Lunes, 05 de marzo de 2018
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta
- Zaragoza, (España)
Psicología Discapacidades Niños Adolescentes Terapias Ansiedad Familia Depresión
Psicología Discapacidades Niños Adolescentes Terapias Ansiedad Familia Depresión
En todos nosotros hay un niño que sufre. Todos hemos pasado por momentos más o menos difíciles en nuestra infancia. Algunos niños y niñas sufrieron agresiones y tratos negligentes, esto supone un trauma, que suele despertar con fiereza a medida que se "crece" a nivel cronológico; sin embargo, el desarrollo de la maduración emocional, (el Niño Interior) está dolorido.
Con frecuencia tratamos de olvidar esos momentos dolorosos para protegernos y defendernos del sufrimiento futuro. Cada vez que entramos en contacto con algún tipo de sufrimiento, nos parece que no podemos soportarlo, y concentramos nuestros sentimientos y recuerdos en lo más profundo de la mente inconsciente. Puede ser que durante muchas décadas no nos hayamos atrevido a mirar a los ojos a ese niño.
Pero solo porque lo hayamos ignorado, no significa que esté ahí. El niño herido está siempre ahí, tratando de llamar nuestra atención. Nos dice: <<Estoy aquí, estoy aquí. No puedes ignorarme. No puedes huir de mí>>. Queremos poner fin a nuestro sufrimiento enviando al niño a un lugar profundo en nuestro niño interior, para que se quede tan lejos como sea posible. Sin embargo, la huida no acaba con el sufrimiento, sino que solo lo prolonga.
El niño herido pide cuidado y amor, pero nosotros le ofrecemos lo contrario. Escapamos porque tenemos miedo a sufrir. La losa del dolor y pena con la que cargamos en nuestro interior nos parece abrumadora.
Cuando tomamos conciencia de que hemos olvidado al niño herido en nuestro interior, sentimos una gran compasión por él y empezamos a generar la energía. Escucharle y mimarle es un definitivo gesto de amor reparador. Déjate ayudar, por ti, por tus amigos, por tu pareja, por la belleza que existe alrededor tuyo, abre los ojos.
Rodrigo Córdoba Sanz. Zaragoza. www.rcordobasanz.es
Con frecuencia tratamos de olvidar esos momentos dolorosos para protegernos y defendernos del sufrimiento futuro. Cada vez que entramos en contacto con algún tipo de sufrimiento, nos parece que no podemos soportarlo, y concentramos nuestros sentimientos y recuerdos en lo más profundo de la mente inconsciente. Puede ser que durante muchas décadas no nos hayamos atrevido a mirar a los ojos a ese niño.
Pero solo porque lo hayamos ignorado, no significa que esté ahí. El niño herido está siempre ahí, tratando de llamar nuestra atención. Nos dice: <<Estoy aquí, estoy aquí. No puedes ignorarme. No puedes huir de mí>>. Queremos poner fin a nuestro sufrimiento enviando al niño a un lugar profundo en nuestro niño interior, para que se quede tan lejos como sea posible. Sin embargo, la huida no acaba con el sufrimiento, sino que solo lo prolonga.
El niño herido pide cuidado y amor, pero nosotros le ofrecemos lo contrario. Escapamos porque tenemos miedo a sufrir. La losa del dolor y pena con la que cargamos en nuestro interior nos parece abrumadora.
Cuando tomamos conciencia de que hemos olvidado al niño herido en nuestro interior, sentimos una gran compasión por él y empezamos a generar la energía. Escucharle y mimarle es un definitivo gesto de amor reparador. Déjate ayudar, por ti, por tus amigos, por tu pareja, por la belleza que existe alrededor tuyo, abre los ojos.
Rodrigo Córdoba Sanz. Zaragoza. www.rcordobasanz.es