Lunes, 11 de julio de 2016
PS. PAULA F. LUCERO
- Rosario, (Argentina)
Psicología
Psicología
La dimensión constructiva del síntoma
Artículo publicado en Revista Salud y Trabajo Nº 6
“Uno solo es responsable en la medida
de su saber hacer”. J. Lacan (1975)
Aunque Freud haya tomado este término de la medicina, el síntoma en Psicoanálisis no siempre se relaciona con la enfermedad. Además de su cara patológica, hay una vertiente constitutiva del síntoma que aparece en la teoría de S. Freud al afirmar la existencia de las fobias infantiles.
J. Lacan sugiere una tercera dimensión del síntoma: la constructiva. Esta dimensión es la posibilidad (puede suceder o no) de convertir lo patológico y lo constitutivo del síntoma en un recurso del sujeto, gracias a un nudo estructural.
Los síntomas representan una modalidad de goce que toma su vestidura de las fijaciones en distintas fases del desarrollo libidinal. El síntoma como “formación sustitutiva de una moción pulsional” le da cuerpo a una satisfacción detenida, en donde cierta cantidad de energía se estaciona y se consume. En general, puede considerarse al síntoma como un intento fallido de solución de un conflicto.
En Inhibición, Síntoma y Angustia, S. Freud se refiere a la extraterritorialidad del síntoma, en donde lo más ajeno es lo más propio del yo. Por su parte, cuando J. Lacan indaga esta característica paradojal del síntoma, parece proponer una manera más saludable de resolver esta paradoja.
Al final de su obra, J. lacan nos invita a pensar de forma pragmática: el síntoma puede ser apropiado y transformado por el sujeto.
En el seminario El Sinthome, Lacan se cuestiona nuevamente por la locura, pero esta vez escribe: “¿de que modo el artificio puede apuntar expresamente a lo que se presenta primeramente como síntoma?”.
Lacan interroga la función de la escritura en la vida de J. Joyce, y descubre que su arte fue un medio para convertir el síntoma en sinthome, marca singular del sujeto. El arte muchas veces sostiene, contiene y consuela.
Sin embargo, cuando Lacan se refiere a “saber hacer con el síntoma”, alude al arte como forma (saber hacer algo con nada) más que como contenido (saber escribir, pintar, diseñar, etc.).
Esta maniobra del savoir faire involucra cierto trabajo artístico porque supone una creación a partir del vacío, creación que se apuntala en la ausencia de relación sexual.
Saber hacer significa una transgresión y una apuesta, ya que el sujeto logra trascender el sufrimiento sin abolirlo.
Del hallazgo del nudo borromeo, se desprende una provechosa concepción del fin de análisis: el fin de análisis consiste en una identificación al sinthome, es decir, consiste en saber arreglárselas con lo que a uno le pasa.
Pero aunque parezca simple, esto no es tan sencillo. Leonardo Da Vinci demoró siete años en terminar su obra “La última Cena”…
En un análisis, se podrían diferenciar tres momentos lógicos:
1) Un acontecimiento invade causando sus efectos, la incidencia de lo real se presenta bajo la forma de una repetición que insiste.
2) Saber sobre el síntoma. El síntoma se presenta como formación evasiva que permite al sujeto defenderse o refugiarse de lo acontecido. El padecimiento es perpetrado por otro. La apuesta es del analista.
3) Saber hacer con el síntoma. Implica una admisión que queda a cargo del sujeto. Sea bueno o malo, es algo que le ocurre al sujeto y en esta medida es responsable. A partir de esta apropiación del síntoma, es posible aventurar opciones respecto de lo que se sabe propio. La apuesta es del sujeto.
En este tercer tiempo, que es el tiempo del acto, se establece un nuevo acuerdo entre lo real, lo simbólico y lo imaginario. Afirma Lacan que el sinthome como cuarto nudo es capaz de reparar o ajustar la estructura por tener una función de nominación que el mismo sujeto ha podido crear.
Una transformación drástica puede observarse en el analizante cuando encuentra una respuesta para su pregunta por el ser, porque empiezan a surgir las oportunidades y los medios.
En virtud de un artificio, lo fallido de la historia deviene excusa u ocasión para la producción de lo novedoso. El síntoma pierde su sentido enigmático y el interés del sujeto se desplaza hacia otras cosas que le resultan útiles. Un nudo se ajusta y algo en el sujeto se cierra, permitiéndole acceder a una nueva forma de existir.
Saber hacer con el síntoma es saber hacer Uno con tres, saber que implica un trabajo combinatorio de elementos discontinuos que serán modelados y ordenados artesanalmente.
La unicidad obtenida es herética y profana, en la medida en que este Uno consiste preservando la diferencia y la inconsistencia de la estructura. La práctica clínica revela sin cesar que no basta con que el sujeto tenga un cierto número de bienes, a esos bienes hay que poder utilizarlos.
Saber hacer con el síntoma es entonces, saber hacer con la ex - sistencia.
Artículo publicado en Revista Salud y Trabajo Nº 6
“Uno solo es responsable en la medida
de su saber hacer”. J. Lacan (1975)
Aunque Freud haya tomado este término de la medicina, el síntoma en Psicoanálisis no siempre se relaciona con la enfermedad. Además de su cara patológica, hay una vertiente constitutiva del síntoma que aparece en la teoría de S. Freud al afirmar la existencia de las fobias infantiles.
J. Lacan sugiere una tercera dimensión del síntoma: la constructiva. Esta dimensión es la posibilidad (puede suceder o no) de convertir lo patológico y lo constitutivo del síntoma en un recurso del sujeto, gracias a un nudo estructural.
Los síntomas representan una modalidad de goce que toma su vestidura de las fijaciones en distintas fases del desarrollo libidinal. El síntoma como “formación sustitutiva de una moción pulsional” le da cuerpo a una satisfacción detenida, en donde cierta cantidad de energía se estaciona y se consume. En general, puede considerarse al síntoma como un intento fallido de solución de un conflicto.
En Inhibición, Síntoma y Angustia, S. Freud se refiere a la extraterritorialidad del síntoma, en donde lo más ajeno es lo más propio del yo. Por su parte, cuando J. Lacan indaga esta característica paradojal del síntoma, parece proponer una manera más saludable de resolver esta paradoja.
Al final de su obra, J. lacan nos invita a pensar de forma pragmática: el síntoma puede ser apropiado y transformado por el sujeto.
En el seminario El Sinthome, Lacan se cuestiona nuevamente por la locura, pero esta vez escribe: “¿de que modo el artificio puede apuntar expresamente a lo que se presenta primeramente como síntoma?”.
Lacan interroga la función de la escritura en la vida de J. Joyce, y descubre que su arte fue un medio para convertir el síntoma en sinthome, marca singular del sujeto. El arte muchas veces sostiene, contiene y consuela.
Sin embargo, cuando Lacan se refiere a “saber hacer con el síntoma”, alude al arte como forma (saber hacer algo con nada) más que como contenido (saber escribir, pintar, diseñar, etc.).
Esta maniobra del savoir faire involucra cierto trabajo artístico porque supone una creación a partir del vacío, creación que se apuntala en la ausencia de relación sexual.
Saber hacer significa una transgresión y una apuesta, ya que el sujeto logra trascender el sufrimiento sin abolirlo.
Del hallazgo del nudo borromeo, se desprende una provechosa concepción del fin de análisis: el fin de análisis consiste en una identificación al sinthome, es decir, consiste en saber arreglárselas con lo que a uno le pasa.
Pero aunque parezca simple, esto no es tan sencillo. Leonardo Da Vinci demoró siete años en terminar su obra “La última Cena”…
En un análisis, se podrían diferenciar tres momentos lógicos:
1) Un acontecimiento invade causando sus efectos, la incidencia de lo real se presenta bajo la forma de una repetición que insiste.
2) Saber sobre el síntoma. El síntoma se presenta como formación evasiva que permite al sujeto defenderse o refugiarse de lo acontecido. El padecimiento es perpetrado por otro. La apuesta es del analista.
3) Saber hacer con el síntoma. Implica una admisión que queda a cargo del sujeto. Sea bueno o malo, es algo que le ocurre al sujeto y en esta medida es responsable. A partir de esta apropiación del síntoma, es posible aventurar opciones respecto de lo que se sabe propio. La apuesta es del sujeto.
En este tercer tiempo, que es el tiempo del acto, se establece un nuevo acuerdo entre lo real, lo simbólico y lo imaginario. Afirma Lacan que el sinthome como cuarto nudo es capaz de reparar o ajustar la estructura por tener una función de nominación que el mismo sujeto ha podido crear.
Una transformación drástica puede observarse en el analizante cuando encuentra una respuesta para su pregunta por el ser, porque empiezan a surgir las oportunidades y los medios.
En virtud de un artificio, lo fallido de la historia deviene excusa u ocasión para la producción de lo novedoso. El síntoma pierde su sentido enigmático y el interés del sujeto se desplaza hacia otras cosas que le resultan útiles. Un nudo se ajusta y algo en el sujeto se cierra, permitiéndole acceder a una nueva forma de existir.
Saber hacer con el síntoma es saber hacer Uno con tres, saber que implica un trabajo combinatorio de elementos discontinuos que serán modelados y ordenados artesanalmente.
La unicidad obtenida es herética y profana, en la medida en que este Uno consiste preservando la diferencia y la inconsistencia de la estructura. La práctica clínica revela sin cesar que no basta con que el sujeto tenga un cierto número de bienes, a esos bienes hay que poder utilizarlos.
Saber hacer con el síntoma es entonces, saber hacer con la ex - sistencia.