Jueves, 19 de diciembre de 2013
Silvia Alvarez
- Madrid, (España)
Psicología
Ante un desengaño, ruptura o abandono amoroso, todos los sueños o las ilusiones que se habían puesto en esa relación, se rompen, es inevitable pasar por diferentes fases como la tristeza, la desesperación, la impotencia…con diferentes grados de intensidad, dependiendo del grado de implicación en la relación o el tiempo que haya durado.
Fase de súplica o dolor. La primera reacción puede ser llorar e implorar su amor, como una forma desesperada de no perder a esa persona. No se pierde la dignidad por decirle a alguien que le quiere, pero si no es reciproco, seguir insistiendo, no tiene sentido.
Cuando uno se ve inmerso en una ruptura amorosa, se tiene la sensación de que todo se ralentiza y el tiempo pasa lentamente. Se vive en el pasado, sobre los recuerdos. Los pensamientos dan vueltas y vueltas, mezclándolos con las emociones que se disparan y se viven de una forma muy intensa. Empiezan los reproches y se buscan culpables o aparece la sensación de culpa.
Fase de razonamiento. En la que se empieza a analizar como si todo funcionaba bien, de repente se ha roto y se intenta hacer razonar a la otra persona que se ha equivocado y se plantea la posibilidad de intentar buscar soluciones y de corregir lo que no ha funcionado.
La ayuda de un profesional que pueda ser objetivo es crucial en este punto, antes que la relación llegue a romperse del todo y ya no haya solución.
Fase del odio. Del amor, se pasa al odio. Ya no se quiere saber nada de la otra persona, aunque se siguen buscando indicios a ver si la otra persona ha recapacitado y te busca de algún modo o quiere volver a estar juntos.
Fase de adaptación y asimilación. Poco a poco, se va asimilando la nueva situación y acepta la perdida y lo que ha sucedido, igual que en un proceso de duelo por la muerte de un ser querido. Se empieza a normalizar la rutina diaria, se empieza a dormir mejor, a centrar la atención de nuevo en el trabajo, a salir con los amigos y hacer nuevas relaciones. La ex pareja deja de ser el centro de todas las conversaciones. Y se comienza a tener ilusión por cosas nuevas y a plantearse nuevas relaciones de pareja.
“Es tan corto el amor y tan largo el olvido…” – Pablo Neruda
Muchas personas no consiguen pasar a esta fase adecuadamente y se quedan anclados en la anterior por mucho tiempo, incluso años. Lo que interferirá en su vida y en futuras relaciones de pareja. Darse cuenta de ello es fundamental para empezar a tomar las riendas de tu vida y proponerse un cambio o pedir ayuda a un profesional que ayude en este proceso.
Fase de indiferencia-olvido. La vida continúa sin la presencia del ex que ha terminado pasando a un segundo plano. Esto no significa que si un día ves una foto o te hablan de él o te lo encuentras por la calle, se despierten los recuerdos, las emociones de añoranza o el corazón vaya más deprisa de repente, todo esto es normal.
Fase de sinceramiento. Es normal que tras momentos de reencuentro surjan dudas o sentimientos contradictorios, pero es solo una fase e igual que llega, se suele ir. Ahora es cuando las personas que conoces empiezan a darte su opinión sincera sobre tu ex y te dicen lo mal que les caía o todas aquellas cosas negativas que han callado porque estabais juntos.
Tendemos a aferrarnos a las cosas y a las personas como una forma de sobrevivir en este mundo y aceptar una perdida cuesta. Pero nadie tiene la obligación de permanecer al lado de alguien que no quiere y no valora.
Vivir una ruptura de una forma irracional, no ayuda. El mundo no se acaba y la vida, aunque al principio no lo parezca, sigue. Cuando algo termina, lo siguiente siempre es mejor. Aprender a ver el lado positivo de las cosas y/o aprender de ellas es lo mejor que nos puede pasar para seguir avanzando y creciendo como personas.
Psicología
Ante un desengaño, ruptura o abandono amoroso, todos los sueños o las ilusiones que se habían puesto en esa relación, se rompen, es inevitable pasar por diferentes fases como la tristeza, la desesperación, la impotencia…con diferentes grados de intensidad, dependiendo del grado de implicación en la relación o el tiempo que haya durado.
Fase de súplica o dolor. La primera reacción puede ser llorar e implorar su amor, como una forma desesperada de no perder a esa persona. No se pierde la dignidad por decirle a alguien que le quiere, pero si no es reciproco, seguir insistiendo, no tiene sentido.
Cuando uno se ve inmerso en una ruptura amorosa, se tiene la sensación de que todo se ralentiza y el tiempo pasa lentamente. Se vive en el pasado, sobre los recuerdos. Los pensamientos dan vueltas y vueltas, mezclándolos con las emociones que se disparan y se viven de una forma muy intensa. Empiezan los reproches y se buscan culpables o aparece la sensación de culpa.
Fase de razonamiento. En la que se empieza a analizar como si todo funcionaba bien, de repente se ha roto y se intenta hacer razonar a la otra persona que se ha equivocado y se plantea la posibilidad de intentar buscar soluciones y de corregir lo que no ha funcionado.
La ayuda de un profesional que pueda ser objetivo es crucial en este punto, antes que la relación llegue a romperse del todo y ya no haya solución.
Fase del odio. Del amor, se pasa al odio. Ya no se quiere saber nada de la otra persona, aunque se siguen buscando indicios a ver si la otra persona ha recapacitado y te busca de algún modo o quiere volver a estar juntos.
Fase de adaptación y asimilación. Poco a poco, se va asimilando la nueva situación y acepta la perdida y lo que ha sucedido, igual que en un proceso de duelo por la muerte de un ser querido. Se empieza a normalizar la rutina diaria, se empieza a dormir mejor, a centrar la atención de nuevo en el trabajo, a salir con los amigos y hacer nuevas relaciones. La ex pareja deja de ser el centro de todas las conversaciones. Y se comienza a tener ilusión por cosas nuevas y a plantearse nuevas relaciones de pareja.
“Es tan corto el amor y tan largo el olvido…” – Pablo Neruda
Muchas personas no consiguen pasar a esta fase adecuadamente y se quedan anclados en la anterior por mucho tiempo, incluso años. Lo que interferirá en su vida y en futuras relaciones de pareja. Darse cuenta de ello es fundamental para empezar a tomar las riendas de tu vida y proponerse un cambio o pedir ayuda a un profesional que ayude en este proceso.
Fase de indiferencia-olvido. La vida continúa sin la presencia del ex que ha terminado pasando a un segundo plano. Esto no significa que si un día ves una foto o te hablan de él o te lo encuentras por la calle, se despierten los recuerdos, las emociones de añoranza o el corazón vaya más deprisa de repente, todo esto es normal.
Fase de sinceramiento. Es normal que tras momentos de reencuentro surjan dudas o sentimientos contradictorios, pero es solo una fase e igual que llega, se suele ir. Ahora es cuando las personas que conoces empiezan a darte su opinión sincera sobre tu ex y te dicen lo mal que les caía o todas aquellas cosas negativas que han callado porque estabais juntos.
Tendemos a aferrarnos a las cosas y a las personas como una forma de sobrevivir en este mundo y aceptar una perdida cuesta. Pero nadie tiene la obligación de permanecer al lado de alguien que no quiere y no valora.
Vivir una ruptura de una forma irracional, no ayuda. El mundo no se acaba y la vida, aunque al principio no lo parezca, sigue. Cuando algo termina, lo siguiente siempre es mejor. Aprender a ver el lado positivo de las cosas y/o aprender de ellas es lo mejor que nos puede pasar para seguir avanzando y creciendo como personas.