Miércoles, 25 de marzo de 2015
Dolci Vinci (Dulces Vínculos)
- Mexico DF, (México)
Psicología
La rutina, dice el diccionario, es una costumbre irreflexiva. El problema no es la costumbre, no es hacer cosas repetidamente sino la imposibilidad de reflexionar.
La costumbre es un estado mental de comodidad en donde no le interesa a uno o ambos miembros de la pareja seguir conociendo a su compañero ni a si mismo; es un estado de apaciguamiento que no permite el crecimiento mental de la unidad conyugal.
Sin embargo en la pareja no todo es disfrute ni pasión por lo que necesitamos entrenar nuestra capacidad de disfrutar con lo que hay y de amar lo que es. No llamaríamos rutinario a algo de lo que disfrutamos cada día. Cada acto de nuestra vida de pareja podría ser una "celebración", en su sentido más amplio.
¿Amor o enamoramiento?
Es importante saber diferenciar antes de entrar en materia si la pareja pasó de una etapa de enamoramiento y luna de miel a una etapa de amor maduro en donde los sentimientos son mucho más calmos y mesurados pero adquieren mayor profundidad y compromiso.
En la luna de miel hay varios fenómenos psicológicos como la idealización y un estado casi psicótico en donde todo el mundo se vuelve la persona amada. La persona puede dejar de comer, disminuye su desempeño laboral, escolar, social, se aleja de sus obligaciones, de sus amigos, de sus compromisos y todo la mente de la persona está enfocada en el ser amado. Mientras que el amor maduro es más un sentimiento de ternura que de pasión sexual; no dejando de existir la actividad sexual pero con un carácter mucho menos apasionado.
Capacidad para amar
Para pasar de una relación inestable a una relación de amor madura, se requiere de mayor contacto con la realidad.
Kernberg dice que la ternura es un prerrequisito crucial para la capacidad de amar y que es resultado de la integración de objetos parciales buenos y malos, en un todo.
Muchas parejas prefieren llegar a la costumbre porque implica una comodidad emocional, ya que una vez teniéndola no se requiere hacer ningún esfuerzo, las cosas caminan solas, sabemos los resultados y así los esperamos.
Todo está bajo control, con una cuota mínima de cariño y afecto se obtiene lo que se busca. Sin embargo en el amor jamás hay tregua emocional, es un trabajo de todos los días que implica la convicción de estar con la persona, de seguir conociéndola, pero respetando ciertas áreas de intimidad que sólo le pertenecen a ella y en las cuales no entramos.
Si la monotonía ya apareció...
En primera instancia debemos preguntarnos ¿Vemos nuestra vida sin aquella otra persona?, pues si la respuesta es no, aún existe algo que rescatar, sólo que debemos actualizar nuestra relación cada vez que podamos para no perder el asombro que nos causa la persona amada.
En segundo término debemos respondernos a una importante pregunta ¿Qué amo o amaba de mi pareja? Pues al respondernos podremos saber que explotar, al saber cuales son los puntos fuertes de nuestro sentimiento podremos usarlos para afianzar la unión con la otra persona.
Estrategias para combatir la monotonía
Es importante hacer un ejercicio de honestidad con uno mismo para identificar cuando nos sentimos mal dentro de la pareja, esto incluye la monotonía entre otros fenómenos. Hay que tomar la responsabilidad de la propia monotonía.
Entonces, ¿cuál sería la salida? Existen diversos puntos de vista, yo me inclino a creer que la respuesta es comunicación; comunicar la manera en que uno se siente dentro de la relación, los puntos que uno cree que se podrían mejorar, lo que no le gusta del otro sin atacar ni enjuiciar, simplemente con las ganas de mejorarlos en pareja. Algunos de las técnicas incluyen sorprender a nuestra pareja, divertirse juntos, atreverse a intentar cosas nuevas en la relación y posiblemente también en el plano sexual.
Y el sexo es comunicación; comunicación de verdad, visceral, no verbal, auténtica, física y emotiva. El reto es comunicarnos los sentimientos negativos y positivos, cuidarnos, no criticarnos, crecer juntos y tener el valor de cuestionarnos constantemente sobre nuestras fallas, nuestros errores y nuestra relación sexual.
Psicología
La rutina, dice el diccionario, es una costumbre irreflexiva. El problema no es la costumbre, no es hacer cosas repetidamente sino la imposibilidad de reflexionar.
La costumbre es un estado mental de comodidad en donde no le interesa a uno o ambos miembros de la pareja seguir conociendo a su compañero ni a si mismo; es un estado de apaciguamiento que no permite el crecimiento mental de la unidad conyugal.
Sin embargo en la pareja no todo es disfrute ni pasión por lo que necesitamos entrenar nuestra capacidad de disfrutar con lo que hay y de amar lo que es. No llamaríamos rutinario a algo de lo que disfrutamos cada día. Cada acto de nuestra vida de pareja podría ser una "celebración", en su sentido más amplio.
¿Amor o enamoramiento?
Es importante saber diferenciar antes de entrar en materia si la pareja pasó de una etapa de enamoramiento y luna de miel a una etapa de amor maduro en donde los sentimientos son mucho más calmos y mesurados pero adquieren mayor profundidad y compromiso.
En la luna de miel hay varios fenómenos psicológicos como la idealización y un estado casi psicótico en donde todo el mundo se vuelve la persona amada. La persona puede dejar de comer, disminuye su desempeño laboral, escolar, social, se aleja de sus obligaciones, de sus amigos, de sus compromisos y todo la mente de la persona está enfocada en el ser amado. Mientras que el amor maduro es más un sentimiento de ternura que de pasión sexual; no dejando de existir la actividad sexual pero con un carácter mucho menos apasionado.
Capacidad para amar
Para pasar de una relación inestable a una relación de amor madura, se requiere de mayor contacto con la realidad.
Kernberg dice que la ternura es un prerrequisito crucial para la capacidad de amar y que es resultado de la integración de objetos parciales buenos y malos, en un todo.
Muchas parejas prefieren llegar a la costumbre porque implica una comodidad emocional, ya que una vez teniéndola no se requiere hacer ningún esfuerzo, las cosas caminan solas, sabemos los resultados y así los esperamos.
Todo está bajo control, con una cuota mínima de cariño y afecto se obtiene lo que se busca. Sin embargo en el amor jamás hay tregua emocional, es un trabajo de todos los días que implica la convicción de estar con la persona, de seguir conociéndola, pero respetando ciertas áreas de intimidad que sólo le pertenecen a ella y en las cuales no entramos.
Si la monotonía ya apareció...
En primera instancia debemos preguntarnos ¿Vemos nuestra vida sin aquella otra persona?, pues si la respuesta es no, aún existe algo que rescatar, sólo que debemos actualizar nuestra relación cada vez que podamos para no perder el asombro que nos causa la persona amada.
En segundo término debemos respondernos a una importante pregunta ¿Qué amo o amaba de mi pareja? Pues al respondernos podremos saber que explotar, al saber cuales son los puntos fuertes de nuestro sentimiento podremos usarlos para afianzar la unión con la otra persona.
Estrategias para combatir la monotonía
Es importante hacer un ejercicio de honestidad con uno mismo para identificar cuando nos sentimos mal dentro de la pareja, esto incluye la monotonía entre otros fenómenos. Hay que tomar la responsabilidad de la propia monotonía.
Entonces, ¿cuál sería la salida? Existen diversos puntos de vista, yo me inclino a creer que la respuesta es comunicación; comunicar la manera en que uno se siente dentro de la relación, los puntos que uno cree que se podrían mejorar, lo que no le gusta del otro sin atacar ni enjuiciar, simplemente con las ganas de mejorarlos en pareja. Algunos de las técnicas incluyen sorprender a nuestra pareja, divertirse juntos, atreverse a intentar cosas nuevas en la relación y posiblemente también en el plano sexual.
Y el sexo es comunicación; comunicación de verdad, visceral, no verbal, auténtica, física y emotiva. El reto es comunicarnos los sentimientos negativos y positivos, cuidarnos, no criticarnos, crecer juntos y tener el valor de cuestionarnos constantemente sobre nuestras fallas, nuestros errores y nuestra relación sexual.