Martes, 30 de agosto de 2016
Psicomaster
- Madrid, (España)
Psicología
Psicología
Con frecuencia nos consultan los padres para averiguar por qué sus hijos no aprenden del castigo, a veces incluso creen que los niños tienen un problema de comportamiento, que desobedecen por sistema y de forma desesperada van aumentando la intensidad de los castigos para conseguir que sus hijos rectifiquen sus conductas, llegando a producirse también un verdadero problema de comunicación efectiva entre padres e hijos.
¿Funciona el castigo?En los últimos tiempos cada vez más expertos en este área afirman que no. Uno de los motivos principales es porque cuando lo que queremos obtener es que el niño aprenda las consecuencias de sus actos cuando no están bien, si castigamos no permitimos que el niño reflexione sobre lo ocurrido y lo que sí tendremos es un niño enfadado pensando, muy probablemente, en cómo vengarse. Esto no quiere decir que no haya que establecer consecuencias sobre un mal comportamiento, todo lo contrario, es necesario hacer ver al niño con rotundidad lo que no ha sido correcto, por ejemplo pegar a otro niño, y hacerlo con firmeza y autoridad, seguidamente hay que explicarle cómo puede rectificar su comportamiento y hacerle ver lo que esperamos de él.Los adultos cometemos el error frecuentemente de dirigirnos al niño atacando su forma de ser, por ejemplo imaginemos un niño que está corriendo y saltando dentro de una tienda y tira algo sin querer, y enseguida le decimos: “¡para ya!, te estás comportando como un animal”. Tampoco le hacemos ver así lo que ha de rectificar porque no nos estamos refiriendo a su comportamiento si no a su personalidad, es un error porque influimos negativamente en el concepto que tendrá el niño sobre sí mismo, y no favorecemos que entienda qué ha de cambiar. En este caso sería más adecuado decirle al niño que "no está bien correr dentro de una tienda porque es molesto para los demás" y ofrecerle una solución.
Es importante tomar medidas para que el niño aprenda a no volver a repetir su conducta inadecuada, en el ejemplo anterior el próximo día que haya que ir a una tienda el niño no irá por su comportamiento, así hemos de explicárselo y hacerle ver que en otra ocasión confiamos en que podrá hacerlo muy bien. Así, la consecuencia está directamente relacionada con lo ocurrido y de esta forma sí favorecemos que aprenda de ella.
Otro aspecto a señalar es expresarle al niño cómo nos sentimos cuando desobedece o actúa mal, por ejemplo si el niño se retrasa al llegar a casa y nos encuentra muy enfadados y directamente echándoles una bronca es menos efectivo que, aunque estemos enfadados y se lo transmitamos, lo hagamos de forma calmada y expongamos nuestra preocupación por su retraso (ver cómo resolver los problemas de conducta en niños: http://www.psicomaster.es/psicologos/problemas-conducta-ninos/)
En resumen, el artículo trata de exponer la importancia de hablar con los niños para señalarles lo que han de rectificar, cómo han de hacerlo y para ello tenemos que explicarles lo que esperamos de ellos en las distintas situaciones. También es importante establecer consecuencias relacionadas con lo sucedido, como en el ejemplo anterior, en vez de utilizar otro tipo de castigos (no ver televisión, retirar juegos o juguetes, etc.).
Autora: Marta Bermejo Victoriano, especialista en psicología infantil de Psicomaster
Si deseas más información, visita nuestra web
¿Funciona el castigo?En los últimos tiempos cada vez más expertos en este área afirman que no. Uno de los motivos principales es porque cuando lo que queremos obtener es que el niño aprenda las consecuencias de sus actos cuando no están bien, si castigamos no permitimos que el niño reflexione sobre lo ocurrido y lo que sí tendremos es un niño enfadado pensando, muy probablemente, en cómo vengarse. Esto no quiere decir que no haya que establecer consecuencias sobre un mal comportamiento, todo lo contrario, es necesario hacer ver al niño con rotundidad lo que no ha sido correcto, por ejemplo pegar a otro niño, y hacerlo con firmeza y autoridad, seguidamente hay que explicarle cómo puede rectificar su comportamiento y hacerle ver lo que esperamos de él.Los adultos cometemos el error frecuentemente de dirigirnos al niño atacando su forma de ser, por ejemplo imaginemos un niño que está corriendo y saltando dentro de una tienda y tira algo sin querer, y enseguida le decimos: “¡para ya!, te estás comportando como un animal”. Tampoco le hacemos ver así lo que ha de rectificar porque no nos estamos refiriendo a su comportamiento si no a su personalidad, es un error porque influimos negativamente en el concepto que tendrá el niño sobre sí mismo, y no favorecemos que entienda qué ha de cambiar. En este caso sería más adecuado decirle al niño que "no está bien correr dentro de una tienda porque es molesto para los demás" y ofrecerle una solución.
Es importante tomar medidas para que el niño aprenda a no volver a repetir su conducta inadecuada, en el ejemplo anterior el próximo día que haya que ir a una tienda el niño no irá por su comportamiento, así hemos de explicárselo y hacerle ver que en otra ocasión confiamos en que podrá hacerlo muy bien. Así, la consecuencia está directamente relacionada con lo ocurrido y de esta forma sí favorecemos que aprenda de ella.
Otro aspecto a señalar es expresarle al niño cómo nos sentimos cuando desobedece o actúa mal, por ejemplo si el niño se retrasa al llegar a casa y nos encuentra muy enfadados y directamente echándoles una bronca es menos efectivo que, aunque estemos enfadados y se lo transmitamos, lo hagamos de forma calmada y expongamos nuestra preocupación por su retraso (ver cómo resolver los problemas de conducta en niños: http://www.psicomaster.es/psicologos/problemas-conducta-ninos/)
En resumen, el artículo trata de exponer la importancia de hablar con los niños para señalarles lo que han de rectificar, cómo han de hacerlo y para ello tenemos que explicarles lo que esperamos de ellos en las distintas situaciones. También es importante establecer consecuencias relacionadas con lo sucedido, como en el ejemplo anterior, en vez de utilizar otro tipo de castigos (no ver televisión, retirar juegos o juguetes, etc.).
Autora: Marta Bermejo Victoriano, especialista en psicología infantil de Psicomaster
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