Lunes, 30 de enero de 2017
PSITAM Espacio psicológico
- Granollers, (España)
Psicología
La psicología social es la ciencia que estudia el comportamiento humano en su dimensión social. Esta rama de la psicología inició experimentos interesantes para dar respuestas a temas intrigantes de nuestras relaciones sociales, entre ellos: la cognición social.
En nuestra vida diaria interactuamos con muchas personas. Algunas interacciones son de muy poca trascendencia (pasajeros del vagón de tren, etc), otras son rápidas (preguntar por una calle, por eje.), otros son situaciones momentáneas (saludar un vecino…). Pero incluso en los encuentros de poca trascendencia nos creamos impresiones de otra persona e intentamos descifrar por qué los demás actúan como lo hacen. Es lo que se llama en psicología social: cognición social.
¿La persona que avanza hacia mi andado por la calle es amigable, o representa amenaza o indiferencia…? En las relaciones de mayor confianza nos preguntamos ¿por qué me siento atraído/a por esta persona? o ¿es la persona “indicada”para mi?
Cuando conocemos a una persona por primera vez, registramos una serie de aspectos superficiales: ropa, gestos, forma de expresarse, tono de voz, etc. A continuación, nos regimos por esas características para colocar a la persona en una categoría. Con cada categoría se asocia un esquema, que son creencias o expectativas sobre una persona, idea u objeto basadas en la experiencia previa y que se aplican a todos los miembros de la categoría.
Si vemos una mujer que lleva una bata blanca y un estetoscopio alrededor del cuello, la incluiremos en la categoría “médico”. Y aplicaremos acto seguido nuestro esquema para la categoría “médico”: profesional muy capacitada, instruida en las enfermedades humanas y sus tratamientos, etc.
Los esquemas sirven para ayudarnos a resolver y sintetizar nuestra experiencia y forma de relacionarnos con el mundo y los otros. A la hora de relacionarnos, nos permiten concluir que si una persona es amistosa será bondadosa, generosa, que nos pueda hacer algún favor si se lo pedimos…etc.
Si la relación con la persona prosigue, agregamos nueva información sobre ésta a nuestros archivos mentales. Pero, nuestro trato posterior con la persona no nos influye tanto como la primera impresión. Esto se conoce como el efecto de primacía.
Las personas en vez de practicar una interpretación bien fundada de cada detalle que conocemos de cada persona, actúamos perezosamente con los esfuerzos mentales. Así pues, una vez que nos hemos generado una primera impresión de persona, tendemos a conservarla, ¡incluso si esa impresión se generó precipitadamente o en base al prejuicio! (es decir, sin fundamento realista).
Si una persona nueva que has conocido te cae bien, probablemente perdonarás un defecto que descubras después. Pero si alguien te causó mala impresión, es probable que no creas las evidencias posteriores que demuestren las cualidades positivas de esa persona.
Las psicología social también descubrió otra faceta de la psicología humana interesante relacionada con las primeras impresiones: la profecía autocumplida.
En un experimento clásico de la psicología social, Rosenthal y Jacobsen pasaron a todos los alumnos de una escuela primaria de California un examen al inicio del curso académico y luego entregaron a los profores una lista de los niños que el examen había calificado como “altamente inteligentes” y que por tanto, serían sobresalientes durante ese curso escolar. Pero en realidad estos niños “altamente inteligentes” fueron escogidos al azar. Lo curioso es que estos niños obtuvieron excelentes calificaciones durante el año y se convirtieron en mejores estudiantes respecto el grupo control (que no se incluyeron en la lista dado a los maestros).
¿Por qué ocurrió esto? Al parecer, los profesores eran más amables y comprensivos con los niños de quienes tenían altas expectativas, ofreciéndoles más retroalimentación positiva y asignándoles tareas más difíciles que les permitían mostrar competencia. Este descubrimiento se conoce como el efecto pigmalión.
También se ha comprovado que si se sugiere a las personas que se propongan desconfiar de las primeras impresiones o si se les anima a interpretar la información de la conducta de los demás de manera más lenta y cuidadosa, es posible llegar a eliminar el efecto de primacía.
Esto se comprovó en un estudio con unos estudiantes de aulas de refuerzo de una escuela. Se indicó a sus profesores que intentaran desconfiar de las primeras impresiones que se habían formado de estos alumnos (abriendo su mente, en cierta manera). Los resultados al llevar a cabo este experimento fue que estos alumnos obtuvieron al finalizar el año escolar mejores cualificaciones incluso que los estudiantes de aulas de no-refuerzo. Los profesores anularon su efecto de primacía.
Un estereotipo es un conjunto de características que nos creemos que comparten todos los que pertenencen a una categoría social. Un estereotipo es un tipo especial de esquema que se aplica con frecuencia a: género, raza, ocupación, aspecto físico, lugar de residencia y pertenencia a un grupo u organización.
Cuando las primeras impresiones están regidas por un estereotipo, tenemos tendencia a hacer inferencias únicamente en base a su categoría social y a ignorar información de los rasgos individuales que contra el estereotipo. Como consecuencia, grabamos información de la persona de manera selectiva o inexacta, manteniendo así nuestro estereotipo inicial.
Si entraras en una tienda de comestibles hindú en tu ciudad, a partir de tus suposiciones acerca de los vendedores hindús no adivinarías que tiene un posgrado en Biología y que está buscando empleo en la Universidad.
En resumen, los esquemas resultan útiles, pero también nos imposibilitan averiguar lo que está más allá de la superficie.
Psicología
Psicología social y el estudio de las primeras impresiones
La psicología social es la ciencia que estudia el comportamiento humano en su dimensión social. Esta rama de la psicología inició experimentos interesantes para dar respuestas a temas intrigantes de nuestras relaciones sociales, entre ellos: la cognición social.
En nuestra vida diaria interactuamos con muchas personas. Algunas interacciones son de muy poca trascendencia (pasajeros del vagón de tren, etc), otras son rápidas (preguntar por una calle, por eje.), otros son situaciones momentáneas (saludar un vecino…). Pero incluso en los encuentros de poca trascendencia nos creamos impresiones de otra persona e intentamos descifrar por qué los demás actúan como lo hacen. Es lo que se llama en psicología social: cognición social.
¿La persona que avanza hacia mi andado por la calle es amigable, o representa amenaza o indiferencia…? En las relaciones de mayor confianza nos preguntamos ¿por qué me siento atraído/a por esta persona? o ¿es la persona “indicada”para mi?
¿En qué se sustentan las primeras impresiones?
Según la Psicología Social se sustentan en…
Esquemas:
Cuando conocemos a una persona por primera vez, registramos una serie de aspectos superficiales: ropa, gestos, forma de expresarse, tono de voz, etc. A continuación, nos regimos por esas características para colocar a la persona en una categoría. Con cada categoría se asocia un esquema, que son creencias o expectativas sobre una persona, idea u objeto basadas en la experiencia previa y que se aplican a todos los miembros de la categoría.
Ejemplo:
Si vemos una mujer que lleva una bata blanca y un estetoscopio alrededor del cuello, la incluiremos en la categoría “médico”. Y aplicaremos acto seguido nuestro esquema para la categoría “médico”: profesional muy capacitada, instruida en las enfermedades humanas y sus tratamientos, etc.
Los esquemas sirven para ayudarnos a resolver y sintetizar nuestra experiencia y forma de relacionarnos con el mundo y los otros. A la hora de relacionarnos, nos permiten concluir que si una persona es amistosa será bondadosa, generosa, que nos pueda hacer algún favor si se lo pedimos…etc.
Si la relación con la persona prosigue, agregamos nueva información sobre ésta a nuestros archivos mentales. Pero, nuestro trato posterior con la persona no nos influye tanto como la primera impresión. Esto se conoce como el efecto de primacía.
Nuestro trato posterior con la persona no nos influye tanto como la primera impresión
Las personas en vez de practicar una interpretación bien fundada de cada detalle que conocemos de cada persona, actúamos perezosamente con los esfuerzos mentales. Así pues, una vez que nos hemos generado una primera impresión de persona, tendemos a conservarla, ¡incluso si esa impresión se generó precipitadamente o en base al prejuicio! (es decir, sin fundamento realista).
Una vez que nos hemos generado una primera impresión de persona, tendemos a mantenerla.
Ejemplo:
Si una persona nueva que has conocido te cae bien, probablemente perdonarás un defecto que descubras después. Pero si alguien te causó mala impresión, es probable que no creas las evidencias posteriores que demuestren las cualidades positivas de esa persona.
Profecía autocumplida
Las psicología social también descubrió otra faceta de la psicología humana interesante relacionada con las primeras impresiones: la profecía autocumplida.
En un experimento clásico de la psicología social, Rosenthal y Jacobsen pasaron a todos los alumnos de una escuela primaria de California un examen al inicio del curso académico y luego entregaron a los profores una lista de los niños que el examen había calificado como “altamente inteligentes” y que por tanto, serían sobresalientes durante ese curso escolar. Pero en realidad estos niños “altamente inteligentes” fueron escogidos al azar. Lo curioso es que estos niños obtuvieron excelentes calificaciones durante el año y se convirtieron en mejores estudiantes respecto el grupo control (que no se incluyeron en la lista dado a los maestros).
¿Por qué ocurrió esto? Al parecer, los profesores eran más amables y comprensivos con los niños de quienes tenían altas expectativas, ofreciéndoles más retroalimentación positiva y asignándoles tareas más difíciles que les permitían mostrar competencia. Este descubrimiento se conoce como el efecto pigmalión.
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También se ha comprovado que si se sugiere a las personas que se propongan desconfiar de las primeras impresiones o si se les anima a interpretar la información de la conducta de los demás de manera más lenta y cuidadosa, es posible llegar a eliminar el efecto de primacía.
Esto se comprovó en un estudio con unos estudiantes de aulas de refuerzo de una escuela. Se indicó a sus profesores que intentaran desconfiar de las primeras impresiones que se habían formado de estos alumnos (abriendo su mente, en cierta manera). Los resultados al llevar a cabo este experimento fue que estos alumnos obtuvieron al finalizar el año escolar mejores cualificaciones incluso que los estudiantes de aulas de no-refuerzo. Los profesores anularon su efecto de primacía.
Estereotipos
Un estereotipo es un conjunto de características que nos creemos que comparten todos los que pertenencen a una categoría social. Un estereotipo es un tipo especial de esquema que se aplica con frecuencia a: género, raza, ocupación, aspecto físico, lugar de residencia y pertenencia a un grupo u organización.
Cuando las primeras impresiones están regidas por un estereotipo, tenemos tendencia a hacer inferencias únicamente en base a su categoría social y a ignorar información de los rasgos individuales que contra el estereotipo. Como consecuencia, grabamos información de la persona de manera selectiva o inexacta, manteniendo así nuestro estereotipo inicial.
Si entraras en una tienda de comestibles hindú en tu ciudad, a partir de tus suposiciones acerca de los vendedores hindús no adivinarías que tiene un posgrado en Biología y que está buscando empleo en la Universidad.
En resumen, los esquemas resultan útiles, pero también nos imposibilitan averiguar lo que está más allá de la superficie.