Martes, 18 de marzo de 2014
PROLIDERA fábrica de líderes con corazón
- Algemesí, (España)
Psicología
Psicología
Tiempo y silencio
Gritos y cantos
Cielos y besos
Voz y quebranto
Nacer en tu risa
Crecer en tu llanto
Vivir en tu espalda
Morir en tus brazos.
Inspirado en estos bellos versos de Pedro Guerra, perfectamente respetados en la voz de Cesaria Evora (http://www.goear.com/listen/26c732b/tiempo-y-silencio-cesaria-evora-y-pedro-guerra) recupero el aliento que me ha guardado en silencio durante un tiempo. El silencio. Manantial inagotable de palabras y sonidos. Viaje directo a mis emociones. Tan apreciado como insoportable. Fuente de placer que aún perdura gratuito, de búsqueda personal, de presencia aquí y ahora, remanso de calma y paz interior para unos; para otros la ausencia, forma de abandonarse en el dolor, mecanismo de escape o evitación de la ansiedad que provoca el miedo a lo desconocido. Sinónimo de sombra y oscuridad a veces, de respeto y comprensión otras. Me inquieta el silencio tanto como sosiego me brinda. ¿Qué se esconde en el silencio? ¿Qué guarda tan en secreto? Anhelo el deleite de sus sonidos, como hicieran Simon y Garfunkel. Bendigo el momento en que del silencio nació el fado.
El silencio es a la palabra como la noche al día, ¿pues no es acaso callar una de las posibilidades del habla, inherente a ella? Nace y se desvanece el lenguaje en el silencio, ambos vagos e imperfectos. No otorga razón ni regala el significado subjetivo de las cosas quien mudo queda. Y por ello me ofrezco gustosamente a tu silencio cuando en él revelas un lugar para las intenciones y los sentimientos. Solo a ti te pertenece. Sin embargo, me incordia tu desdén cuando abandonas nuestras conversaciones pendientes y frecuentas el olvido, dejando un espacio castigador que se impone entre los dos. Doloroso como cuando gritas y lo llenas de ruidos, reclamo del poder invisible que ansías ejercer sobre mí. Silencio sepulcral que siembra tierra fértil para el juego de adivinar el pensamiento. Silencio vacío que, lejos de interrumpir la comunicación amparándose a un contexto (¿tu contexto o el mío?), debiera dejarla correr y así entendernos. Silencio al servicio de la voluntad de escucharte. Para estar también en ti dejando de estar solamente en mí. Entonces dejaremos de ser tú o yo. Entonces volveremos a ser nosotros. Porque no quiero callarme ni que tú te calles.
A las parejas que se atrincheran a un mutismo impenetrable y desolador. A las mujeres víctimas de la tiranía oculta de sus parejas.
Gritos y cantos
Cielos y besos
Voz y quebranto
Nacer en tu risa
Crecer en tu llanto
Vivir en tu espalda
Morir en tus brazos.
Inspirado en estos bellos versos de Pedro Guerra, perfectamente respetados en la voz de Cesaria Evora (http://www.goear.com/listen/26c732b/tiempo-y-silencio-cesaria-evora-y-pedro-guerra) recupero el aliento que me ha guardado en silencio durante un tiempo. El silencio. Manantial inagotable de palabras y sonidos. Viaje directo a mis emociones. Tan apreciado como insoportable. Fuente de placer que aún perdura gratuito, de búsqueda personal, de presencia aquí y ahora, remanso de calma y paz interior para unos; para otros la ausencia, forma de abandonarse en el dolor, mecanismo de escape o evitación de la ansiedad que provoca el miedo a lo desconocido. Sinónimo de sombra y oscuridad a veces, de respeto y comprensión otras. Me inquieta el silencio tanto como sosiego me brinda. ¿Qué se esconde en el silencio? ¿Qué guarda tan en secreto? Anhelo el deleite de sus sonidos, como hicieran Simon y Garfunkel. Bendigo el momento en que del silencio nació el fado.
El silencio es a la palabra como la noche al día, ¿pues no es acaso callar una de las posibilidades del habla, inherente a ella? Nace y se desvanece el lenguaje en el silencio, ambos vagos e imperfectos. No otorga razón ni regala el significado subjetivo de las cosas quien mudo queda. Y por ello me ofrezco gustosamente a tu silencio cuando en él revelas un lugar para las intenciones y los sentimientos. Solo a ti te pertenece. Sin embargo, me incordia tu desdén cuando abandonas nuestras conversaciones pendientes y frecuentas el olvido, dejando un espacio castigador que se impone entre los dos. Doloroso como cuando gritas y lo llenas de ruidos, reclamo del poder invisible que ansías ejercer sobre mí. Silencio sepulcral que siembra tierra fértil para el juego de adivinar el pensamiento. Silencio vacío que, lejos de interrumpir la comunicación amparándose a un contexto (¿tu contexto o el mío?), debiera dejarla correr y así entendernos. Silencio al servicio de la voluntad de escucharte. Para estar también en ti dejando de estar solamente en mí. Entonces dejaremos de ser tú o yo. Entonces volveremos a ser nosotros. Porque no quiero callarme ni que tú te calles.
A las parejas que se atrincheran a un mutismo impenetrable y desolador. A las mujeres víctimas de la tiranía oculta de sus parejas.