Psicología
Se trata de un estado emocional en el que predomina la ansiedad por el miedo a perder lo que se tiene, o se cree tener. El rasgo más relevante es la desconfianza y el temor de ser rechazado/a. Cuando ese temor se sale de su lógica y se presenta exagerado o incluso infundado, tiene más que ver con la inseguridad y con la baja autoestima que con la realidad del amor.
Mucho se ha hablado de los celos a lo largo de la historia, y en varios momentos y culturas se han integrado en la vida social como un recurso para garantizar la supervivencia del amor. Incluso hoy día, en ocasiones se siguen valorando positivamente los celos, aunque supongan un fuerte motivo de sufrimiento en la persona que los padece y en sus objetos amorosos, impidiendo establecer relaciones saludables, ya que se consigue retener a los demás en dinámicas que
tienen que ver más con el miedo que con el amor, porque la libertad de elegir se transfigura en amenaza.
Los celos enturbian las relaciones volviéndose posesivos y persecutorios, porque alteran la percepción, la memoria, el pensamiento y el comportamiento, disminuyendo cada vez más los espacios de disfrute y de expansión por el encuentro, y poniendo en peligro el equilibrio, que en una relación afectiva se basa en la complicidad, en la tolerancia y en el respeto por la autonomía del otro/a. Me referiré especialmente a los celos en la pareja, consciente de que no es el único espacio afectivo en el que se dan, ya que no es raro encontrarlos, muchas veces velados, en relaciones laborales, de padres a hijos, en familias y en grupos de amigos.
Por supuesto, nadie elige deliberadamente sentir celos. Estos invaden el mundo interno afectivo sin pedir permiso y sin ofrecer la llave para cerrar la puerta del sufrimiento que generan. Pero si se buscan los motivos de fondo que los provocan, seguramente se encuentre, no sólo la posibilidad de comprender sus mecanismos, sino también la capacidad para ponerlos en su sitio y liberarse de sus amargas sensaciones. Cada cual tiene su historia personal y con esta sus dinámicas psicológicas y, de alguna manera, se ha aprendido un guión acerca del amor, cargado de mitos que apoyan la conducta celosa y avalándola casi como una virtud. Estos son algunos de esos mitos que habrá que ir desmontando, a medida que se vaya abriendo la posibilidad de mantener relaciones basadas en la libertad, la única manera posible del amor:
– Mi pareja, hijo/a, amigo/a, debe quererme todo el tiempo.
– Mi amor tiene que ser correspondido y si no es así mi vida no tiene sentido.
– No puedo soportar que la otra persona no me quiera tanto como yo a ella.
– No merezco amor, soy inadecuada/o por no conseguir que esa persona me quiera. – Si él/ella me deja, no habrá nadie más y seré infeliz el resto de mi vida.
– Dependo de su amor para vivir.
– Si él/ella me es infiel, pensarán que es mi culpa, que soy tonta/o e incapaz.
– Si no tiene celos es que no me quiere.
Constituiría un gran aporte social replantear la cultura de los celos vinculada al amor, cuyos efectos se ven casi a diario en la mayoría de casos de violencia doméstica, siendo los celos patológicos el motor de frecuentes asesinatos físicos y psicológicos. A pesar de toda lucha, no se conseguirá una solución a este problema mientras se siga permitiendo transmitir como valor esta asociación, que se representa en la vida cotidiana a través de la publicidad, de series y telenovelas, dereality shows, etc., además de la transmisión generacional de valores.
Las relaciones afectivas contienen la mezcla de una gran variedad de sentimientos. Están llenas de amor, desamor, gana, desgana, encuentro, desencuentro, etc. Ser conscientes de estos sentimientos y darles vías adecuadas de expresión, ayuda a prevenir otras formas perversas de relacionarse. Porque no se trata de negar y de ocultar los sentimientos menos agradables, sino de tener la suficiente madurez emocional para gestionarlos, tanto a nivel individual como de pareja, de familia o de grupo.
Celos y Psicoterapia:
Cuando uno se enamora, experimenta un estado de vulnerabilidad y toma consciencia de que el otro/a le puede hacer daño. Esta es una posibilidad real y, por eso, son frecuentes los sentimientos de inseguridad, de temor o recuerdos de momentos en que también se ha sido vulnerable. Los más antiguos recuerdos (aún inconscientes) ejercen una influencia importante en la forma como se perciben las relaciones actuales, incluso en la elección de las/los compañeros afectivos. No es que las experiencias infantiles de celos “provoquen” los celos actuales, pero sí podría decirse que las experiencias de hoy actualizan las vivencias infantiles pendientes de resolver. En este sentido, la Psicoterapia ayuda a encontrar los orígenes de los celos, vinculando las vivencias pasadas con las actuales para su comprensión y su resolución.
Con el apoyo psicoterapéutico se puede conseguir una mayor capacidad para gestionar los celos. No podemos volver atrás en el tiempo, ni evitar lo que pudo dañarnos en algún momento de nuestras vidas. Pero sí podemos darnos la oportunidad de curar las heridas para recuperar el equilibrio que nos permita disfrutar de relaciones afectivas duraderas, que nos brinden compromiso, confianza y seguridad, sin por ello renunciar a la sana libertad.
María Clara Ruiz