Psicología
Estas dos historias contienen un único hecho: una pareja mixta, decepcionada tras los primeros tiempos de su vida en común. ¿Quien lleva la razón? Los dos, o ninguno, no lo sé. Pero comprendo que, cuando uno consigue hacerse dueño/a de sus propios procesos, éstos se transforman en oportunidades para compartir la integridad del ser con la otra persona, gracias a las afortunadas diferencias.
LA HISTORIA DE ELLA:
En estos días los recuerdos me atropellan sin control, dejándome sólo un mínimo respiro para dormir un rato y volver a recordar. La historia empezó aquel día, cuando lo dejé todo para vivir con él. Atrás quedó la niña que reía por todo y por nada, para dar existencia a esta mujer, corriendo tras un sueño que me prometía paraísos insospechados. Al principio, las posibilidades eran infinitas aunque a veces me sentía algo mareada con tanta novedad. Nuevo idioma, nueva gente, nuevos lugares, nueva comida. Todo nuevo!!! Pasaba horas enteras escribiendo cartas a mis personas queridas, leyendo las noticias del país del que marché y, cuando por fin me animaba a salir a caminar las calles nuevas, a veces ni siquiera recordaba qué me había traído hasta aquí.
Porque, de pronto y sin saber cómo, la luz se convirtió en sombra, en la parte oscura de lo que una vez imaginé. Y los días fueron largas horas de esperarle después de su jornada de trabajo satisfecho y de la mía, de espera interminable. Porque yo, que por él dejé mi casa, mi barrio, mi ciudad y mi país, me fui convirtiendo en otra, intentando comprender este idioma indescifrable, con su gente y sus costumbres.
Ahora que llegaron las dificultades y la distancia entre los dos parece haber ganado la batalla… ¡Qué paradoja, durmiendo en la misma cama!… me pregunto en qué momento me convertí en esta mujer frágil, que daría la vida por una simple palmadita en la espalda para reconocerse viva. Yo, esa chica independiente que superaba toda prueba y que ahora se ve sentada y callada, esperando la propuesta de este hombre que, tal vez hoy… hoy sí… tenga un poco de tiempo para darnos juntos un respiro.
¿Acaso él lo podría entender? El, que no se movió ni un centímetro de donde estaba… mientras yo sólo deseo, desde el fondo de mi alma vagabunda y herida, gritar desesperadamente… ¡¡¡ Por ti lo dejé todo !!!
LA HISTORIA DE ÉL:
En estos días los recuerdos me atropellan sin control, dejándome solo un mínimo respiro para dormir un rato y volver a recordar. La historia empezó aquel día, cuando lo dejé todo para ir a esa estación, a recibir a la mujer con quien iba a vivir a partir de ahora. Atrás quedó el hombre solo y libre, para dar existencia a una vida de pareja, que me prometía paraísos insospechados. Al principio, las posibilidades eran infinitas aunque a veces me sentía algo mareado con tanta novedad. Nuevo estado, nuevas responsabilidades, nuevas presencias, nueva rutina. Todo nuevo!!! Pasaba horas enteras intentando agradarle, pero siempre encontraba una barrera, y además, ella parecía preferir pasar el tiempo escribiendo cartas a no sé quién, leyendo las noticias del país del que marchó y, cuando por fin se animaba a salir a caminar las calles nuevas, a veces ni siquiera parecía estar aquí, conmigo.
Porque de pronto y sin saber cómo, la luz se convirtió en sombra, en la parte oscura de lo que una vez imaginé. Y los días fueron largas horas de trabajo interminable, como una forma excusable de fugarme de nosotros, para llegar a casa después de la jornada de esfuerzos sin parar, y de la suya, de pasarse el tiempo pensando en lo que no le doy. Porque yo, que por ella dejé mi vida conocida y mi rutina, me fui convirtiendo en otro, intentando comprender a esta mujer indescifrable, con su acento y sus costumbres.
Ahora que llegaron las dificultades y la distancia entre los dos parece haber ganado la batalla… ¡Qué paradoja, durmiendo en la misma cama!… me pregunto en qué momento me convertí en este hombre triste que daría la vida por un simple “buenas noches” para sentirse querido. Yo, ese chico fuerte que superaba toda prueba y que ahora se ve sentado y callado, esperando la propuesta de esta mujer que, tal vez hoy… hoy sí… tenga un poco de ganas para darnos juntos un respiro.
¿Acaso ella lo podría entender? Ella, que se ha pasado la vida moviéndose de aquí para allá, que todo lo vive nuevo… mientras yo sólo deseo, desde el fondo de mi alma quieta y herida, gritar desesperadamente… ¡¡¡ Por ti lo dejé todo!!!
María Clara Ruiz