Psicología
Llevaba días dando vueltas a la temática del post que estrenaría este blog. Horas creando y desechando ideas, cierta falta de sueño, y un sobrepeso en la maleta de mis vacaciones causado por la preocupación de no liberarme de ese pensamiento.
Muchas personas hemos crecido con la idea de que para resolver un problema debemos enfocarnos en buscar su solución y nada más. Muchas veces nos aislamos del resto del mundo pensando que requerimos estar concentrados para no dejar pasar las ideas. Independientemente del tipo de preocupación, ésta se vuelve una obsesión. Sin embargo, esta táctica no es del todo infalible y muchas veces, es cuando dejamos de pensar en nuestro problema, el momento en que las ideas aparecen solas.
Recuerdo un relato que me hizo reflexionar sobre esto.
Un psicólogo, en una sesión grupal, levantó un vaso de agua. Todo el mundo esperaba la típica pregunta: “¿Está medio lleno o medio vacío?” Sin embargo, preguntó: – ¿Cuánto pesa este vaso? Las respuestas variaron entre 200 y 250 gramos. El psicólogo respondió: “El peso absoluto no es importante. Depende de cuánto tiempo lo sostengo. Si lo sostengo un minuto, no es problema. Si lo sostengo una hora, me dolerá el brazo. Si lo sostengo un día, mi brazo se entumecerá y paralizará. El peso del vaso no cambia, es siempre el mismo. Pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado, y más difícil de soportar se vuelve.”
Y continuó: “Las preocupaciones, los pensamientos negativos, los rencores, el resentimiento, son como el vaso de agua. Si piensas en ellos un rato, no pasa nada. Si piensas en ellos todo el día, empiezan a doler. Y si piensas en ellos toda la semana, acabarás sintiéndote paralizado, e incapaz de hacer nada.” ¡Acuérdate de soltar el vaso
Así, es importante que una vez reconozcamos que obsesionarnos sabotea nuestro equilibrio emocional, seamos conscientes de en qué momento nos estamos “enganchando” con un pensamiento y aprendamos técnicas para evitar que vuelvan una y mil veces a nuestra mente.
Para ello, considero que una de las primeras habilidades que tendremos que adquirir es la capacidad de centrar nuestra atención, foco e intención en lo que realmente importa… pero de eso hablaremos en la siguiente entrada.
“Los pensamientos obsesivos son la leña que alimenta el fuego de la ira, un fuego que sólo podrá extinguirse contemplando las cosas desde un punto de vista diferente.”
Daniel Goleman