Psicología
La vida sin sentido. Es lo que podría resumirse al hablar de la experiencia de la depresión. Esta palabra es utilizada cotidianamente para describir estados de ánimo bajos, experiencias frustrantes o momentos de insatisfacción con la vida. Pero a veces se encuentra también camuflada con otros síntomas que rara vez se le adjudican, aunque son valiosas señales que nos ayudan a detectarla.
Tristeza, desmotivación, apatía o frecuentes ganas de llorar, son síntomas necesarios de atender pues, en ocasiones, avisan de una depresión. Para prevenir que este estado se haga crónico, es importante una adecuada capacidad de contacto con las propias sensaciones y un conocimiento de la manera como nuestro organismo responde a las experiencias vitales.
Los estados depresivos también pueden manifestarse de formas menos directas. Dolores de cabeza o de espalda, opresión en el pecho, dolores lumbares, cervicales, dorsales, abdominales o pélvicos, fatiga intensa, insomnio o problemas con el peso corporal son, con frecuencia, síntomas que enmascaran la depresión, pasando desapercibida por la persona que la padece y/o por médicos o psicólogos poco familiarizados con los procesos psicosomáticos.
El desconocimiento del vínculo entre los síntomas físicos y la depresión puede llevar a elegir la medicación como solución a los dolores corporales, dejando latente la causa que los motiva. No tengo nada en contra de la medicación, cuando se usa de acuerdo con los fines para los que ha sido creada. Pero recordemos que el cuerpo habla y que siempre tiene sus razones, así que resulta más económico, en todos los sentidos, hacerle caso e intentar comprender sus señales para hacerles frente de una manera efectiva. El cuerpo no es un enemigo y mucho menos cuando nos avisa de la necesidad de un cambio para estar mejor. Anestesiarlo con pastillas, dormirlo para no sentir, definitivamente no va a solucionar el problema mas allá de un alivio momentáneo, cuando el motivo del dolor trasciende lo físico para entrar en los terrenos de lo psicosomático.
Pero como sabemos, resulta menos impopular decir que a uno le duele la cabeza, que ir por ahí diciendo que uno está deprimido/a. Lamentablemente las problemáticas emocionales siguen sufriendo del estigma social y esto no solo limita la libre expresión de la insatisfacción personal o del pesar, sino que además dificulta la consciencia de la asociación entre el síntoma y la depresión.
La poca capacitación para afrontar los procesos emocionales también suele ser desviada hacia hábitos conductuales que, aún sin saberlo, sirven para evitar el contacto con el sentimiento depresivo. Algunas de estas conductas son más o menos aceptadas socialmente, como el trabajo excesivo, la vida social tan activa que no deja tiempo para el encuentro íntimo, el consumo de alcohol que traspasa la experiencia del placer o la adicción a las redes sociales, entre muchas otras opciones.
Sin embargo, a pesar de la lucha contra la consciencia, existen ciertas experiencias que nos hacen vulnerables a las depresiones, como los abandonos, los duelos, las dificultades que sobrepasan las posibilidades personales, los problemas económicos, los conflictos laborales, las rupturas de pareja, los procesos migratorios y otros cambios.
Pero no siempre que nos vemos enfrentados a cualquiera de estas experiencias vamos a desarrollar una depresión. Depende también de las variables históricas individuales, del contexto social, de aspectos ambientales, biológicos y psíquicos. Por ejemplo, es diferente la tristeza profunda e intensa, pero que no atrapa, no constriñe ni bloquea, que la depresión que oprime y ahoga y que, incluso a veces, carece de motivos concretos relacionados con la realidad personal.
Psicoterapia y Depresión
¿Qué hace que algunas personas desarrollen un proceso depresivo y otras no? Eso es lo que hay que averiguar, revisando las variables ya descritas a medida que se va recuperando la capacidad energética necesaria para afrontar las experiencias vitales.
Existen varios tipos de depresión en los que no me voy a detener pues la intención de este blog es puramente informativa. Quienes deseen profundizar pueden acceder a la página de biblioteca, donde sugiero una variedad de libros relacionados con este y otros temas.
En resumen, estas son algunas de las señales que pueden hacerte pensar en una depresión, siendo la ayuda psicoterapéutica una vía apropiada para resolverla:
– Abatimiento o sensación de vacío, desmotivación y apatía en casi todas las actividades y durante la mayor parte del día.
– Pérdida o aumento de peso sin una causa aparente.
– Dificultades para dormir, o despertarse muy pronto sin poder conciliar el sueño de nuevo y levantarse con la sensación de no haber descansado en absoluto.
– Cambios en el funcionamiento psicomotor (más lento, caótico…)
– Sensación de fatiga o cansancio excesivo y falta de vitalidad para enfrentar la vida.
– Sentimientos de culpa, de inutilidad, de no tener nada que ofrecer.
– Ansiedad, irritabilidad, disminución de la capacidad para pensar o concentrarse.
– Percepción de un futuro oscuro, de la vida como una lucha, ardua y desagradable.
– Sensación de soledad aún en compañía, disminución del deseo sexual.
– Pensamientos recurrentes de muerte, ideas o planes de suicidio.
– Dolores de espalda, de cabeza, problemas gastrointestinales, dolores pélvicos, problemas cardiacos…
Estos síntomas, en el contexto de la depresión, son recurrentes o permanecen durante un periodo de tiempo, y es necesario hacer una evaluación para determinar sus causas. De todas formas, si cumples al menos cinco de estos “requisitos” y ya llevas semanas sin levantar cabeza, estaría muy bien buscar la ayuda que consideres más adecuada para ti. Toma en cuenta que, cuando se consigue un diagnóstico acertado, lo normal es que tanto el malestar físico como el psicológico mejoren con el tratamiento.
Es común, aunque no saludable, acostumbrarse a estos síntomas y aprender a vivir con dolores en el cuerpo, con ganas de llorar, con cansancio o con tristeza, como si fueran una parte de la vida a la que hay que resignarse. Pero un adecuado diagnóstico de la depresión puede evitar mucho sufrimiento y un tratamiento acertado puede convertir un momento desafortunado en una verdadera oportunidad de cambio.