Martes, 16 de diciembre de 2014
Consult Psicologia Clinica MDS
- Las Terrenas, Samaná, (República Dominicana)
Psicología
Psicología
A pesar del avance tecnológico que hemos alcanzado en las telecomunicaciones, en las redes sociales y en otros medios, se hace difícil expresar lo que sentimos y pensamos y como consecuencia las relaciones se están volviendo cada vez más “impersonales”. Por supuesto las parejas no escapan a esta situación. Debido a la demanda de los tiempos, vivimos en una especie de vorágine haciendo muchas cosas a la vez, de forma que nos quedan pocas energías para cuidar de nosotros y de nuestros seres amados, como si viviéramos con el piloto automático encendido todo el tiempo.
Uno de los mitos que existen en las relaciones de pareja es que nuestro compañero o compañera debería intuir o adivinar lo que queremos y cómo nos estamos sintiendo. Nada más erróneo que esto. Existen muchos estilos de comunicación con los cuales nos identificamos. Es importante poder diferenciar la queja de la crítica. Una queja por ejemplo, es ser capaz de describir objetivamente un suceso o algo que haya hecho nuestra pareja y a seguidas, poder expresar cómo nos sentimos, tomando absoluta responsabilidad por nuestros sentimientos y por la manera en que reaccionamos. Si queremos mejorar la relación, aprovechamos para ofrecer una respuesta empática, entendiendo y validando al otro por su comportamiento y finalmente ofrecer alternativas de solución que contribuyan a mejorar la relación (Gottman & Schwartz, 2006).
Por el contrario, la crítica, tiene otras connotaciones muy distintas. Cuando criticamos, la otra persona puede sentirse amenazada en su integridad, o en su autoestima, si la crítica es muy frecuente, no sabiendo en tales casos cómo reaccionar, o qué hacer para complacer al otro. Cuando criticamos, es como si hiciésemos una afirmación definitiva acerca de la persona, no sabiendo en muchos casos separar la conducta de ésta. Por ejemplo, si uno de los miembros de la pareja le dice al otro “eres egoísta, sólo piensas en ti mismo” porque no ha querido ir a visitar su familia, esto indicaría que la persona nunca cambiará y esta afirmación estaría dañando la integridad moral de su pareja. En adición a lo anterior, la respuesta inmediata puede ser de retiro, defensa o contraataque, creándose así una barrera que con el tiempo podría volverse insalvable (Greenberg & Goldman, 2008). Una de las peores consecuencias de este ciclo de comunicación es que poco a poco la pareja se va distanciando, afectando los lazos de intimidad, de forma tal que puede llegar el momento experimentar un sentimiento de “soledad en compañía”.
Aprender a comunicarse requiere de entrenamiento y de mucha práctica. Recordemos que no se encuentran en un campo de batalla, del cual deberá surgir un vencedor. Lo importante es que la relación se consolide y que se implemente un estilo de comunicación que facilite la expresión emocional, evitando la crítica, el desprecio, la competencia por el poder y el distanciamiento, que finalmente podría derivar en una ruptura.
Maritza Díaz Savary, M.A
Psicóloga Clínica
Especialista en Terapias de Tercera Generación
Tel. (809) 508-7632 y (829) 994-6119
https://www.facebook.com/maritzadiazsavaryterapeuta?ref=hl
Uno de los mitos que existen en las relaciones de pareja es que nuestro compañero o compañera debería intuir o adivinar lo que queremos y cómo nos estamos sintiendo. Nada más erróneo que esto. Existen muchos estilos de comunicación con los cuales nos identificamos. Es importante poder diferenciar la queja de la crítica. Una queja por ejemplo, es ser capaz de describir objetivamente un suceso o algo que haya hecho nuestra pareja y a seguidas, poder expresar cómo nos sentimos, tomando absoluta responsabilidad por nuestros sentimientos y por la manera en que reaccionamos. Si queremos mejorar la relación, aprovechamos para ofrecer una respuesta empática, entendiendo y validando al otro por su comportamiento y finalmente ofrecer alternativas de solución que contribuyan a mejorar la relación (Gottman & Schwartz, 2006).
Por el contrario, la crítica, tiene otras connotaciones muy distintas. Cuando criticamos, la otra persona puede sentirse amenazada en su integridad, o en su autoestima, si la crítica es muy frecuente, no sabiendo en tales casos cómo reaccionar, o qué hacer para complacer al otro. Cuando criticamos, es como si hiciésemos una afirmación definitiva acerca de la persona, no sabiendo en muchos casos separar la conducta de ésta. Por ejemplo, si uno de los miembros de la pareja le dice al otro “eres egoísta, sólo piensas en ti mismo” porque no ha querido ir a visitar su familia, esto indicaría que la persona nunca cambiará y esta afirmación estaría dañando la integridad moral de su pareja. En adición a lo anterior, la respuesta inmediata puede ser de retiro, defensa o contraataque, creándose así una barrera que con el tiempo podría volverse insalvable (Greenberg & Goldman, 2008). Una de las peores consecuencias de este ciclo de comunicación es que poco a poco la pareja se va distanciando, afectando los lazos de intimidad, de forma tal que puede llegar el momento experimentar un sentimiento de “soledad en compañía”.
Aprender a comunicarse requiere de entrenamiento y de mucha práctica. Recordemos que no se encuentran en un campo de batalla, del cual deberá surgir un vencedor. Lo importante es que la relación se consolide y que se implemente un estilo de comunicación que facilite la expresión emocional, evitando la crítica, el desprecio, la competencia por el poder y el distanciamiento, que finalmente podría derivar en una ruptura.
Maritza Díaz Savary, M.A
Psicóloga Clínica
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