Martes, 03 de febrero de 2015
davidsalinasterapeuta
Psicología
Psicología
En el anterior post hablaba de la fuerza del optimismo, que no es otra que prepararnos mejor desde un punto de vista actitudinal para afrontar los retos de la vida, es decir, nos dota de fuerza de voluntad. Si pensamos que puedo lograrlo, pondré más empeño; si pensamos que tendré suerte, no me quedaré escondido en casa por miedo a que nada más salir a la calle me atropelle un coche.
Pero hay veces que por mucho empeño que ponga, las cosas no salen como yo quería y no alcanzo las metas propuestas, ya que intervienen factores que están fuera de mi margen de maniobra, que no controlo, lo mismo que no controlo que me atropelle un coche si el conductor iba borracho, que me despidan porque a pesar de haber hecho mi trabajo de manera excelente la empresa se ve obligada a hacer recortes de plantilla, o que se me muera un ser querido.
Todo eso forma parte de lo que conocemos como adversidad, y la adversidad forma parte de la vida. No podemos pretender tener una vida sin adversidades y, lo repetiré mil veces, positividad no es pensar que todo te va a ir bien, es tener la convicción de que cuando las cosas no vayan bien seré capaz de seguir adelante. Tener una vida sin adversidad es algo que escapa totalmente de nuestro margen de maniobra, es algo que no controlamos. Pero sí que controlamos nuestra reacción ante la adversidad.
Y ahí es donde entra en juego la resiliencia. La resiliencia es nuestra capacidad para sobreponernos a la adversidad. Resiliencia es... Qué narices, resiliencia es Rocky Balboa:
Ni tú, ni yo ni nadie golpea más fuerte que la vida, pero no importa lo fuerte que golpeas sino lo fuerte que pueden golpearte, y lo aguantas mientras avanzas, hay que soportar sin dejar de avanzar.
¿Por qué hay quien se hunde cuando pasa por una ruptura sentimental y hay quien celebra que le han despedido por las nuevas oportunidades que están por presentársele? ¿Por qué algunas personas se rinden ante el más mínimo contratiempo y otras se crecen frente a los desafíos? ¿Por qué algunos muestran una entereza sorprendente ante eventos trágicos y otros tardan años en superarlos?
Porque somos diferentes. Hay que aceptar esto. No todos partimos de la misma genética, ni del mismo aprendizaje, ni de las mismas experiencias vitales. Pero si aceptamos esto, también debemos aceptar que podemos ser diferentes a nosotros mismos, sin cambiar lo que somos, sin cambiar nuestra esencia, pero podemos cambiar: aprender, mejorar, crecer, superarnos...
Por eso la resiliencia es una capacidad susceptible de desarrollarse. Y he aquí una serie de factores facilitadores de la resiliencia:
- Foco de atención no en el problema, sino en las soluciones, alternativas o compensaciones.
- Sé consciente de tus fortalezas, recursos y virtudes.
- No seas victimista. No te recrees en el dolor. Autocompasión positiva = sé amable contigo.
- Comprométete con el aquí y ahora. Planifica el futuro.
- No ocultes tu vulnerabilidad. La salida del dolor es a través del dolor.
- Acepta que la vida tiene una parte injusta.
- Aprende de los fracasos. Mira el lado bueno de los eventos negativos.
- No evites. Enfréntate a los problemas.
- Ten sentido del humor. Desdramatiza.
- Inspírate en modelos.Como Nick Vujicic, que nació en la adversidad.