Martes, 16 de diciembre de 2014
Ma. Eugenia Tinoco Artigas
- Distrito Federal, (México)
Psicología
Psicología
La depresión es efecto de un daño en la estructura narcisista, a nivel de los puentes verbales. Las palabras perdidas hacen del deprimido un desaparecido que retornara como sujeto al inscribir una historia que hace mucho tiempo espera poder escribirse.
La depresión es un término moderno que ha ingresado a nuestros discursos a partir de léxicos médicos.
El término más clásicamente usado en psicoanálisis ha sido el de melancolía, que significa "bilis negra" y constituye uno de los cuatro humores que conformaban la teoría humoral de los griegos.
La depresión no es un síntoma, no es un querer decir disfrazado, sino un no querer decir. No es palabra encarnada en la piel, sino silencio en la carne, herida abierta, ausencia, dolor, tormenta del cerebro, el doloor del deseo irrealizable. Es no poder hablar. Es padecer el silencio, en la espera de una palabra nueva que logre sacarnos del abismo de la muerte. Es ausencia de síntoma, enmudecimiento del deseo, silenciosa desesperación.
Nuestro trabajo es acompañar al paciente, por los fríos y terribles abismos de la depresión, aguardando la oportunidad de que un chispazo invente la palabra nueva, que realice el deseo.
Si definimos la depresión como un deseo irrealizable, este se convierte en un padecimiento del silencio, que da testimonio de nuestra impotencia para encontrar algún camino a la expresión de un deseo y dar sentido a la vida.
La depresión es un término moderno que ha ingresado a nuestros discursos a partir de léxicos médicos.
El término más clásicamente usado en psicoanálisis ha sido el de melancolía, que significa "bilis negra" y constituye uno de los cuatro humores que conformaban la teoría humoral de los griegos.
La depresión no es un síntoma, no es un querer decir disfrazado, sino un no querer decir. No es palabra encarnada en la piel, sino silencio en la carne, herida abierta, ausencia, dolor, tormenta del cerebro, el doloor del deseo irrealizable. Es no poder hablar. Es padecer el silencio, en la espera de una palabra nueva que logre sacarnos del abismo de la muerte. Es ausencia de síntoma, enmudecimiento del deseo, silenciosa desesperación.
Nuestro trabajo es acompañar al paciente, por los fríos y terribles abismos de la depresión, aguardando la oportunidad de que un chispazo invente la palabra nueva, que realice el deseo.
Si definimos la depresión como un deseo irrealizable, este se convierte en un padecimiento del silencio, que da testimonio de nuestra impotencia para encontrar algún camino a la expresión de un deseo y dar sentido a la vida.