Jueves, 08 de febrero de 2018
Psica
- Vigo, (España)
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El suicidio y la conducta suicida (intento que hace la persona para acabar con su vida, con resultado frustrado), son problemas de salud que no sólo afectan al suicida, sino también a su red de apoyo (especialmente a sus familiares). Estos acuden a consulta repletos de preocupación, buscando pautas de actuación adecuadas para preservar la integridad de su ser querido. En este sentido, nuestra experiencia profesional evidencia que existen una serie de mitos respecto al suicidio, que se trasladan a las personas a cargo del bienestar del potencial suicida.
La concepciones equivocadas, fomentadas por creencias culturales erróneas, son factores de riesgo con consecuencias fatales (suicidio consumado). Por su importancia, hemos recopilado los mitos con mayor credibilidad social, desmontándolos en base a conocimientos científicos. Según Pérez Barrero (2000), las creencias erróneas más perjudiciales, son:
MITO UNO.- “Si se quisiera matar, lo haría. No estaría diciéndoselo a terceras personas. Lo hace para llamar la atención”:antes de cometer el acto suicida, la persona atraviesa una serie de fases que conducen al propio suicidio. Durante las mismas, se genera una cierta ambivalencia (oscila entre la idea de “vivir” Vs de “morir”, independientemente de cuál prevalezca), por lo que no debemos interpretar estas afirmaciones como llamadas de atención, sino como un reflejo de las dudas del individuo que nos está pidiendo, directa o indirectamente, ayuda. El 10% de los suicidas, habían comunicado con anterioridad su intención de acabar con su vida.
MITO DOS.- “Si te quieres matar, lo haces bien, con un método con el que sabes que lo vas a conseguir, sino, lo que quieres es manipular”: además de la nombrada ambivalencia, existe un período en el que el potencial suicida está “probando” el método más efectivo para finalizar con su vida. En este sentido, se vivencian pensamientos encontrados: terminar con el sufrimiento atendiendo a la vida (p.ej. solicitando ayuda profesional) Vs concluir con el sufrimiento mediante la muerte. Esto indica que la persona se enfrenta a una etapa que podríamos definirse como: un acercamiento progresivo al acto suicida final. A su vez, es necesario aclarar que, los métodos empleados para la consumación suelen diferir según el sexo y la cultura: las mujeres prefieren utilizar procedimientos menos “violentos” (p.ej. ingestión de pastillas tóxicas), que pueden ser más fácilmente reversibles (p.ej. mediante un lavado de estómago); sin embargo, los hombres suelen inclinarse por sistemas de mayor “impacto” (p.ej. el ahorcamiento).
MITO TRES.- “Mi familiar está mejor de ánimo, lleva unos días más tranquilo y activo”. Esta creencia es muy peligrosa. La conducta del potencial suicida se altera una vez que supera la incomodidad derivada de la ambivalencia, y ya ha determinado: cómo, cuándo y dónde va a cometer el acto suicida. En este sentido, cuando toman la decisión, sienten un alivio emocional que es habitualmente confundido como una “mejoría”. La realidad es que no se deben reducir las medidas estrictas de vigilancia hasta pasados, por lo menos, 6 meses (algunos profesionales extienden el período a un año).
MITO CUATRO.- “El suicidio es un acto impulsivo”: como hemos visto antes, el suicida atraviesa una serie de fases previas al consumo del acto, que nada tienen que ver con un momento puntual de impulsividad.
MITO CINCO.- “Es mejor evitar hablar del suicidio con la persona y centrarse en los aspectos positivos de la vida, no vaya a ser que aumenten sus ganas de suicidarse”: aunque la dureza de esta conversación, más con un ser querido, es incuestionable, hablar sobre las ideaciones suicidas puede mejorar la sensación del individuo de estar siendo: entendido, escuchado y apreciado. A su vez, si se crea un clima de apertura emocional, el potencial suicida podrá acudir a las personas de confianza para mostrar su ambivalencia, lo que aumentará y mejorará el nivel de vigilancia (puesto que conocemos lo que piensa acerca de su muerte, y cómo evolucionan sus pensamientos al respecto).
La red de apoyo no debe obsesionarse con la evitación de estos mitos, pero sí tenerlos en cuenta para actuar con prudencia en casos que son de extrema gravedad.
“Normalmente, el suicidio es una solución permanente, a problemas temporales” (Phil Donahue).
Si conoces a alguien en esta situación, consulta a nuestro equipo de: psiquiatras y psicólogos, ¡queremos ayudaros! http://psica.net/
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¡No se debe confundir la petición de ayuda con una llamada de atención!
El suicidio y la conducta suicida (intento que hace la persona para acabar con su vida, con resultado frustrado), son problemas de salud que no sólo afectan al suicida, sino también a su red de apoyo (especialmente a sus familiares). Estos acuden a consulta repletos de preocupación, buscando pautas de actuación adecuadas para preservar la integridad de su ser querido. En este sentido, nuestra experiencia profesional evidencia que existen una serie de mitos respecto al suicidio, que se trasladan a las personas a cargo del bienestar del potencial suicida.
La concepciones equivocadas, fomentadas por creencias culturales erróneas, son factores de riesgo con consecuencias fatales (suicidio consumado). Por su importancia, hemos recopilado los mitos con mayor credibilidad social, desmontándolos en base a conocimientos científicos. Según Pérez Barrero (2000), las creencias erróneas más perjudiciales, son:
MITO UNO.- “Si se quisiera matar, lo haría. No estaría diciéndoselo a terceras personas. Lo hace para llamar la atención”:antes de cometer el acto suicida, la persona atraviesa una serie de fases que conducen al propio suicidio. Durante las mismas, se genera una cierta ambivalencia (oscila entre la idea de “vivir” Vs de “morir”, independientemente de cuál prevalezca), por lo que no debemos interpretar estas afirmaciones como llamadas de atención, sino como un reflejo de las dudas del individuo que nos está pidiendo, directa o indirectamente, ayuda. El 10% de los suicidas, habían comunicado con anterioridad su intención de acabar con su vida.
MITO DOS.- “Si te quieres matar, lo haces bien, con un método con el que sabes que lo vas a conseguir, sino, lo que quieres es manipular”: además de la nombrada ambivalencia, existe un período en el que el potencial suicida está “probando” el método más efectivo para finalizar con su vida. En este sentido, se vivencian pensamientos encontrados: terminar con el sufrimiento atendiendo a la vida (p.ej. solicitando ayuda profesional) Vs concluir con el sufrimiento mediante la muerte. Esto indica que la persona se enfrenta a una etapa que podríamos definirse como: un acercamiento progresivo al acto suicida final. A su vez, es necesario aclarar que, los métodos empleados para la consumación suelen diferir según el sexo y la cultura: las mujeres prefieren utilizar procedimientos menos “violentos” (p.ej. ingestión de pastillas tóxicas), que pueden ser más fácilmente reversibles (p.ej. mediante un lavado de estómago); sin embargo, los hombres suelen inclinarse por sistemas de mayor “impacto” (p.ej. el ahorcamiento).
MITO TRES.- “Mi familiar está mejor de ánimo, lleva unos días más tranquilo y activo”. Esta creencia es muy peligrosa. La conducta del potencial suicida se altera una vez que supera la incomodidad derivada de la ambivalencia, y ya ha determinado: cómo, cuándo y dónde va a cometer el acto suicida. En este sentido, cuando toman la decisión, sienten un alivio emocional que es habitualmente confundido como una “mejoría”. La realidad es que no se deben reducir las medidas estrictas de vigilancia hasta pasados, por lo menos, 6 meses (algunos profesionales extienden el período a un año).
MITO CUATRO.- “El suicidio es un acto impulsivo”: como hemos visto antes, el suicida atraviesa una serie de fases previas al consumo del acto, que nada tienen que ver con un momento puntual de impulsividad.
MITO CINCO.- “Es mejor evitar hablar del suicidio con la persona y centrarse en los aspectos positivos de la vida, no vaya a ser que aumenten sus ganas de suicidarse”: aunque la dureza de esta conversación, más con un ser querido, es incuestionable, hablar sobre las ideaciones suicidas puede mejorar la sensación del individuo de estar siendo: entendido, escuchado y apreciado. A su vez, si se crea un clima de apertura emocional, el potencial suicida podrá acudir a las personas de confianza para mostrar su ambivalencia, lo que aumentará y mejorará el nivel de vigilancia (puesto que conocemos lo que piensa acerca de su muerte, y cómo evolucionan sus pensamientos al respecto).
La red de apoyo no debe obsesionarse con la evitación de estos mitos, pero sí tenerlos en cuenta para actuar con prudencia en casos que son de extrema gravedad.
“Normalmente, el suicidio es una solución permanente, a problemas temporales” (Phil Donahue).
Si conoces a alguien en esta situación, consulta a nuestro equipo de: psiquiatras y psicólogos, ¡queremos ayudaros! http://psica.net/