Psicología
Cuando una persona se acerca a una terapia puede tener varias motivaciones para hacerlo y varios sentimientos (etc.) asociados.
Una terapia que se adapta a la persona facilitará que ésta a su vez, se adapte a sí misma y a su entorno, siendo esta reconciliación interna y de interacción una fuente de bienestar y crecimiento personal.
Durante ese proceso se pondrán en marcha estrategias o técnicas para que la persona des-cubra sus pensamientos, sentimientos (etc.) y sus propios recursos y para que, en ocasiones, incluso pueda aprender recursos nuevos que le han sido ofrecidos como alternativa posible o crearlos por sí misma. Des-cubrir, aprender, crear.
Llevado esto a situaciones muy duras o incluso extremas, hablamos de potenciar el concepto de resiliencia: aquella capacidad de resistir y salir fortalecida frente la adversidad, una actitud positiva a pesar de las circunstancias difíciles.
Entiendo que esto es necesario, en cierta medida estamos requiriendo personas con una reatribución del control de las circunstancias, adquiriendo la responsabilidad personal de su propia felicidad en cuanto que actitud vital.
También entiendo que, en la misma línea, con atribuir la responsabilidad de la propia felicidad a la persona (solo) no estaremos consiguiendo que sea una persona realmente autónoma. Estaremos consiguiendo una persona que sabe adaptarse y salir fortalecida de una situación adversa, de otra, de otra... Pero esto puede significar que no esté haciendo nada por modificar la situación o situaciones que le producen malestar. En este sentido, estaría colaborando con el mantenimiento de esa situación.
Y por supuesto, hablando de reatribución de responsabilidades, aquí conviene hacer ese mismo ejercicio como psicoterapeutas:
Muchas de las situaciones que causan malestar son provocadas, sino directa indirectamente, por nuestra sociedad y modelo actuales, más aún, muchos de los malestares solo tienen sentido en nuestra sociedad actual. La forma de abordar esos malestares, incluso antes de la terapia, puede suponer la diferencia entre mantener la situación o cambiarla.
Esta forma de abordaje puede tener que ver estrictamente con el planteamiento teórico de la psicoterapia y su posterior desarrollo, y también puede tener que ver con ofrecer un espacio (incluyendo el concepto de encuadre) en el que ya se dan alternativas al modelo de sociedad actual desde el principio: donde se adaptan las herramientas y el propio lenguaje en favor de aquel que sea inclusivo (o en su defecto feminista, ¿por qué no?), donde se sobrevive a la pobreza económica (incluyendo la moneda social local u otros sistemas alternativos), funcionando con un modelo energético que no colabora con ese mantenimiento de la pobreza (cooperativas energéticas verdes...) , etc. , etc...
Estoy hablando de que las psicoterapeutas también nos empoderemos, que todas aquellas personas que no contribuimos con las etiquetas y dsm-5, que se nos revuelve el estómago cada vez que nos recuerdan aquello del "psicólogo sanitario" y que somos coherentes con ello y con nuestros valores (también sociales) en nuestras terapias cotidianas, demos un paso más y lo cambiemos.
Si vemos una crisis como una oportunidad de salir fortalecidas y cambiar, creo que ya estamos aquí, en plena oportunidad de la psicología, ¡Aprovechémosla!
¿Queremos una psicología entendida como la hermanita pobre de la medicina o como un brazo armado de la filosofía?
¿Qué queremos para las personas con las que trabajamos hoy y con las que trabajaremos mañana?
¿Esclavos felices o personas libres?
¡Nos vemos por La Nube!
Zuriñe Serradilla, psicóloga en Terapias en la Nube.