Psicología
La Coraza Caracterial y Muscular
¿Te has sentido alguna vez encerrada/o en tu propio cuerpo, como si tuvieras una armadura, un chaleco rígido que te oprime los músculos, y que además te impide sentirte libre y expresarte con espontaneidad? Esto fue profundamente estudiado por Wilhelm Reich, quien denominó a esta armadura “coraza caracteromuscular”, que se expresa a través del carácter. Pero ¿qué es el carácter?
El carácter es la manera como aprendemos a defendernos de los estímulos del exterior, percibidos como amenazantes o peligrosos.
No se trata de que tengamos malos hábitos y mucho menos mala suerte. No nacimos como somos. Actuamos de determinada forma por algún motivo. La timidez o la falta de habilidades sociales, la eyaculación precoz, la anestesia vaginal, los lumbagos crónicos, la angustia, la ansiedad, los miedos y un sinfín de reacciones psicológicas y somáticas, suelen tener un motivo particular, que se puede comprender para descubrir el motor que los originó, modificando lo que sea necesario en beneficio de la salud psicológica y física.
Desde muy pronto hemos ido adoptando diversas “trampas” para gestionar las emociones, como contener la ira o el llanto, o incluso la excitación y el placer, poniendo una barrera protectora para poder ajustarnos a los mandatos sociales, culturales y/o familiares como: “los niños no lloran”, “no molestes con tus gritos”, “una niña buena no abre las piernas así”, etc. Aprendimos entonces a respirar, pero poquito, a ver pero poquito, a sentir pero poquito, hasta que ese poquito se convirtió en prácticamente nada más que lo indispensable para sobrevivir, dejándonos un cuerpo anestesiado y rígido.
La coraza muscular, la que sentimos cuando tenemos agarrotado el cuerpo, guarda una íntima relación con actitudes y síntomas asociados con el grado de flexibilidad o de rigidez en la manera de vivir. Esto se puede entender haciendo el siguiente ejercicio: Por un momento, imita la actitud de contener la ira o el llanto y mantente atenta/o a las reacciones de tu cuerpo, por ejemplo las del cuello. Notarás seguramente tensión, dureza o insensibilidad, al menos a sensaciones placenteras. Una actitud crónica de tensión en una parte del cuerpo constituye un acorazamiento de este segmento, con la consecuente disminución de la capacidad de sentir.
Reich mostró cómo los bloqueos musculares y los emocionales se corresponden, es decir, cómo la coraza muscular va acompañada de una “gemela” coraza caracterial. O sea que esas corazas vienen a ser lo mismo, vistas desde dos prismas diferentes: el psíquico y el somático, lo que significa que a cada rasgo de carácter le corresponde un lugar en el cuerpo. La coraza se expresa de diferentes formas, en la manera de hablar, en la expresión facial, en la actitud corporal. Por ejemplo, la inhibición de los músculos oculares suele estar relacionada con una mirada inexpresiva, vacía o triste, o un mentón rígido puede tener que ver con la rabia que no se ha expresado, o un nudo en la garganta o en el pecho pueden tener relación con llantos y gritos que no se han llorado o gritado.
Dicho así suena fácil detectar qué corresponde a qué, pero no es tan sencillo, porque aún con esta generalización cada organismo, cada historia personal y cada psiquis humana tiene sus particularidades. Entonces no nos sirve de mucho intentar simplificar con mapas de correlación, que cuando uno tiene una infección de orina es porque no se quiere lo suficiente, o si le salió un orzuelo es que tiene rabia reprimida, o si sonríe hacia la izquierda es porque tiene conflictos con su madre. Puede que si, puede que no. Esto solo se puede saber cuando se entra en un análisis que permite comprender el significado de los síntomas, su origen y su relación con la historia personal.
Por esta correlación entre lo psíquico y lo somático, Reich incluyó el trabajo corporal en su consulta, combinándolo con el análisis psicológico, y es la misma razón por la que los actuales psicoterapeutas reichianos continuamos aplicando esta forma de terapia, con las actualizaciones que se han sucedido en el transcurso de los últimos cincuenta años. Porque el cuerpo y las emociones están permanentemente relacionadas, tengamos consciencia de ello o no, y los objetivos terapéuticos se cubren siempre que haya una relación positiva entre el desbloqueo de los segmentos de la coraza muscular y los de la coraza caracterial.
La Coraza en la Psicoterapia Caracteroanalítica
La coraza caracteromuscular cumple una función. Si no fuera así no la tendríamos. Como comentaba al principio, la coraza nos protege de estímulos del exterior que percibimos como peligrosos o amenazantes. Pero también nos protege de nosotros mismos, de los impulsos internos a los que no sabemos dar vía libre de manera saludable. Con esta coraza protectora, conseguimos un cierto equilibrio, mediocre, pero equilibrio al fin y al cabo. Entonces ¿para qué queremos meternos en problemas y hacer una terapia que nos desestabilice ese equilibrio?
Realmente la terapia no consiste en “destruir” la coraza, como tampoco en educar o convencer a nadie para que se comporte de manera diferente a como lo hace. Lo que busca la Psicoterapia Caracteroanalítica es, desde el trabajo corporal y el analítico, despertar el interés de la persona por sus rasgos de carácter para explorar su origen y su significado, comprendiendo así las relaciones entre el carácter y sus síntomas. A partir de ahí, la persona interesada es quien decide si hace uso de ese conocimiento, o no, para modificar lo que no le gusta de su vida.
Entonces no hace falta destruir la coraza, si además nos protege. Pero eso no quiere decir que tengamos que llevarla puesta todo el día y toda la noche, incluso cuando no tenemos motivos amenazadores que la justifiquen. No es saludable, ni justo, pasarse la vida con la “puerta cerrada” para no sentir angustia, dolor o sufrimiento, excitación o placer, cuando se puede recuperar la capacidad de gestionar las emociones por medio del rescate de las funciones naturales.
Esto, por supuesto, se consigue dentro de un proceso. No es algo que se pueda “comprar” en un fin de semana o leyendo unos cuantos libros. Mas aún, no conviene hacer una intervención forzada sobre el cuerpo. Recordemos que la coraza está ahí por algo, y aunque no nos sirve para tener una vida plena, sí nos protege de ciertas situaciones en las que es mejor tenerla que no tenerla. Un proceso psicoterapéutico adecuado es una forma efectiva para conseguir el ablandamiento de la coraza caracteromuscular.
Por lo tanto, la Psicoterapia Caracteroanalítica busca flexibilizar la coraza, para que pueda activarse espontáneamente cuando haga falta, cumpliendo con su función biológica, pero también para que se pueda prescindir de ella cuando no sea necesario, recuperando así la capacidad de sentir todo lo que supone la vida, el dolor, la tristeza y la alegría, así como la capacidad de disfrutar, de crear, de trabajar, de amar.