Psicología
Para mí la mariposa enseña la lección más maravillosa e importante que nosotros, los seres humanos, jamás habremos de aprender. Todos conocen la historia. Hoy es una bella mariposa, pero no siempre fue así. Claro que no. Comenzó su vida —¡y le parecía que había vivido una vida larguísima!— como un gusano, y no de la clase importante (lo que llamamos una humilde oruga).
Ahora bien, la vida de una oruga es tristemente limitada; tanto así que podría tomarse como un ejemplo de restricción. Vive en una hoja en la foresta, y eso es todo lo que sabe.
Entonces, un día algo sucede. La pequeña oruga comienza a sentir ciertos estremecimientos internos. Por alguna razón, la vieja hoja ya no es suficiente. Comienza a sentirse insatisfecha. Se torna uraña y descontenta pero —y éste es el punto vital— es un descontento divino. No se limita a refunfuñar y a quejarse con las otras orugas, diciendo "la naturaleza está totalmente equivocada", "odio esta vida", "jamás podré ser más que una oruga", "ojalá nunca hubiera nacido." ¡Qué va! Está descontenta, pero es un descontento divino. Siente la necesidad de una vida mejor, más refinada e interesante. Sus instintos le dicen que doquiera que hay un verdadero deseo, tiene que darse una realización, porque «si hay voluntad, hay forma de hacerlo».
Y así, ocurre lo maravilloso. Gradualmente desaparece la oruga, y emerge la mariposa, bella, airosa, y ahora dotada de alas. Y en vez de arrastrarse por una hoja restringida, echa a volar por encima de los árboles, por encima de la misma foresta —libre, irrestricta, libre de ir donde le apetezca, y ver el mundo, y asolearse, y, de hecho, ser su propio Verdadero Ser— ese ser libre y maravilloso que Dios pretendía que fuera.
Se pretende que esta historia sea la de toda alma humana. De ti depende que desarrolles tus alas mediante el uso científico de la imaginación creativa, de manera que puedas volar libremente rumbo al deseo de tu corazón.