No se trata de personas que deciden estar solas sin pensar en la posibilidad de enamorarse y formar una relación, sino de hombres y mujeres que consciente o inconscientemente dejan de apostar a ese vínculo cuando comienzan a darse cuenta de que se están enamorando y sienten temor a ser dejadas o a sufrir en algún momento del romance.
Así como existe el miedo a la muerte, a contraer una enfermedad, a volar en avión a rendir mal un examen o a defraudar a uno mismo o a terceros, también existe la filofobia, que es el miedo excesivo a enamorarse, ya que la persona que lo padece calma la ansiedad que le genera el enamoramiento, evitando o huyendo.
No se trata de personas que deciden estar solas sin pensar en la posibilidad de enamorarse y formar una relación, sino de hombres y mujeres que consciente o inconscientemente dejan de apostar a ese vínculo cuando comienzan a darse cuenta de que se están enamorando y sienten temor a ser dejadas o a sufrir en algún momento del romance.
“Cuando el sujeto inicia una relación de pareja y se da cuenta de que se está involucrando con la otra persona, aparece la sensación de “algo malo puede pasar” – producto de los pensamientos negativos – “tengo miedo a enamorarme y a sufrir si me deja”, lo cual va activar el sistema autónomo simpático, -sistema nervioso- como reacción a un peligro, provocando diferentes síntomas como angustia, ansiedad, opresión en el pecho, sudoración, temblores e inquietud. Todos éstos síntomas se vuelven intolerables y la única manera de que el sujeto logra calmarlos, es huyendo de la relación”, sostiene el psicólogo Santiago Gómez, Director de Decidir Vivir Mejor y del Centro de Psicología Cognitiva.
Por lo general, las personas que padecen filofobia presentan una auto exigencia elevada, buscan tener el control en todas las áreas de su vida como una forma de sentirse seguros, tienen cierta rigidez en la percepción de los hechos (ven las cosas en blanco o negro) y pasan todo por el análisis, lo que los lleva muchas veces a diálogos internos que los perturban y parecen duros emocionalmente.
“Suelen elegir relaciones imposibles donde nunca podrán enamorarse, personas que terminaran dejándolos, recurso ideal para evitar el enamoramiento. También provocan disputas para que la otra persona termine la relación. Buscan defectos inexistentes en sus parejas, o personas con las cuales no tienen nada en común de manera que su auto-profesía de fracaso amoroso se auto-cumple”, ejemplifica la psicoanalista Patricia Montes.
“El comportamiento de la huida cuando se está enamorando, es en sí mismo el síntoma. La evitación del compromiso es lo sintomático. Igualmente podemos pensar que la huida genera algunos efectos, como ser, que la persona no desarrolle una mayor capacidad de negociación con el otro. Esta persona tendría una escasa tolerancia a la frustración. Sería una persona que no logró resolver temores profundos. Y cuando esto se sostiene en el tiempo, puede generar ciertos sentimientos depresivos, de enojo, de vacío, que nada alcanza. Ya que constantemente se frustran a sí mismos al no permitirse desarrollar plenamente el sentimiento del amor huyendo cuando se empiezan a involucrar”, explica Mariana Gilbert, psicóloga especializada en Pareja y Adultos.
Algunos de los factores que intervienen en esta problemática, según explica Gómez, son el condicionamiento (personas que se enamoraron profundamente y experimentaron algún desengaño amoroso, que los ha hecho sufrir mucho en el pasado) el miedo a las propias emociones (individuos que sienten mucho temor a experimentar sensaciones como las que se viven en el enamoramiento, por el miedo a la pérdida del control producto de no poder controlar las emociones.) y el temor al compromiso (muchos sujetos establecen relaciones superficiales por el miedo a que si se comprometen emocionalmente con el otro, no tolerarían el sufrimiento en caso de que la relación se interrumpa).
María Inés (30) confiesa que en sus relaciones amorosas no demora mucho en entregarse y engancharse con su pareja, pero a medida que fue teniendo malas experiencias, engaños o simplemente desilusiones, fue perdiendo la inocencia asociando incorrectamente esa nueva situación con algún momento feo de una relación anterior. Por eso, admite, le cuesta más confiar e indudablemente aparece el miedo a equivocarse y a salir lastimada.
“Ese temor se va repitiendo en cada paso importante que vas dando: presentación en la familia, con amigos, decidir un viaje, plantearse vivir juntos. En cada decisión que tenga que ver con involucrarte más con esa persona, aparece ese miedo, ya que mientras más cosas compartas… si la relación fracasa, más complicado es olvidarte o superarlo. Otra cosa es que uno tiende a evitar muchas cosas por no poder disfrutarlas. Evitas, huis, encontrás motivos para pelearte donde no los hay o no eran para tanto. O me pasaba de chica, que siempre me gustaba ese “imposible” que era un histérico y no te daba bola o el que era un desastre que sabías que no iba a funcionar”, ejemplifica María Inés.
Cuando estas personas sienten que la relación va a pasar a una etapa más seria, y sus sentimientos se involucran de tal manera que observan que sus mecanismos defensivos han fallado, comienzan a sentir este temor en gran medida. De esta manera dejan de ver a sus parejas, se distancian buscando pretextos para no tener que volver a verse.
“La responsabilidad es total de la persona que padece estos trastornos, la persona de la que se enamoran responde siempre a características negativas o imposibles. Y si no reúne estas características, les atribuyen defectos que no poseen a fin de conseguir el objetivo de no enamorarse o no llegar a concretar una relación seria con esa persona. La pareja de una persona de estas características puede recurrir a la opción de negarle su enamoramiento para evitar la huida y bajar la guardia”, enfatiza Montes.
Como en la mayoría de las diferentes fobias, la Terapia Cognitiva Conductual es el tratamiento más eficaz para tratar el miedo a enamorarse que sienten estas personas. En estos casos es interesante realizar una introspección y pensar sobre qué tipo de vínculo desean, no actuar impulsivamente ni huir cuando empiezan a involucrarse afectivamente. Es importante preguntarse qué les sucede, por qué eligen alejarse y a qué le temen.
“La persona que recurre a la huida o al aislamiento, debe saber que esto lejos de ser una solución, provoca un refuerzo del miedo y no lo evita. Cuando se inicia una relación, es importante hacer el intento de vivir el día a día, sin anticiparse a lo que pueda pasar. Es bueno tratar de evitar el recuerdo de sufrimientos que ocasionaron parejas anteriores. Cada persona y cada pareja es una experiencia distinta e irrepetible, asociar a ella viejos temores no permite darse la oportunidad de experimentar una nueva relación”, aconseja Montes.
“El secreto es el respeto mutuo, la capacidad de negociar, de aceptar que el otro no es el ideal que nos formamos en nuestra vida, y aceptar lo bueno y lo malo del otro que nos atrae. Estar en pareja nos permite desarrollar no solo el sentimiento del amor, sino de compartir, de crecer, de madurar, de tolerar las esperas, nos permite una mayor tolerancia a la frustración, aprendemos a negociar. No olvidemos que ante todo, somos seres sociales”, concluye Gilbert.
PUBLICADO EN REVISTA LUZ