Miércoles, 08 de enero de 2014
Psicóloga en Santa Fé. Ciudad de México. On line
- CDMX, (México)
Psicología
Psicología
RESILIENCIA.
Fue a partir de los años sesenta cuando la psicología empírica comenzó a otorgar mayor valor a los aspectos cognitivos y su influencia en el comportamiento. Trabajos de Bandura (1982), y otros autores, demuestran el impacto que nuestros pensamientos y creencias ejercen sobre nuestras actuaciones y proporcionan herramientas terapéuticas eficaces en el control de la ansiedad y la depresión.
Seligman (1981) sostiene que el pesimismo es un estilo de pensamiento, caracterizado por la explicación que la persona se hace de la adversidad como algo permanente universal y personal. Esta forma de pensamiento lleva a la indefensión y a la desesperanza. Por el contrario, el estilo optimista de pensamiento explica la adversidad como transitoria, específica y externa a la persona. Esto permite mantener viva la esperanza y sentir que el cambio es posible. La esperanza hace que la persona esté dispuesta a ponerse en pie, a continuar esforzándose, a buscar alternativas y a persistir frente a la adversidad.
El término resiliencia tiene su origen en el latín, “resilio” que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar. El término se utiliza en física. Expresa la cualidad de los materiales a resistir la presión, doblarse con flexibilidad, recobrar su forma original, no deformarse ante presiones y fuerzas externas y su capacidad de resistencia al choque. La resiliencia ha sido adaptada por las ciencias sociales, para caracterizar a aquellas personas que, a pesar de nacer y vivir en situaciones de alto riesgo, se desarrollan psicológicamente sanas y con éxito (Rutter, 1993)
Algunas definiciones según diversos autores:
“La habilidad para surgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a una vida significativa y productiva”. (BICE, 1994 en Kitliarenco et al, 1997)
“La capacidad humana universal para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas e incluso ser transformado positivamente por ellas.” (Grotberg, 1995)
“El desarrollo de competencias a pesar de la adversidad”. (Egeland, Carlson, Sroufe, 1993).
“La resiliencia es un proceso, un conjunto de fenómenos armonizados, en el cual el sujeto se cuela en un contexto afectivo, social y cultural. Es el arte de navegar en los torrentes” (Cyrulnik, 2002)
El concepto de resiliencia tiraba por tierra hechos clásica e históricamente aceptados como:
• Que hay etapas fijas, inevitables, críticas y universales del desarrollo.
• Que el trauma de la niñez inevitablemente lleva a una psicopatología en la adultez.
• Que existen condiciones (sociales, de relaciones interpersonales, etc.) que son tan nocivas que inevitablemente llevan a carencias y problemas en el normal desenvolvimiento diario de niños, adultos, familias y comunidades.
Vale decir y siguiendo a Boris Cyrulnik (2002), la Resiliencia nos está señalando que “AUN LOS PATITOS FEOS PUEDEN LLEGAR A SER CISNES”, lo cual rompe con el “determinismo”, por el cual, para una persona que era caratulada como de riesgo, el resultado esperado no era otro que el desfavorable.
La naturaleza de la resiliencia es dinámica, puede variar en el tiempo y con las circunstancias. Es el resultado de un equilibrio entre factores protectores, factores de riesgo y personalidad del ser humano. No es un estado definido y estable, es un camino de crecimiento, Es sorprendente ver cuántos niños llegan a desarrollar una resiliencia en situaciones difíciles, como es el divorcio de sus padres. Esta situación frecuentemente de riesgo y de dolor, es un momento en el que el niño debe superar muchos desafíos y la mayor parte de ellos salen airosos.
La resiliencia se construye en el tiempo, es un proceso, un camino que se cuenta como el relato de una vida. La resiliencia no es única, ni se adquiere de una vez para siempre, es una capacidad que resulta de un proceso dinámico evolutivo. Esto implica tener otra mirada sobre la realidad, con la vista puesta en el mejor uso de las estrategias
Cyrulnik et al (2004) afirman que la resiliencia de un niño se construye en la relación con el otro, mediante una “labor de punto” que teje el vínculo, tejer la resiliencia. La resiliencia no resulta de suma de factores internos y externos, sino de su interacción permanente, que teje el destino de una vida.
La resiliencia implica un deber de reconocer y favorecer las capacidades del niño para desarrollarse. Muestra la importancia estructuradora de la confianza. Los seres humanos necesitamos de la confianza de los demás en nosotros. Para un niño lo importante es verse reconocido, verse aceptado, sólo se puede ser uno mismo si alguien te confirma que te reconoce como persona.
Ser Resiliente no se adquiere de un día para el otro, no se adquiere evitando los riesgos o negando las adversidades, sino que muy por el contrario habrá como primera medida que reconocerlas, aceptarlas y ser profundamente realista, pues ser resiliente no significa que la persona no experimentará dificultades, o se angustiará. Aquellos que se han fortalecido y se han hecho fuertes de y a través de las adversidades, tienen en común el hecho de haber pasado por momentos de mucha tristeza y sufrimiento emocional, sin embargo fueron capaces de resistir, de no quebrarse, de recuperarse y más aún de aprender de lo malo que la situación le ofreció. Pero siempre debemos ser muy realistas y saber que el camino hacia la resiliencia probablemente está lleno de dificultades y que todas ellas afectarán nuestro estado emocional. (A.P.A., 1987).
La persona resiliente posee varias de las siguientes características:
• ES TRABAJADORA
• ES OPTIMISTA
• POSEE SENTIDO DE PARTICIPACION
• CUENTA CON REDES DE APOYO
• ES REALISTA
• ES COOPERATIVA
• POSEE HABILIDADES DE LIDERAZGO
• TIENE CAPACIDAD PARA SOLUCIONAR PROBLEMAS
• UTILIZA UN PENSAMIENTO ESTRATEGICO
• MANTIENE UN SENTIDO DEL HUMOR
• ES SOCIALMENTE COMPETENTE
• POSEE UN PENSAMIENTO CRITICO
• TIENE CAPACIDAD DE RESOLVER PROBLEMAS
• ES CAPAZ DE TOMAR DECISIONES
• ASUME LA INICIATIVA
• ES FIRME EN SUS PROPOSITOS
• TIENE UNA VISION POSITIVA
• MANTIENE INTERESES ESPECIALES POR TEMAS PARTICULARES
• CUENTA CON UNA FUERTE MOTIVACION INTERNA
• SE RODEA DE RELACIONES POSITIVAS
• POSEE UN ADECUADO AFRONTAMIENTO
• ES ASERTIVA
La resiliencia se construye en la relación. Ningún niño, joven o adulto puede volverse resiliente por sí solo, necesita a los otros. Necesita sentirse estimado y respetado, cómodo y respaldado, para que pueda valorarse y tener respeto y confianza en sí mismo y pueda respetar a los demás.
Los factores de riesgo son todas aquellas características innatas o adquiridas, individuales, familiares o sociales que incrementan la posibilidad de sufrimiento, disfunciones y desajustes. Aquí se incluirían las situaciones vitales estresantes –pérdidas, agresiones, traumatismos-, la manera en la que se producen –esperadas o inesperadas- y el lugar donde ocurren, lo que nos remite a los ámbitos biológico o individual, familiar y micro o macrosocial.
Los factores protectores son aquellas características, hechos o situaciones que elevan la capacidad para enfrentarse a circunstancias adversas y disminuye la posibilidad de disfunciones y desajustes bio-psico-sociales, aún bajo el efecto de factores de riesgo.
¿Cuáles son los hasta ahora identificados Factores Protectores?
Para Cyrulnik y colaboradores (1992), el principal es contar con un Tutor de Resiliencia. Un tutor de resiliencia es una figura con la que se crean relaciones de apego. Sería habitualmente la madre, el padre el hermano mayor, los abuelos, u otra figura adulta, que ocupe el lugar de los adultos significativos de un niño, un joven o un adulto, por desaparición de éstos o porque su comportamiento genera dolor o sufrimiento en lugar de apoyo y protección.
La relación con este tutor de resiliencia permite entretejer una relación de apego segura, dar sentido a lo ocurrido y generar esperanzas de alcanzar una vida mejor.
Para concluir, la resiliencia es “una capacidad” y como tal se puede “aprender”, me la pueden mostrar y “enseñar”, independientemente de que este “guardada-encerrada o dormida” en lo más profundo de nosotros. Más allá de lo que cada ser humano tenga en su interior que podríamos llamar lo “innato”, cada ser humano tiene una experiencia de vida que es el fruto de su interacción con el medio ambiente que lo rodea y es allí en donde la presencia de “otro” individuo, puede permitir que a través de acciones especificas e intervenciones adecuadas, una persona pueda hacerse resiliente.
¿SOY RESILIENTE? CUESTIONARIO
SI NO
• Si me piden ayuda es porque cuentan conmigo,
• Yo soy generalmente una persona optimista,
• Actúo de acuerdo a mis metas,
• Pienso y siento que la vida tiene sentido,
• La mayor parte del tiempo tengo control de lo que pasa en mi vida,
• Cuando sufro una derrota examino mi aporte al problema y también mis limitaciones
• Cuando tengo un problema serio, lucho,
• Cuando me va bien, comparto los méritos con todos los que colaboraron conmigo,
• Cuando vienen cambios los defino como desafíos,
• Cuando enfrento desafíos nuevos, espero el mejor momento para actuar,
• Cuando estoy en dificultades mis fortalezas son mis recursos internos y mi experiencia,
• Para enfrentar un problema me aproximo paso a paso, y
• Cuando resuelvo el problema, rescato mi experiencia y la guardo
CANTIDAD DE SI:
CANTIDAD DE NO:
En EPSII, Espacio de Psicología Integral podemos ayudarte a identificar tus herramientas resilientes y elevarlas a su máxima expresión. Comunicate al 5004-1701 ó al 044-5513946728.
Licenciada en Psicología Viviana Colucci. vivianacolucci@hotmail.com
Fue a partir de los años sesenta cuando la psicología empírica comenzó a otorgar mayor valor a los aspectos cognitivos y su influencia en el comportamiento. Trabajos de Bandura (1982), y otros autores, demuestran el impacto que nuestros pensamientos y creencias ejercen sobre nuestras actuaciones y proporcionan herramientas terapéuticas eficaces en el control de la ansiedad y la depresión.
Seligman (1981) sostiene que el pesimismo es un estilo de pensamiento, caracterizado por la explicación que la persona se hace de la adversidad como algo permanente universal y personal. Esta forma de pensamiento lleva a la indefensión y a la desesperanza. Por el contrario, el estilo optimista de pensamiento explica la adversidad como transitoria, específica y externa a la persona. Esto permite mantener viva la esperanza y sentir que el cambio es posible. La esperanza hace que la persona esté dispuesta a ponerse en pie, a continuar esforzándose, a buscar alternativas y a persistir frente a la adversidad.
El término resiliencia tiene su origen en el latín, “resilio” que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar. El término se utiliza en física. Expresa la cualidad de los materiales a resistir la presión, doblarse con flexibilidad, recobrar su forma original, no deformarse ante presiones y fuerzas externas y su capacidad de resistencia al choque. La resiliencia ha sido adaptada por las ciencias sociales, para caracterizar a aquellas personas que, a pesar de nacer y vivir en situaciones de alto riesgo, se desarrollan psicológicamente sanas y con éxito (Rutter, 1993)
Algunas definiciones según diversos autores:
“La habilidad para surgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a una vida significativa y productiva”. (BICE, 1994 en Kitliarenco et al, 1997)
“La capacidad humana universal para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas e incluso ser transformado positivamente por ellas.” (Grotberg, 1995)
“El desarrollo de competencias a pesar de la adversidad”. (Egeland, Carlson, Sroufe, 1993).
“La resiliencia es un proceso, un conjunto de fenómenos armonizados, en el cual el sujeto se cuela en un contexto afectivo, social y cultural. Es el arte de navegar en los torrentes” (Cyrulnik, 2002)
El concepto de resiliencia tiraba por tierra hechos clásica e históricamente aceptados como:
• Que hay etapas fijas, inevitables, críticas y universales del desarrollo.
• Que el trauma de la niñez inevitablemente lleva a una psicopatología en la adultez.
• Que existen condiciones (sociales, de relaciones interpersonales, etc.) que son tan nocivas que inevitablemente llevan a carencias y problemas en el normal desenvolvimiento diario de niños, adultos, familias y comunidades.
Vale decir y siguiendo a Boris Cyrulnik (2002), la Resiliencia nos está señalando que “AUN LOS PATITOS FEOS PUEDEN LLEGAR A SER CISNES”, lo cual rompe con el “determinismo”, por el cual, para una persona que era caratulada como de riesgo, el resultado esperado no era otro que el desfavorable.
La naturaleza de la resiliencia es dinámica, puede variar en el tiempo y con las circunstancias. Es el resultado de un equilibrio entre factores protectores, factores de riesgo y personalidad del ser humano. No es un estado definido y estable, es un camino de crecimiento, Es sorprendente ver cuántos niños llegan a desarrollar una resiliencia en situaciones difíciles, como es el divorcio de sus padres. Esta situación frecuentemente de riesgo y de dolor, es un momento en el que el niño debe superar muchos desafíos y la mayor parte de ellos salen airosos.
La resiliencia se construye en el tiempo, es un proceso, un camino que se cuenta como el relato de una vida. La resiliencia no es única, ni se adquiere de una vez para siempre, es una capacidad que resulta de un proceso dinámico evolutivo. Esto implica tener otra mirada sobre la realidad, con la vista puesta en el mejor uso de las estrategias
Cyrulnik et al (2004) afirman que la resiliencia de un niño se construye en la relación con el otro, mediante una “labor de punto” que teje el vínculo, tejer la resiliencia. La resiliencia no resulta de suma de factores internos y externos, sino de su interacción permanente, que teje el destino de una vida.
La resiliencia implica un deber de reconocer y favorecer las capacidades del niño para desarrollarse. Muestra la importancia estructuradora de la confianza. Los seres humanos necesitamos de la confianza de los demás en nosotros. Para un niño lo importante es verse reconocido, verse aceptado, sólo se puede ser uno mismo si alguien te confirma que te reconoce como persona.
Ser Resiliente no se adquiere de un día para el otro, no se adquiere evitando los riesgos o negando las adversidades, sino que muy por el contrario habrá como primera medida que reconocerlas, aceptarlas y ser profundamente realista, pues ser resiliente no significa que la persona no experimentará dificultades, o se angustiará. Aquellos que se han fortalecido y se han hecho fuertes de y a través de las adversidades, tienen en común el hecho de haber pasado por momentos de mucha tristeza y sufrimiento emocional, sin embargo fueron capaces de resistir, de no quebrarse, de recuperarse y más aún de aprender de lo malo que la situación le ofreció. Pero siempre debemos ser muy realistas y saber que el camino hacia la resiliencia probablemente está lleno de dificultades y que todas ellas afectarán nuestro estado emocional. (A.P.A., 1987).
La persona resiliente posee varias de las siguientes características:
• ES TRABAJADORA
• ES OPTIMISTA
• POSEE SENTIDO DE PARTICIPACION
• CUENTA CON REDES DE APOYO
• ES REALISTA
• ES COOPERATIVA
• POSEE HABILIDADES DE LIDERAZGO
• TIENE CAPACIDAD PARA SOLUCIONAR PROBLEMAS
• UTILIZA UN PENSAMIENTO ESTRATEGICO
• MANTIENE UN SENTIDO DEL HUMOR
• ES SOCIALMENTE COMPETENTE
• POSEE UN PENSAMIENTO CRITICO
• TIENE CAPACIDAD DE RESOLVER PROBLEMAS
• ES CAPAZ DE TOMAR DECISIONES
• ASUME LA INICIATIVA
• ES FIRME EN SUS PROPOSITOS
• TIENE UNA VISION POSITIVA
• MANTIENE INTERESES ESPECIALES POR TEMAS PARTICULARES
• CUENTA CON UNA FUERTE MOTIVACION INTERNA
• SE RODEA DE RELACIONES POSITIVAS
• POSEE UN ADECUADO AFRONTAMIENTO
• ES ASERTIVA
La resiliencia se construye en la relación. Ningún niño, joven o adulto puede volverse resiliente por sí solo, necesita a los otros. Necesita sentirse estimado y respetado, cómodo y respaldado, para que pueda valorarse y tener respeto y confianza en sí mismo y pueda respetar a los demás.
Los factores de riesgo son todas aquellas características innatas o adquiridas, individuales, familiares o sociales que incrementan la posibilidad de sufrimiento, disfunciones y desajustes. Aquí se incluirían las situaciones vitales estresantes –pérdidas, agresiones, traumatismos-, la manera en la que se producen –esperadas o inesperadas- y el lugar donde ocurren, lo que nos remite a los ámbitos biológico o individual, familiar y micro o macrosocial.
Los factores protectores son aquellas características, hechos o situaciones que elevan la capacidad para enfrentarse a circunstancias adversas y disminuye la posibilidad de disfunciones y desajustes bio-psico-sociales, aún bajo el efecto de factores de riesgo.
¿Cuáles son los hasta ahora identificados Factores Protectores?
Para Cyrulnik y colaboradores (1992), el principal es contar con un Tutor de Resiliencia. Un tutor de resiliencia es una figura con la que se crean relaciones de apego. Sería habitualmente la madre, el padre el hermano mayor, los abuelos, u otra figura adulta, que ocupe el lugar de los adultos significativos de un niño, un joven o un adulto, por desaparición de éstos o porque su comportamiento genera dolor o sufrimiento en lugar de apoyo y protección.
La relación con este tutor de resiliencia permite entretejer una relación de apego segura, dar sentido a lo ocurrido y generar esperanzas de alcanzar una vida mejor.
Para concluir, la resiliencia es “una capacidad” y como tal se puede “aprender”, me la pueden mostrar y “enseñar”, independientemente de que este “guardada-encerrada o dormida” en lo más profundo de nosotros. Más allá de lo que cada ser humano tenga en su interior que podríamos llamar lo “innato”, cada ser humano tiene una experiencia de vida que es el fruto de su interacción con el medio ambiente que lo rodea y es allí en donde la presencia de “otro” individuo, puede permitir que a través de acciones especificas e intervenciones adecuadas, una persona pueda hacerse resiliente.
¿SOY RESILIENTE? CUESTIONARIO
SI NO
• Si me piden ayuda es porque cuentan conmigo,
• Yo soy generalmente una persona optimista,
• Actúo de acuerdo a mis metas,
• Pienso y siento que la vida tiene sentido,
• La mayor parte del tiempo tengo control de lo que pasa en mi vida,
• Cuando sufro una derrota examino mi aporte al problema y también mis limitaciones
• Cuando tengo un problema serio, lucho,
• Cuando me va bien, comparto los méritos con todos los que colaboraron conmigo,
• Cuando vienen cambios los defino como desafíos,
• Cuando enfrento desafíos nuevos, espero el mejor momento para actuar,
• Cuando estoy en dificultades mis fortalezas son mis recursos internos y mi experiencia,
• Para enfrentar un problema me aproximo paso a paso, y
• Cuando resuelvo el problema, rescato mi experiencia y la guardo
CANTIDAD DE SI:
CANTIDAD DE NO:
En EPSII, Espacio de Psicología Integral podemos ayudarte a identificar tus herramientas resilientes y elevarlas a su máxima expresión. Comunicate al 5004-1701 ó al 044-5513946728.
Licenciada en Psicología Viviana Colucci. vivianacolucci@hotmail.com