Viernes, 20 de junio de 2014
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Psicología
Psicología
Acerca de la vida y de la muerte
Duelo-abordaje desde el budismo
Una vez, una señora que había perdido a su hijo y estaba agonizante de sufrimiento
fue a ver al buda Shakyamuni.
Ya no sabía más qué hacer para calmar su dolor, y alguien, con gran compasión, le
dijo que fuera a ver al Buda, ya que él era como un médico excelente que curaba el
dolor de las personas.
Ella, desesperada y debilitada, llegó hasta la Orden budista y Shakyamuni la recibió.
Cuando la mujer le contó el estado extremo de sufrimiento en el cual se encontraba
por la pérdida de su hijo, el Buda le aseguró que él iba a resolver su sufrimiento, y que
el remedio era muy sencillo para devolverle a su hijo con vida.
Esperanzada, la señora le preguntó qué debía hacer a cambio, y el Buda le dio una
sola y fácil instrucción:
Tenía que llevarle una flor que hubiera encontrado en una casa donde jamás hubiese muerto
ni una sola persona.
La señora, feliz, salió con fuerzas renovadas a buscar esa flor.
Iba de casa en casa, y cuando preguntaba, los residentes le decían “No, aquí no murió
nadie de mi familia, pero sé que sí se murió un señor que vivía con los dueños
anteriores”, o bien “Ah, yo aquí perdí a mi esposa”, o “Todos nuestros antepasados
murieron y nacieron en esta propiedad”.
La mujer no quería desalentarse, y como vio que en el pueblo no había una sola casa donde
nunca hubiese muerto nadie, se fue a los pueblos cercanos.
Después de deambular y caminar durante meses, sin jamás encontrar esa flor ni esa
casa, finalmente un día la señora suspiró y comprendió lo que el Buda quería
enseñarle.
Fue así como volvió hasta la Orden budista, pidió hablar con Shakyamuni nuevamente, y le dijo:
“Maestro Shakyamuni, Buda, he comprendido finalmente lo que con tu gran amor
compasivo querías enseñarme.
Aunque yo creía que era única en mi dolor, y aunque pensaba que ningún otro ser
humano podía comprender siquiera lo que yo estaba pasando, entendí que la muerte
es parte inseparable de la vida, y que a lo largo de toda la historia humana, todas las
madres se han separado de sus padres, o de sus hijos, o de sus esposos o
hermanos… No puedo pensar la vida separada del ciclo de vida y muerte.
Cuando entendí que mi sufrimiento era inherente a la vida, y que todos los seres
pasaban por este mismo dolor, de una manera extraña y curiosa mi sufrimiento
desapareció”.
Duelo-abordaje desde el budismo
Una vez, una señora que había perdido a su hijo y estaba agonizante de sufrimiento
fue a ver al buda Shakyamuni.
Ya no sabía más qué hacer para calmar su dolor, y alguien, con gran compasión, le
dijo que fuera a ver al Buda, ya que él era como un médico excelente que curaba el
dolor de las personas.
Ella, desesperada y debilitada, llegó hasta la Orden budista y Shakyamuni la recibió.
Cuando la mujer le contó el estado extremo de sufrimiento en el cual se encontraba
por la pérdida de su hijo, el Buda le aseguró que él iba a resolver su sufrimiento, y que
el remedio era muy sencillo para devolverle a su hijo con vida.
Esperanzada, la señora le preguntó qué debía hacer a cambio, y el Buda le dio una
sola y fácil instrucción:
Tenía que llevarle una flor que hubiera encontrado en una casa donde jamás hubiese muerto
ni una sola persona.
La señora, feliz, salió con fuerzas renovadas a buscar esa flor.
Iba de casa en casa, y cuando preguntaba, los residentes le decían “No, aquí no murió
nadie de mi familia, pero sé que sí se murió un señor que vivía con los dueños
anteriores”, o bien “Ah, yo aquí perdí a mi esposa”, o “Todos nuestros antepasados
murieron y nacieron en esta propiedad”.
La mujer no quería desalentarse, y como vio que en el pueblo no había una sola casa donde
nunca hubiese muerto nadie, se fue a los pueblos cercanos.
Después de deambular y caminar durante meses, sin jamás encontrar esa flor ni esa
casa, finalmente un día la señora suspiró y comprendió lo que el Buda quería
enseñarle.
Fue así como volvió hasta la Orden budista, pidió hablar con Shakyamuni nuevamente, y le dijo:
“Maestro Shakyamuni, Buda, he comprendido finalmente lo que con tu gran amor
compasivo querías enseñarme.
Aunque yo creía que era única en mi dolor, y aunque pensaba que ningún otro ser
humano podía comprender siquiera lo que yo estaba pasando, entendí que la muerte
es parte inseparable de la vida, y que a lo largo de toda la historia humana, todas las
madres se han separado de sus padres, o de sus hijos, o de sus esposos o
hermanos… No puedo pensar la vida separada del ciclo de vida y muerte.
Cuando entendí que mi sufrimiento era inherente a la vida, y que todos los seres
pasaban por este mismo dolor, de una manera extraña y curiosa mi sufrimiento
desapareció”.