestros amigos, porque simultáneamente “posteamos” lo que estamos haciendo, dónde y con quién estamos.
Uso de mensajes prediseñados y emoticons, ¿pueden describir los verdaderos sentimientos?
A través de las redes sociales si alguien dijera algo gracioso, escribimos Jajaja o usaríamos un emoji, simbolizando un sentimiento, en tanto que nuestra expresión facial podría no corresponder con esto. Por el contrario si estamos en presencia de esa persona, conectamos empáticamente con lo que nos cuentan y eso sí que evoca una respuesta física y verbal de cercanía.
Nos estamos acomodando tanto que casi no expresamos los sentimientos con nuestras propias palabras. En lugar de ello preferimos usar “emoticones”. Los mensajes que llegan en las redes sociales son imágenes que se han buscado en internet, lo que hace que me pregunte, “¿pero es que ya las personas no somos capaces de escribir un mensaje lindo creado por nosotros?”. Desearíamos que nuestras personas queridas nos dijeran alguna vez lo que desean expresar, o en algún momento sentir el abrazo de un amigo cuando nos sintamos vulnerables ante una situación difícil. Estoy segura que siendo nosotros mismos, genuinos y sinceros, podemos estrechar mucho mejor los lazos afectivos que nos unen a nuestros seres queridos. Ése es el toque personal que muchas personas como yo desearíamos recibir.
¿Por qué decidimos que la tecnología hable por nosotros?
Alex Lickerman en Psychology Today plantea que sutilmente hemos sustituido las relaciones físicas por las relaciones electrónicas y que paradójicamente, aunque estamos conectados eficientemente, esto podría engendrar un sentimiento de aislamiento social y soledad. Otros de los problemas que surgen es quizás que las personas a menudo podrían sentirse incómodas o cohibidas al expresar sus sentimientos cara a cara, sobre todo en situaciones de confrontación, así que eligen el internet para tales interacciones, sin el coste emocional que supone conversar sobre un problema delicado. Sin embargo, los medios electrónicos transmiten muy pobremente la emoción, comparada con la interacción en persona. Lickerman añade que quizás la intención es crear la ilusión de que no estamos haciendo ningún daño. Pero el resultado final es peor porque no logra transmitir empatía y deja a las personas con un sentimiento de incertidumbre y de vacío.
Entiendo que hay que buscar un equilibrio sano entre el uso de la tecnología y nuestras relaciones personales. Haciendo esto podríamos sentirnos mejor con nosotros mismos. Al fin y al cabo las máquinas nunca podrán sustituir las emociones y la calidez del contacto personal que contribuyen a fortalecer los lazos de amor entre los seres humanos.
Maritza Díaz Savary, M.A.
Psicóloga Clínica
Tel. 809 508-7632 y 829-994-6119
Marisa Cohen, de Web Med, citando a Robert Weiss, afirma que la tecnología permite acercar la distancia y además conseguir diversidad en nuestro núcleo social y que por lo tanto es una oportunidad para mantenernos en contacto con personas que de otra manera sería muy difícil o casi imposible. Todo eso está muy bien hasta cierto punto. Pero, ¿de verdad conseguimos lazos afectivos profundos por esa vía? Seremos conscientes de que en algún momento no estamos haciendo el esfuerzo necesario para estar cerca? Son todos los amigos en Facebook verdaderos amigos? Si se perdiera nuestro Smarthone o cerramos la cuenta de cualquier red social, podríamos estar en contacto con esas personas? Recordaríamos su número de teléfono o su cumpleaños?
Por supuesto, no soy detractora de las redes sociales. Las utilizo como todos y me sirven de herramienta en el ámbito personal y profesional. De hecho, estoy llegando a ustedes a través del Internet, con la intención de crear conciencia de lo que estamos haciendo y de que no quedemos enganchados con la idea de que estamos relacionándonos bien a través de los equipos electrónicos. Veamos lo que en verdad ocurre y sus posibles consecuencias.
Por ejemplo, si un grupo de amigos de cualquier edad se reúne, puedes observar que casi constantemente alguien “se va” revisando su celular. Es como si costara apartarse de éste por mucho tiempo. Estamos perdiéndonos el momento presente de compartir y disfrutar con nuestros amigos, porque simultáneamente “posteamos” lo que estamos haciendo, dónde y con quién estamos.
Uso de mensajes prediseñados y emoticons, ¿pueden describir los verdaderos sentimientos?
A través de las redes sociales si alguien dijera algo gracioso, escribimos Jajaja o usaríamos un emoji, simbolizando un sentimiento, en tanto que nuestra expresión facial podría no corresponder con esto. Por el contrario si estamos en presencia de esa persona, conectamos empáticamente con lo que nos cuentan y eso sí que evoca una respuesta física y verbal de cercanía.
Nos estamos acomodando tanto que casi no expresamos los sentimientos con nuestras propias palabras. En lugar de ello preferimos usar “emoticones”. Los mensajes que llegan en las redes sociales son imágenes que se han buscado en internet, lo que hace que me pregunte, “¿pero es que ya las personas no somos capaces de escribir un mensaje lindo creado por nosotros?”. Desearíamos que nuestras personas queridas nos dijeran alguna vez lo que desean expresar, o en algún momento sentir el abrazo de un amigo cuando nos sintamos vulnerables ante una situación difícil. Estoy segura que siendo nosotros mismos, genuinos y sinceros, podemos estrechar mucho mejor los lazos afectivos que nos unen a nuestros seres queridos. Ése es el toque personal que muchas personas como yo desearíamos recibir.
¿Por qué decidimos que la tecnología hable por nosotros?
Alex Lickerman en Psychology Today plantea que sutilmente hemos sustituido las relaciones físicas por las relaciones electrónicas y que paradójicamente, aunque estamos conectados eficientemente, esto podría engendrar un sentimiento de aislamiento social y soledad. Otros de los problemas que surgen es quizás que las personas a menudo podrían sentirse incómodas o cohibidas al expresar sus sentimientos cara a cara, sobre todo en situaciones de confrontación, así que eligen el internet para tales interacciones, sin el coste emocional que supone conversar sobre un problema delicado. Sin embargo, los medios electrónicos transmiten muy pobremente la emoción, comparada con la interacción en persona. Lickerman añade que quizás la intención es crear la ilusión de que no estamos haciendo ningún daño. Pero el resultado final es peor porque no logra transmitir empatía y deja a las personas con un sentimiento de incertidumbre y de vacío.
Entiendo que hay que buscar un equilibrio sano entre el uso de la tecnología y nuestras relaciones personales. Haciendo esto podríamos sentirnos mejor con nosotros mismos. Al fin y al cabo las máquinas nunca podrán sustituir las emociones y la calidez del contacto personal que contribuyen a fortalecer los lazos de amor entre los seres humanos.
Maritza Díaz Savary, M.A.
Psicóloga Clínica
Tel. 809 508-7632 y 829-994-6119