Jueves, 16 de febrero de 2017
Nuestro Psicólogo - Gerardo Castaño
- Madrid, (España)
Psicología Trastornos
Antes de contestar a esta pregunta, vamos a tratar de entender el origen y la naturaleza de la ansiedad.
El hombre primitivo y los animales se encontraban hace miles de años en un medio hostil y agresivo. Tanto para el hombre como para los animales, solamente existía una ley: La del más fuerte. Los miembros más fuertes de una especie sobrevivían y los más débiles eran diezmados por las inclemencias naturales o por los demás animales. En este entorno de extremada dureza, el ser humano empezó a desarrollar capacidades para poder superar las adversidades. A lo largo de la evolución el hombre fue desarrollando sistemas neurológicos cada vez más complejos que le alertaban ante las situaciones de posible peligro. De esta forma cuando el individuo está ante una situación de peligro, su sistema nervioso reacciona detectando la situación de riesgo y permitía al sujeto adoptar las medidas necesarias para evitarla.
El sistema de alerta del organismo aumenta la concentración y la percepción de los sentidos para evitar situaciones comprometidas. Si vamos caminando tranquilamente por el campo, nuestro sistema de alerta se relaja, disminuyen los niveles de ansiedad y podemos relajarnos y disfrutar de un agradable paseo. Si por el contrario, estamos caminando por la ciudad y vamos a cruzar una calle con mucho tráfico o vamos conduciendo un vehículo y un balón cruza delante de nuestro vehículo, los sistemas de alarma se disparan, porque instintivamente sabemos que detrás de un balón puede venir un niño corriendo o que al cruzar un paso de cebra puede venir un conductor imprudente con exceso de velocidad. Estos mecanismos que el organismo ha ido perfeccionando a lo largo de miles de años de evolución y que sirven para protegernos de de las amenazas externas, constituyen lo que denominamos ansiedad adaptativa, es decir la ansiedad que se modula y gradúa en función de las circunstancias que nos rodean y nos permiten sortear los peligros.
Volvamos a la pregunta inicial: ¿Es mala la ansiedad adaptativa? La respuesta es obvia. No. No solamente no es mala, es que es necesaria y sin ella no podríamos vivir, a menos que estuviéramos encerrados en una burbuja. Pero la ansiedad adaptativa no tiene solamente una misión protectora. Un cierto nivel de ansiedad resulta estimulante para el individuo y le permite afrontar tareas difíciles. Sin estos niveles mínimos de ansiedad, el ser humano se vuelve pasivo e indolente, no tiene afán de superación, no tiene capacidad exigirse retos. En definitiva, esos niveles básicos de ansiedad son el motor que ha hecho progresar a la humanidad e ir superándonos a lo largo de los siglos.
Entonces, si la ansiedad es buena y necesaria, ¿por qué es necesario tratar la ansiedad? Pues la respuesta sigue siendo evidente. El ser humano, y sobre todo nuestro sistema nervioso central es una compleja red de millones de neuronas interconectadas. Imaginemos la más poderosa supercomputadora de la NASA con miles de CPUs trabajando en paralelo. Pues bien, nuestro cerebro es mucho más complejo y con muchas más conexiones que cualquier superordenador. Estos millones de neuronas están constantemente interactuando entre ellas. En las conexiones entre las neuronas se liberan los neurotransmisores cerebrales, que regulan todas las funciones del sistema nervioso. Algunos neurotransmisores son activadores y otros actúan como inhibidores. De este juego de activación o inhibición sináptica se deriva el que el cerebro funcione correctamente. Si por algún tipo de alteración física o psíquica, este equilibrio se ve alterado la consecuencia lógica es un mal funcionamiento de las áreas cerebrales afectadas. Cuando ese desequilibrio afecta al sistema de alerta, éste puede volverse hipersensible y estar disparando las alarmas ante peligros que no existen o ante señales ficticias de riego. Cuando esto sucede y las alarmas se disparan de forma descontrolada hablamos de ansiedad patológica. Imaginemos un coche al que se le estropea la alarma de madrugada y no deja de sonar despertando a todos los vecinos. Eso es lo que ocurre con la ansiedad patológica, nos dice que estamos constantemente en peligro, dispara nuestros mecanismos de protección, el organismo libera una cascada de catecolaminas para enfrentarse a una amenaza inexistente, el individuo puede llegar a sentir que va a morir o va a volverse loco y experimentará una gran cantidad de síntomas derivados de la hiperexcitabilidad de su sistema nervioso central.
Esta ansiedad patológica, es muy nociva, pues hace sufrir al individuo y puede limitar de forma consierable su vida cotidiana. Esta ansiedad puede manifestarse de distintas formas, que los psiquiatras y psicólogos llamamos trastornos de ansiedad, entre los que se incluyen la ansiedad generalizada, el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), las fobias simples, la fobia social, el trastorno por estrés postraumático, los ataques de pánico, la agorafobia.
Ahora bien, la realidad no es tan simple como la hemos descrito, pues la diferencia entre la ansiedad adaptativa y la ansiedad patológica no siempre es fácil de distinguir. Como casi todo en la vida, las cosas no son o blancas o negras, sino que existen los matices y hay situaciones que pueden estar en el límite de la normalidad. Por otro lado no es lo mismo que un sujeto tenga un momento puntual y aislado de ansiedad patológica o que viva en un estado permanente de ansiedad. Para evitar confusiones el DSM IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) considera la ansiedad como patológica cuando:
"La ansiedad, la preocupación o los síntomas físicos provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad." Esto traducido al lenguaje coloquial, significa que cuando nuestro sistema de alerta reacciona ante estímulos insignificantes muy a menudo o bien con gran intensidad, y esto se traduce en síntomas físicos y psíquicos que alteran de forma notable la vida de una persona en sus distintos ámbitos, podemos decir sin temor a equivocarnos que estamos ante un trastorno de ansiedad. Será el momento de acudir a un psicólogo especialista en ansiedad, para que estudie y ponga nombre y apellido a ese trastorno, y una vez diagnosticado inicie el tratamiento que considere más oportuno.
Nuestro Psicólogo en Madrid - Gerardo Castaño Recuero
Bibliografía:
Psicología Trastornos
¿Es perjudicial la ansiedad?
Antes de contestar a esta pregunta, vamos a tratar de entender el origen y la naturaleza de la ansiedad.
El hombre primitivo y los animales se encontraban hace miles de años en un medio hostil y agresivo. Tanto para el hombre como para los animales, solamente existía una ley: La del más fuerte. Los miembros más fuertes de una especie sobrevivían y los más débiles eran diezmados por las inclemencias naturales o por los demás animales. En este entorno de extremada dureza, el ser humano empezó a desarrollar capacidades para poder superar las adversidades. A lo largo de la evolución el hombre fue desarrollando sistemas neurológicos cada vez más complejos que le alertaban ante las situaciones de posible peligro. De esta forma cuando el individuo está ante una situación de peligro, su sistema nervioso reacciona detectando la situación de riesgo y permitía al sujeto adoptar las medidas necesarias para evitarla.
El sistema de alerta del organismo aumenta la concentración y la percepción de los sentidos para evitar situaciones comprometidas. Si vamos caminando tranquilamente por el campo, nuestro sistema de alerta se relaja, disminuyen los niveles de ansiedad y podemos relajarnos y disfrutar de un agradable paseo. Si por el contrario, estamos caminando por la ciudad y vamos a cruzar una calle con mucho tráfico o vamos conduciendo un vehículo y un balón cruza delante de nuestro vehículo, los sistemas de alarma se disparan, porque instintivamente sabemos que detrás de un balón puede venir un niño corriendo o que al cruzar un paso de cebra puede venir un conductor imprudente con exceso de velocidad. Estos mecanismos que el organismo ha ido perfeccionando a lo largo de miles de años de evolución y que sirven para protegernos de de las amenazas externas, constituyen lo que denominamos ansiedad adaptativa, es decir la ansiedad que se modula y gradúa en función de las circunstancias que nos rodean y nos permiten sortear los peligros.
Volvamos a la pregunta inicial: ¿Es mala la ansiedad adaptativa? La respuesta es obvia. No. No solamente no es mala, es que es necesaria y sin ella no podríamos vivir, a menos que estuviéramos encerrados en una burbuja. Pero la ansiedad adaptativa no tiene solamente una misión protectora. Un cierto nivel de ansiedad resulta estimulante para el individuo y le permite afrontar tareas difíciles. Sin estos niveles mínimos de ansiedad, el ser humano se vuelve pasivo e indolente, no tiene afán de superación, no tiene capacidad exigirse retos. En definitiva, esos niveles básicos de ansiedad son el motor que ha hecho progresar a la humanidad e ir superándonos a lo largo de los siglos.
Entonces, si la ansiedad es buena y necesaria, ¿por qué es necesario tratar la ansiedad? Pues la respuesta sigue siendo evidente. El ser humano, y sobre todo nuestro sistema nervioso central es una compleja red de millones de neuronas interconectadas. Imaginemos la más poderosa supercomputadora de la NASA con miles de CPUs trabajando en paralelo. Pues bien, nuestro cerebro es mucho más complejo y con muchas más conexiones que cualquier superordenador. Estos millones de neuronas están constantemente interactuando entre ellas. En las conexiones entre las neuronas se liberan los neurotransmisores cerebrales, que regulan todas las funciones del sistema nervioso. Algunos neurotransmisores son activadores y otros actúan como inhibidores. De este juego de activación o inhibición sináptica se deriva el que el cerebro funcione correctamente. Si por algún tipo de alteración física o psíquica, este equilibrio se ve alterado la consecuencia lógica es un mal funcionamiento de las áreas cerebrales afectadas. Cuando ese desequilibrio afecta al sistema de alerta, éste puede volverse hipersensible y estar disparando las alarmas ante peligros que no existen o ante señales ficticias de riego. Cuando esto sucede y las alarmas se disparan de forma descontrolada hablamos de ansiedad patológica. Imaginemos un coche al que se le estropea la alarma de madrugada y no deja de sonar despertando a todos los vecinos. Eso es lo que ocurre con la ansiedad patológica, nos dice que estamos constantemente en peligro, dispara nuestros mecanismos de protección, el organismo libera una cascada de catecolaminas para enfrentarse a una amenaza inexistente, el individuo puede llegar a sentir que va a morir o va a volverse loco y experimentará una gran cantidad de síntomas derivados de la hiperexcitabilidad de su sistema nervioso central.
Esta ansiedad patológica, es muy nociva, pues hace sufrir al individuo y puede limitar de forma consierable su vida cotidiana. Esta ansiedad puede manifestarse de distintas formas, que los psiquiatras y psicólogos llamamos trastornos de ansiedad, entre los que se incluyen la ansiedad generalizada, el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), las fobias simples, la fobia social, el trastorno por estrés postraumático, los ataques de pánico, la agorafobia.
Ahora bien, la realidad no es tan simple como la hemos descrito, pues la diferencia entre la ansiedad adaptativa y la ansiedad patológica no siempre es fácil de distinguir. Como casi todo en la vida, las cosas no son o blancas o negras, sino que existen los matices y hay situaciones que pueden estar en el límite de la normalidad. Por otro lado no es lo mismo que un sujeto tenga un momento puntual y aislado de ansiedad patológica o que viva en un estado permanente de ansiedad. Para evitar confusiones el DSM IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) considera la ansiedad como patológica cuando:
"La ansiedad, la preocupación o los síntomas físicos provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad." Esto traducido al lenguaje coloquial, significa que cuando nuestro sistema de alerta reacciona ante estímulos insignificantes muy a menudo o bien con gran intensidad, y esto se traduce en síntomas físicos y psíquicos que alteran de forma notable la vida de una persona en sus distintos ámbitos, podemos decir sin temor a equivocarnos que estamos ante un trastorno de ansiedad. Será el momento de acudir a un psicólogo especialista en ansiedad, para que estudie y ponga nombre y apellido a ese trastorno, y una vez diagnosticado inicie el tratamiento que considere más oportuno.
Nuestro Psicólogo en Madrid - Gerardo Castaño Recuero
Bibliografía:
- Ansiedad - Wikipedia
- Ansiedad - MedlinePlus
- Trastorno de Ansiedad Social - Gerardo Castaño Recuero