Lunes, 31 de octubre de 2016
Nuestro Psicólogo - Gerardo Castaño
- Madrid, (España)
Psicología
Psicología
¿Qué es la depresión? [ La depresión es una alteración patológica del estado de ánimo con una disminución del humor, donde predominan los síntomas afectivos: Sensación de profundo dolor, de soledad, de culpa, de tristeza patológica, de agotamiento, irritabilidad, falta de esperanza, sensación de malestar e incapacidad para afrontar las exigencias vitales. Además, se suelen presentar en mayor o menor grado síntomas de tipo cognitivo: pérdida de concentración, atención y memoria, ideas de enfermedad, muerte o suicidio, ideas de ruina o de culpabilidad. Síntomas relacionados con la voluntad: apatía, inhibición psicomotriz, anhedonia, abandono de tareas cotidianas o del trabajo. Síntomas somáticos: cefalea, pérdida del sueño, cansancio, dolores variados, somatizaciones diversas, etc ). Todo esto conlleva un serio trastorno de la vida psíquica en general. Importancia de la depresión. Según la OMS las alteraciones neuro-psiquiátricas son aproximadamente el 28% de todas las enfermedades mundiales. De este tremendo porcentaje del 28%, más de una tercera parte corresponde a los trastornos depresivos. Decía la Organización Mundial de la Salud que la depresión afectaba a unos 350 millones de personas en el mundo en el año 2012 , con una tendencia claramente ascendente. Así en Europa la cifra de enfermos con depresión en 2016 es de 30 millones de personas. Si nos centramos en nuestro país podemos calcular que entre 3,7 y 6,9 millones de españoles padecerán depresión en algún momento de su vida. Es evidente el terrible impacto que esta enfermedad supone, no solamente para el enfermo que la padece, sino para las familias y la sociedad, con el consiguiente impacto en la economía. La probabilidad de estar sin trabajo es del doble en los pacientes depresivos, que tienen un riesgo mucho más elevado de caer en la marginación social e integrar el grupo de personas llamadas eufemísticamente "sin recursos". La depresión se convertirá en 2030, según las predicciones de la OMS, en la principal causa de carga de enfermedad. Se calcula que al menos un 50% de las personas con depresión no reciben el tratamiento idóneo o no reciben tratamiento alguno. Factores que influyen en la aparición de la enfermedad. Como factores sociales que se asocian en mayor grado a la depresión cabe señalar: 1.- Mujeres, sobre todo si son cabeza de familia, se dedican en exclusiva a las labores domésticas o si cuidan a algún anciano o enfermo crónico 2.- La depresión aparece más en niveles sociales inferiores, así como en personas con escasos recursos económicos. 3.- La falta de empleo, y sobre todo en hombres tiene gran importancia. 4.- El desarraigo social. 5.- Problemas con la ley: juicios, demandas, separaciones, querellas, ... 6.- Situaciones de violencia 7.- Consumo de tóxicos. 8.- Personas emigrantes. 9.- Al disminuir el nivel de escolaridad aumenta la posibilidad de contraer depresión. Una de los principales problemas para diagnosticar los de casos de depresión es el prejuicio sobre el estigma social, que afecta a los pacientes con problemas mentales, tanto por el maltrato en las relaciones personales y laborales, como por la auto-marginación que provoca en el propio enfermo. Las bajas laborales, incluyendo los trastornos de ansiedad y depresión, son de 7 días al mes superiores a otras enfermedades crónicas tan comunes como los procesos reumáticos. Como vive el enfermo con depresión.- Quizás sea más fácil hacernos una idea de cómo es la vida del enfermo con depresión viendo el caso de Miguel, varón de 47 años. Miguel trabaja como chatarrero en un pequeño pueblo de Castilla La Mancha. Abandonó los estudios muy joven para ayudar a su padre en el oficio al que ahora se dedica. Está divorciado desde hace 5 años, con mala relación con su mujer y sus dos hijas, que viven con la madre. Miguel es aficionado a la pesca, los partidos de fútbol y a jugar a las cartas en el bar en sus ratos libres. En su familia cuentan que su abuelo materno se ahorcó de una oliva hace muchos años sin motivo aparente. Su madre, que murió joven de cáncer de mama, era triste y taciturna. En el servicio militar tuvo un episodio que podríamos considerar depresivo, al que no le dieron importancia y que desapareció espontáneamente al cabo de unas semanas. Desde hace unas semanas Miguel duerme mal, le cuesta coger el sueño, da muchas vueltas en la cama, y él dice que es debido a que hace mal la digestión y “se le repite mucho la cena”. Cuenta que a consecuencia de dormir mal está cansado, de mal genio, irritable, ha tenido una pelea con su compañero de cartas con el que juega al mus desde hace años, por una cosa sin importancia y desde entonces ya no va al bar. Se suele quedar tumbado en el sofá de casa viendo “cualquier tontería que echen por la tele”. Al preguntarle cómo se siente, se muestra esquivo, dice que está bien, "que es sólo una racha mala que se pasará pronto". Al insistir más en el tema, reconoce que a veces se siente un poco solo, y le ha dado por pensar en que tiene la culpa de la situación con su mujer y sus hijas. Esto le atormenta pues tiene miedo de morir sin nadie alrededor. Dice que si “no hubiera sido tan suyo” todavía su mujer y sus hijas estarían con él. A veces piensa que debería intentar rehacer la situación, pero piensa que es demasiado orgulloso y que no lo hará nunca. Últimamente le ha dado por pensar, sobre todo por las noches, cuando no puede dormir, que ”no pinta nada en este mundo” y que si se muriera “nadie me echará de menos”. Reconoce que fantasea con la idea de quitarse la vida, aunque de momento piensa que es capaz de controlarse y que “sólo son malos pensamientos”, aunque continuación concluye “qué a gusto se quedó mi abuelo“ (el suicida). Reconoce que ha perdido la ilusión por sus aficiones, ya no va de pesca, no juega a las cartas, ya ni siquiera ve los partidos de su Real Madrid de toda la vida, ha perdido el interés sexual (ocasionalmente salía con una viuda). En los últimos días cada vez está más cansado, con frecuencia le duele la cabeza, no tiene ilusión y muchos días ya no sale a trabajar, y le ha dado por pensar que va a tener “algo malo” y no deja de dar vueltas al tema. Una hermana de su madre, que le ayuda bastante en las tareas domésticas le convence de que vaya al médico. Ante las preguntas del galeno, le dice que no está triste, que “se siente vacío”, “como sin vida”. Ha perdido la esperanza y no espera nada de la vida. Su médico le pide una analítica de sangre que resulta normal, habla con él largo y tendido, le pregunta sobre esos pensamientos "de hacer una barbaridad y quitarse la vida" y le dice que piensa que tiene una depresión y que debería ir al psiquiatra, a lo que Miguel se niega en rotundo “porque él no está loco”. Dado que su médico no logra convencerlo de ir al psiquiatra le pone un tratamiento antidepresivo que acepta de mala gana. A los pocos días vuelve a la consulta diciendo que las pastillas no le hacen nada y que “le ensucian el estómago”. El médico le explica que el tratamiento no hace efecto inmediatamente, sino que a medida que pasen los días se sentirá con más ánimos, dormirá mejor y recuperará poco a poco la ilusión. Miguel acepta las explicaciones, sigue con el tratamiento y al cabo de un mes vuelve a la consulta para pedir al médico un “volante para el loquero” (se refiere al psicólogo de la Seguridad Social). Su hija pequeña , enterada de lo sucedido vino a verle, hicieron las paces y le contó que a una amiga suya que había tenido “depre” le había venido muy bien ir al psicólogo, además del tratamiento farmacológico. Miguel empezó a ir (a escondidas) a un psicólogo en Madrid, estuvo seis meses con el tratamiento farmacológico y probablemente a estas horas esté jugando al mus con su amigo de toda la vida, discutiendo a viva voz si fue penalti el primer gol de Ronaldo contra el Alavés y saboreando el buen rato que pasó el fin de semana con su amiga viuda. Me he permitido este final un poco frívolo para la historia de Miguel, porque creo que esta historia, con mil matices diferenciales, es la historia de muchas personas, que se sientes vacías, sin esperanza ni ilusión en la vida, sin fuerzas para reaccionar, pensando que lo suyo no tiene remedio, atormentados por ideas de ruina, culpa o enfermedad, creyendo firmemente que lo mejor que les puede pasar es morirse y acabar de sufrir, cuando no intentando de forma activa acabar con su vida. Esta historia pretende ser una tabla de salvación para que todos los que se vean reflejados acudan a su médico o a un psicoterapeuta, para iniciar un camino, no siempre fácil, pero que seguro les llevará a recuperar una vida que creían perdida.
Autor: Gerardo Castaño R.
Este artículo ha sido compartido por el autor desde su Blog en "Psicólogo de Madrid - Psicólogo de Familia".
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