Psicología Ansiedad
Carta de un testimonio
Hola a todos / as.
Primero de todo quiero dar las gracias a todas aquellas personas que han estado a mi lado y que me han dado el apoyo y los ánimos para poder escribir esta carta explicando cómo es la convivencia del día a día con la ansiedad. No me gusta pensar y revivir las sensaciones que me genera pero pienso que esta carta puede ayudar a otras personas que se encuentran en la misma situación. Creo que tomar conciencia de lo que supone convivir, entenderla y saber que no estás solo, ayuda y permite poner remedio.
Empezamos a contar mi experiencia y como pasa a formar parte de mi vida. Siempre me he considerado una persona con cierto carácter ansioso pero aun así había disfrutado de las pequeñas cosas de la vida. Tenía mis sueños, las ganas de hacer cosas nuevas, de salir y de quedar con la gente. Pero mis sueños, mis ilusiones e inquietudes se fueron desvaneciendo a raíz de una situación vivida importante que marcó un antes y un después en mi vida. Digamos que esta situación “traumática” no fue la causa de este derrumbe que todavía arrastro pero sí el detonante de todo.
Desde entonces la ansiedad siempre me ha acompañado. Llevo ya unos años con estos fantasmas y nunca te acabas de acostumbrar. A veces, la depresión también llama a la puerta, sobre todo en aquellos momentos en los que te sientes más vulnerable. Por suerte, estas sensaciones no son continuadas ya que a veces te sientes mejor, notas que vuelves a ser tú mismo, es decir, aquella persona sonriente y alegre que tanto te gustaba ser. Por desgracia, las buenas sensaciones no siempre se mantienen y por tanto las recaídas vuelven.
Como he mencionado hace un momento, nunca acabas de comprender la ansiedad dado que cada vez que se va de viaje, vuelve con nuevas sorpresas. Digamos sorpresas a los síntomas que trae consigo y que nunca antes habías experimentado. Síntomas a los que obviamente nunca acabas de habituarte. Desde acúfenos (pitidos en los oídos) provocados por la tensión muscular, aspecto que acentuó mi ansiedad, hasta un gran repertorio de síntomas difícil de contabilizar (mareos, vértigo, dificultades para focalizar la vista, etc.) Todo esto te genera tal agotamiento mental que tú mismo empiezas a verte cada vez más pequeño. Sientes un miedo exagerado y continuado que te persigue a todas partes. Este miedo constante hace que estés en todo momento alerta y para protegerte recorres a refugiarte en tu rincón. Lamentablemente este miedo te persigue allá donde vayas. La inseguridad y el miedo siempre van contigo. Te sientes incapaz de hacer cosas que antes hacías de manera automática y sin pensar.
Hay que dejar claro que esta es mi experiencia y cada persona lo vive de diferente manera. Con todo esto quiero decir que es importante tomar conciencia de que lo que nos pasa tiene un nombre y se llama ansiedad. Desde mi punto de vista, pienso que estos síntomas físicos que experimentamos no nos hacen ver la realidad de las cosas, hasta el punto de llegar a imaginarnos que estamos sufriendo alguna enfermedad de gravedad. No es ninguna tontería, ya que realmente lo vivimos, lo experimentamos y lo creemos.
Por este motivo, es difícil poner remedio por uno mismo. Estás dentro de un agujero tan oscuro que cuesta ver una chispa de esperanza. En mi caso, necesité la ayuda de un psicólogo para salir de este agujero donde hacía tiempo que estaba. Gracias a él pude ver las cosas de otra manera, me ayudó a reconectar con mis emociones y a recuperar la confianza en mí mismo. A día de hoy, sigo haciendo terapia pero la percepción de las cosas ha cambiado. Ahora puedo decir que me siento bien conmigo mismo y aunque sigo siendo una persona nerviosa, pues es mi personalidad, no siento que esté en ese agujero donde no había esperanza alguna.
En resumen, con este escrito únicamente quería recalcar que la mente es tan potente que hace que experimentamos todas estas sensaciones tan desagradables. Por lo tanto, para todos aquellos que estéis en la misma situación, sólo me queda deciros que poder identificar y conocer vuestra ansiedad (única, personal e intransferible), saber que es ésta quien genera este malestar y aprender a convivir con ella, es el camino para poder volver a disfrutar de las pequeñas cosas. Yo estoy en este camino y os animo a todos vosotros a iniciarlo, pues personalmente, a mí me ha ayudado a poder encontrar la dirección correcta para salir del agujero donde estaba inmerso.