Psicología
Dra. Verónica Espinosa Psicóloga Clínica
Hospital de los Valles
www.veronicaespinosa.com
“Mi hija era mi princesita, le encantaba hablar conmigo y ahora no confía en mí. Se opone a todo lo que le digo, me contesta, me rechaza, parecemos perros y gatos. Se encierra en su dormitorio y me dice: déjame vivir mi vida, ya soy grande. Le adoro pero no me entiende ni la entiendo”, dice la madre.
La hija manifiesta: “Mi mamá se mete en mi vida, siempre me dice qué hacer, nada de lo que hago le gusta, me critica, se enoja por todo, no sabe lo que me pasa, no me entiende. La quiero pero no la soporto, me asfixia!”.
¿Te identificas con alguna de estas frases? Con este artículo sentirás que no estás sola.
EL CAMINO COMPLICADO PERO NORMAL EN LA RELACION DE UNA MADRE Y SU HIJA ADOLESCENTE
Una relación profunda, intensa y compleja así es definida la relación de una madre con su hija adolescente.
Sin pretender generalizar, luego de la primera infancia (3 a 5 años) aparecen los primeros conflictos entre madre e hija. Usualmente, la niña busca a su progenitora, quien es su referente, su modelo, la ve como amiga, aliada; y si la madre encontró oportunidades para conocerla, compartir y desarrollar una buena comunicación y confianza, su hija buscará sus consejos, apoyo y guía. Todo es maravilloso para la madre, sabe lo que siente y piensa su hija, pero cuando llega a la adolescencia la relación cambia radicalmente y tanto la madre como la hija consideran que nada de lo que hacen funciona.
La relación madre e hija cambia, pasa de una dependencia mutua a una búsqueda de libertad. La hija adolescente desea ser independiente, autónoma y necesita diferenciarse de su madre, pese a que la necesita. Este proceso genera tensión y constantes enfrentamientos.
En esta etapa se produce una lucha; por un lado, la madre anhela continuar guiando y protegiendo a su hija y la joven ya no quiere seguir su vida de acuerdo a los valores y creencias de su madre, desea ser ella misma, construir su propia historia y para esto necesita separarse. Considera que su madre la juzga y trata de imponer su criterio, por lo que se siente más comprendida por sus amigas.
Según Terri Apter, psicóloga, “Las peleas suelen empezar prácticamente de la nada, pero suben de tono con rapidez hasta que se oye a la hija decir: te odio y la madre se enfada”. En el estudio realizado por la Universidad de Cambridge, liderado por la experta, se determinó que las madres y sus hijas adolescentes tienen en promedio 15 minutos de discusión cada dos días y medio. En cambio, los adolescentes varones discuten con sus madres cada cuatro días y duran seis minutos en promedio.
Muchas veces, en esta etapa, se vive un ambiente familiar donde es común que madre e hijos sientan que no pueden decir nada, de lo contrario, su hogar se convierte en una “batalla campal”.
Cambios hormonales
Tanto la madre como la hija viven momentos en los cuales están susceptibles. Recordemos que las dos están en una etapa en la que se presentan cambios hormonales que alteran su estado de ánimo, ocasionándoles inseguridad, temor y en donde aparecen sentimientos de amor y comprensión, seguidos de rechazo y culpa; y luego, nuevamente de amor y aceptación.
Este artículo trata aspectos normales en una relación madre e hija adolescente, pero cuando el vínculo no es positivo, se producen efectos psicológicos importantes, surgiendo en algunos casos una relación de dependencia que no permite que la adolescente desarrolle adecuadamente su personalidad y auto estima; una relación de competencia y rivalidad que genera culpa y resentimiento; también puede surgir el ‘síndrome del nido vacío’, caracterizado por sentimientos de tristeza, vacío, soledad, angustia o irritabilidad, que ocurre cuando los hijos se van y los padres se sienten devastados; y por último, un vínculo patológico podría ser el disparador de trastornos emocionales severos que requieren de un tratamiento psicológico inmediato.
Encuentren momentos para compartir y disfrutar juntas, ratifiquen su amor y si se hirieron, aprendan a pedir perdón y a perdonar.
Claves para mejorar la relación entre padres e hijos adolescentes
Una relación saludable se basa en el respeto y aceptación entre padres e hijos! |
Ser madre:
En lo espiritual es conocer, sentir y vivir el VERDADERO AMOR; en lo humano es un APRENDIZAJE CONSTANTE Y RECÍPROCO; y como mujer es la FORTALEZA, FUERZA Y RAZÓN PARA VIVIR. PM-2014
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