Viernes, 16 de mayo de 2014
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Psicología
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En la época actual, la aparición y progresivo uso de las nuevas tecnologías: Móviles, ordenadores, videojuegos, internet, etc... Han generado una nueva preocupación en los padres: la adicción a las nuevas tecnologías.
Debemos tener en cuenta cuales pueden ser los motivos por los cuales nuestro/a hijo/a puede llegar a utilizar las nuevas tecnologías como un refugio, no como una distracción o un mero entretenimiento, llegando a crear una adicción. La no aceptación de la propia imagen, una baja autoestima, la inseguridad creciente, las malas relaciones con compañeros, familiares… pueden impulsar al menor a centrarse en el juego, evadiéndose de la realidad que le rodea.
Una duda que se plantea es ¿Cuándo considero que mi hijo tiene una verdadera adicción al juego? Por norma general, se entiende que existe una patología cuando el menor reduce progresivamente sus motivaciones y obligaciones, limitando su tiempo a la conducta concreta del juego. La conducta termina por acaparar todo el tiempo, impidiendo desarrollar sus habilidades y relaciones sociales, provocando el temido fracaso escolar y, en ocasiones, mostrando signos de agresividad considerables, por no poder realizar la conducta que “necesitan” para sentirse bien.
Existen algunas pautas básicas que pueden ayudarnos a lidiar con el problema, siempre que éste no tenga ya un elevado grado de adicción. En ese caso, lo mejor es acudir a un profesional. Algunas de las cosas que podemos hacer son:
Obviamente, el uso de las nuevas tecnologías ha derivado en un mundo nuevo al que debemos adaptarnos y el cual debemos vigilar. Sin embargo, el uso de éstas resulta muy recomendable para ciertas situaciones concretas en las que resulta realmente beneficioso para el desarrollo de los menores, y que debemos de aprovechar: favorece la adquisición de habilidades como la constancia y el esfuerzo en conseguir los retos que nos proponemos (objetivo del juego), aumenta la tolerancia al fracaso (la mayoría de las veces, se pierde en el juego), estimula capacidades básicas necesarias (memoria, coordinación, creatividad…), aumenta la autoestima del jugador (se consiguen metas impuestas por uno mismo, habiendo fracasado en momentos concretos, pero habiéndolos superado) y proporcionan entretenimiento y diversión, entre otras.
El uso de los videojuegos puede aportar a nuestros hijos muchos aspectos beneficiosos de cara a su formación y desarrollo, pero siempre desde un punto de vista responsable y sin excesos.
http://elbapsicologas.com/
Debemos tener en cuenta cuales pueden ser los motivos por los cuales nuestro/a hijo/a puede llegar a utilizar las nuevas tecnologías como un refugio, no como una distracción o un mero entretenimiento, llegando a crear una adicción. La no aceptación de la propia imagen, una baja autoestima, la inseguridad creciente, las malas relaciones con compañeros, familiares… pueden impulsar al menor a centrarse en el juego, evadiéndose de la realidad que le rodea.
Una duda que se plantea es ¿Cuándo considero que mi hijo tiene una verdadera adicción al juego? Por norma general, se entiende que existe una patología cuando el menor reduce progresivamente sus motivaciones y obligaciones, limitando su tiempo a la conducta concreta del juego. La conducta termina por acaparar todo el tiempo, impidiendo desarrollar sus habilidades y relaciones sociales, provocando el temido fracaso escolar y, en ocasiones, mostrando signos de agresividad considerables, por no poder realizar la conducta que “necesitan” para sentirse bien.
Existen algunas pautas básicas que pueden ayudarnos a lidiar con el problema, siempre que éste no tenga ya un elevado grado de adicción. En ese caso, lo mejor es acudir a un profesional. Algunas de las cosas que podemos hacer son:
- No utilizar los dispositivos de forma constante para entretener al menor: el hecho de utilizarlo puede llevar al menor a entender que cuando molesta o crea una situación incómoda para los padres, éstos le darán “el premio” que espera.
- Limitar el uso de la videoconsola: No se trata de prohibir su uso, sino de compaginarlo con otros tipos de entretenimiento. Lo recomendable es un uso máximo de dos horas al día. Es aconsejable acordar, por medio de un horario, las horas programadas para esa actividad y mantenerlas.
- Alternativas en casa: es importante enseñarles que si los menores no pueden salir de casa, sobretodo en invierno, dibujar, pintar, jugar a juegos de mesa en familia, etc.. también pueden ser divertidos y motivadores.
- Alternativas al aire libre: Cuando el buen tiempo llega, podemos aprovechar para hacer cosas con nuestros hijos que les obliguen a salir de casa y olvidarse de la videoconsola. En el caso de los adolescentes, resulta mucho más complicado, pero debemos encontrar actividades que le agraden y puedan llegar a interesarle.
- Jugar con ellos: Sobretodo para el caso de los menores más pequeños, el poder disfrutar de la compañía de sus familiares es uno de los regalos más grandes que puede tener, por ello, siempre que sea posible, podemos inventar actividades que nos acerquen mas a nuestros hijos, centrándolas en sus gustos e intereses personales.
- Fomenta sus relaciones sociales: siempre que nos resulte viable, lo mas propicio es rodear al menor de un entorno en el que pueda jugar y divertirse con niños de su edad. Las actividades extraescolares suelen ser un buen modo de hacerlo.
Obviamente, el uso de las nuevas tecnologías ha derivado en un mundo nuevo al que debemos adaptarnos y el cual debemos vigilar. Sin embargo, el uso de éstas resulta muy recomendable para ciertas situaciones concretas en las que resulta realmente beneficioso para el desarrollo de los menores, y que debemos de aprovechar: favorece la adquisición de habilidades como la constancia y el esfuerzo en conseguir los retos que nos proponemos (objetivo del juego), aumenta la tolerancia al fracaso (la mayoría de las veces, se pierde en el juego), estimula capacidades básicas necesarias (memoria, coordinación, creatividad…), aumenta la autoestima del jugador (se consiguen metas impuestas por uno mismo, habiendo fracasado en momentos concretos, pero habiéndolos superado) y proporcionan entretenimiento y diversión, entre otras.
El uso de los videojuegos puede aportar a nuestros hijos muchos aspectos beneficiosos de cara a su formación y desarrollo, pero siempre desde un punto de vista responsable y sin excesos.
http://elbapsicologas.com/