Psicología
“orientar al niño en la vida se cuenta entre las responsabilidades propias de la escuela, y los problemas sexuales son parte importante de dicha orientación” S. Freud
Cuando hablamos de sexualidad infantil, qué entendemos?
Entendemos que el niño es sexuado desde el nacimiento, qué quiere decir esto; quiere decir que el niño tiene sensaciones en el cuerpo, tanto de placer como de sufrimiento. La sexualidad infantil es autoerótica, en donde el objeto sexual es el propio cuerpo; esta etapa está marcada por la ignorancia de los niños en cuanto al orificio vaginal y al semen. La satisfacción se traslada a otras partes del cuerpo, como la boca, los ojos o el ano.
Por tanto es completamente diferente de la sexualidad adulta. Para los niños lo determinante es el propio placer, mientras que los adultos se centran en el acto sexual, que implica siempre la pareja.
El acto sexual como tal es desconocido para los niños y su organización psíquica y fisiológica los deja en la ignorancia hasta bien entrada la pubertad.
El placer sexual del niño se basa en actividades parciales como chupar, defecar, mirar, invocar, tocar.
El niño en el placer sexual no tiene los diques morales de los adultos, estos son el asco, la vergüenza, la moral o la compasión por el otro; es por esto que la educación tiene una función especial en la aparición de estos reguladores.
Durante los primeros años del desarrollo del niño la marca recae sobre la creación de teorías sexuales infantiles.
Las teorías sexuales
La primera, y más interesante pregunta, es por la diferencia de los sexos que se da entre los 3 y los 5 años de edad. Aunque esta pregunta es interesante se resuelve por un “tiene” o “no tiene”: Yo soy niño tengo. Yo soy niña no tengo. Los animales tienen hace-pipi pero las sillas no… las niñas tienen una rayita, lo tienen más chiquito o no les ha crecido o como última posibilidad queda que se lo hayan cortado.
El segundo gran problema que atarea a los niños es el del origen de los hijos: De dónde salió, y cómo hizo para llegar a la barriga de la mamá y cómo saldrá de ella; el apetito de saber los conduce a frecuentes y cambiantes teorías.
Por eso resulta lógico que los juegos sexuales se instalen en este periodo. Sus fantasías y teorías sexuales se acompañan de la exploración con los iguales: ayudarle a otro a ir al baño es tarea preciada para las niñas, sobre todo a los más pequeños: no solo verifican lo que el otro tiene, sino que se aseguran un juego maternal, con todo el erotismo que implica la relación madre e hijo.
Otro juego bien apreciado de niños y niñas es mostrar partes de su cuerpo. En especial los varones tienen gran placer en mostrar o mencionar: las nalgas o el “chichi”; poner apodos con partes del cuerpo pipí, caca, popo, chichi… calzancillos, calzones, peos… serán palabras divertidísimas y sobre las que las niñas tendrán algunos repararos. Ellas prefieren ocuparse de los asuntos serios: tener el bebé, amamantarlo, y para ello muestran o estimulan partes de su cuerpo referidas a estos actos.
¿Qué quieren saber los niños? ¿Cómo les respondemos?
Hablar de asuntos sexuales no implica informarlos de todo. La educación sexual se da a diario: palabras, gestos, chistes ¿cómo hablamos en casa de esto?