Martes, 16 de diciembre de 2014
Verónica Reyes Casillas
- Guadalajara, (México)
Psicología
Psicología
Hoy platique con una amiga, el tema de conversación… cree que su esposo le está siendo infiel. ¿Les suena familiar? En los últimos dos meses he hablado sobre este punto con varias personas, hombres y mujeres, jóvenes y maduros, casados y solteros. Siempre con angustia, preocupación y sobre todo con muchas preguntas. ¿Por qué? es la pregunta más común, pareciera que si lográramos responder a esto podríamos resolver algunas cosas pero… nunca existe una respuesta convincente ¿no es cierto?
Se dice que las personas son infieles cuando la relación no alcanza sus expectativas, que están buscando algo en la pareja que ésta no es capaz de ofrecerles. ¿Será?, conozco a algunas personas que han sido infieles, que lo hicieron “sólo una vez” o que tuvieron una relación de algunos meses y cuando analizamos su relación “formal” de pareja generalmente no hay quejas sobre ellas. Muchos mencionan que aman a su pareja, que no quieren terminar su relación, que están satisfechos, que es la pareja con la que quieren seguir. Sin embargo, fueron infieles.
Sé de personas que incluso han tenido hijos en otra relación, que viven una “doble vida”, que se complican tratando de ser padres sin poder estar todo el tiempo que quisieran y ser pareja de dos (a veces más) personas. Viven con mucho estrés, a las carreras, sin poder disfrutar al cien por ciento con ninguno, ni siquiera con él mismo. La mayoría de las veces se enfrentan a problemas con los dos bandos ya que tienen que encontrar la manera de justificar sus ausencias sin ser muy eficaces en lograrlo. No es fácil vivir así. No son felices, sin embargo, prefieren esto que hablarlo, que perder a la persona con la que están comprometidos formalmente. Irónicamente, la pierden entre tanto ir y venir.
Existe también la otra cara. Personas que han vivido la infidelidad de su pareja, que los descubren, se los dicen, o simplemente lo saben. Duele, lastima, hiere, y los obligan a tomar decisiones que son muy difíciles de hacer. ¿Me quedo? ¿La perdono? ¿Lo dejo? Normalmente es un proceso largo, cuesta trabajo tomar cualquier decisión, sobre todo porque las personas que están alrededor siempre toman diferentes partidos, algunos te dicen que lo dejes, que no vale la pena, que tú vales más. Otros, te dicen que lo pienses, que tienes hijos, que no vale la pena terminar un matrimonio por un “desliz”. Si la familia se entera hay más presión, los amigos te apoyan… pero al final de todo, tienes que decidir y siempre, siempre hay gente que no está de acuerdo con lo que finalmente eliges. Como si no fuera suficiente con vivir el dolor de lo que está ocurriendo.
Y luego los hijos. ¿Cómo le explicas a un niño de 8 años o menos que su papá/mamá te puso el cuerno? ¿Cómo explicas que eso duele? Que perdonar no es fácil y que necesitas espacio, tiempo. Que no lo va a perder, sólo van a vivir en diferente casa. Cómo explicas las continuas peleas y discusiones que se viven en el proceso del perdón si decides quedarte. Cómo explicas que tú no lo corriste, de hecho quisieras que volviera pero… se quiso ir con otra persona. Cómo explicas que tiene otros hermanos y que te enfurece dejarlos ir a conocerlos y a que convivan porque “eso es lo más sano” para todos. Cómo acomodas el dolor que causa verlos llorar por la persona que se fue. Cuando preguntan ¿dónde está? ¿Por qué no vino a verme? Me dijo que iba a venir hoy ¿por qué no vino? Y está la otra parte, cuando regresan felices de “la otra casa”, cuando “allá” está todo bien y te ruegan que los dejes pasar más tiempo, cuando te dicen que prefieren vivir con su papá/mamá porque tú siempre estás triste o enojado/a. ¿Qué hace uno con tanto dolor?
Conozco a los “amantes”, a los “malos”, a los que supuestamente provocaron todo ese dolor, los odiados. También es difícil este rol, no es nada fácil “andar con un/a casado/a”. En algunas ocasiones el amante no sabía del estado civil de la pareja, se enteran ya avanzada la relación, cuando ya existe amor, cuando ya hay hijos, cuando han pasado años y empiezan a ver que es “raro” que no lo pueda ver diario. La mayoría de las veces el amante lo sabe primero, se da cuenta primero aunque pueda ser tarde. Muchas veces existe el amor por las dos partes y entonces vienen las justificaciones, las promesas y la esperanza. La esperanza de que vayan a decidir quedarse con ellos, que por fin los van a tener para ellos y esperan.
En otros casos ya saben que esa persona esta comprometida, sin embargo, algo pasa, generalmente gana la soledad, la desesperación de encontrarse solos, de ver pasar los años y darse cuenta de que las personas de su edad ya están todos casados, entonces ¿qué queda?, mejor así que solos.
Otros eligen conscientemente una relación así, no quieren tener un compromiso, les parece cómodo y agradable ver a su pareja cuando se pueda y pasarla bien, no se imaginan viviendo con ellos, ni lo desean, no se quieren preocupar por “lavarles la ropa o hacerles de comer”. Piensan en ellos, hay una gran negación en ver la otra parte, no les interesa saber de los problemas de su pareja, ni de su familia, ni de nada, sólo quieren disfrutar de estar con el otro. Mientras dure.
Sin embargo, también hay dolor, un amante se puede conformar con serlo un tiempo, pero toda relación debe crecer, vivir diferentes etapas. Conforme van pasando los años van empezando los reproches, las exigencias, los conflictos. Poco a poco se va convirtiendo en una relación como la que tienen en casa, se va acabando la emoción de lo nuevo. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, también se quedan ahí, se resisten a terminar a “la otra” u otro aunque esta relación ya no sea satisfactoria.
Entonces… el problema es la debilidad de querer estar con otra persona aunque estés comprometido con alguien o… el problema realmente es no saber terminar lo que ya no funciona, porque “el matrimonio es para siempre”, porque ya se tienen hijos, porque “mi pareja no merece ese dolor”, por religión, por cultura.
Una persona me comentó hace poco: “para que tener novio si quiero andar con otros”. En este momento está decidiendo eso… tiene novio pero hay “otro” que le gusta, hasta ahora ha decidido quedarse con el novio porque “quiere” tener novio. En su lógica me dice “si quiero andar con otros, para qué me hago de un novio, mejor ando con los que quiera y ya”. ¿Entonces el error está en comprometernos con alguien y jurarle amor para siempre?
El ser humano es polígamo, si no fuera así nos quedaríamos de por vida con la primer persona que nos gustara, como sucede con algunas otras especies. No somos así. Nosotros buscamos, aprendemos y vamos eligiendo a ensayo y error a la persona con la que finalmente decidimos quedarnos (hasta que aparece otra) y nos casamos y prometemos ser fieles.
La fidelidad finalmente es un concepto cultural, el ser humano en sus principios no tenía el concepto de pareja, su objetivo primordial era la reproducción. Conforme se fueron creando sociedades y estableciendo reglas y leyes con respecto a la propiedad privada se empezaron también a formar normas específicas a la reproducción: los hombres tenían que saber que los hijos que tenían eran suyos para así poder heredar sus propiedades y la única manera que se podía ofrecer esto era formalizando relaciones monógamas en donde se aseguraba que los hijos que una mujer tuviera fueran sólo de su esposo. Por eso también en algunas culturas actualmente se puede y es legal tener más de una pareja, pero eso sigue siendo favorecido a los hombres por lo que mencioné anteriormente, por el derecho de los bienes a los hijos.
Entonces luchamos contra corriente ya que nuestra naturaleza nos lleva a hombres y mujeres a “enamorarnos” de diferentes personas, a querer estar con otros ya sea de manera social, intelectual, emocional o sexual y a sentir placer y emoción cuando nos conectamos con alguien mas aunque ya hallamos decidido estar con uno solo. Pero por cientos de años llevamos en nuestra memoria que así no debe ser, que debemos estar con uno sólo porque así se debe, porque así es como se debe vivir, porque así es como vamos a ser felices, porque a diferencia de los animales nosotros pensamos y elegimos, y no nos comportamos como ellos queriendo brincar de una persona a otra sólo porque nos gustó… sólo que no esta funcionando… seguimos siendo infieles.
Creo, que la opción es voltear hacia nosotros y entender que la fidelidad en sí misma no es con el otro sino con uno mismo, con el compromiso que yo le hice al otro. Si soy infiel, soy infiel a mi promesa, a mi compromiso, a mis valores, a mi persona. No tiene nada que ver con el otro, no es en su contra ni por su culpa, es porque no tengo clara mi promesa, porque prometí sin pensar, porque elegí sin tener más experiencia, porque nunca lo hablé con mi pareja claramente, porque lo dimos por hecho, porque simplemente… seguimos aprendiendo a ser, a conocernos, a crecer, a madurar y cada experiencia buena o mala nos va llevando en este camino y nos va haciendo entender a través de los años que la vida en pareja es un camino maravilloso y difícil y que depende de nosotros ir haciendo que ese camino, con curvas y pendientes, sea seguro para los que vamos por él… finalmente… parte de ese camino lo van caminando nuestros hijos junto con nosotros para seguir haciendo el suyo a partir de él, así como lo hicimos o vamos haciendo nosotros.
Se dice que las personas son infieles cuando la relación no alcanza sus expectativas, que están buscando algo en la pareja que ésta no es capaz de ofrecerles. ¿Será?, conozco a algunas personas que han sido infieles, que lo hicieron “sólo una vez” o que tuvieron una relación de algunos meses y cuando analizamos su relación “formal” de pareja generalmente no hay quejas sobre ellas. Muchos mencionan que aman a su pareja, que no quieren terminar su relación, que están satisfechos, que es la pareja con la que quieren seguir. Sin embargo, fueron infieles.
Sé de personas que incluso han tenido hijos en otra relación, que viven una “doble vida”, que se complican tratando de ser padres sin poder estar todo el tiempo que quisieran y ser pareja de dos (a veces más) personas. Viven con mucho estrés, a las carreras, sin poder disfrutar al cien por ciento con ninguno, ni siquiera con él mismo. La mayoría de las veces se enfrentan a problemas con los dos bandos ya que tienen que encontrar la manera de justificar sus ausencias sin ser muy eficaces en lograrlo. No es fácil vivir así. No son felices, sin embargo, prefieren esto que hablarlo, que perder a la persona con la que están comprometidos formalmente. Irónicamente, la pierden entre tanto ir y venir.
Existe también la otra cara. Personas que han vivido la infidelidad de su pareja, que los descubren, se los dicen, o simplemente lo saben. Duele, lastima, hiere, y los obligan a tomar decisiones que son muy difíciles de hacer. ¿Me quedo? ¿La perdono? ¿Lo dejo? Normalmente es un proceso largo, cuesta trabajo tomar cualquier decisión, sobre todo porque las personas que están alrededor siempre toman diferentes partidos, algunos te dicen que lo dejes, que no vale la pena, que tú vales más. Otros, te dicen que lo pienses, que tienes hijos, que no vale la pena terminar un matrimonio por un “desliz”. Si la familia se entera hay más presión, los amigos te apoyan… pero al final de todo, tienes que decidir y siempre, siempre hay gente que no está de acuerdo con lo que finalmente eliges. Como si no fuera suficiente con vivir el dolor de lo que está ocurriendo.
Y luego los hijos. ¿Cómo le explicas a un niño de 8 años o menos que su papá/mamá te puso el cuerno? ¿Cómo explicas que eso duele? Que perdonar no es fácil y que necesitas espacio, tiempo. Que no lo va a perder, sólo van a vivir en diferente casa. Cómo explicas las continuas peleas y discusiones que se viven en el proceso del perdón si decides quedarte. Cómo explicas que tú no lo corriste, de hecho quisieras que volviera pero… se quiso ir con otra persona. Cómo explicas que tiene otros hermanos y que te enfurece dejarlos ir a conocerlos y a que convivan porque “eso es lo más sano” para todos. Cómo acomodas el dolor que causa verlos llorar por la persona que se fue. Cuando preguntan ¿dónde está? ¿Por qué no vino a verme? Me dijo que iba a venir hoy ¿por qué no vino? Y está la otra parte, cuando regresan felices de “la otra casa”, cuando “allá” está todo bien y te ruegan que los dejes pasar más tiempo, cuando te dicen que prefieren vivir con su papá/mamá porque tú siempre estás triste o enojado/a. ¿Qué hace uno con tanto dolor?
Conozco a los “amantes”, a los “malos”, a los que supuestamente provocaron todo ese dolor, los odiados. También es difícil este rol, no es nada fácil “andar con un/a casado/a”. En algunas ocasiones el amante no sabía del estado civil de la pareja, se enteran ya avanzada la relación, cuando ya existe amor, cuando ya hay hijos, cuando han pasado años y empiezan a ver que es “raro” que no lo pueda ver diario. La mayoría de las veces el amante lo sabe primero, se da cuenta primero aunque pueda ser tarde. Muchas veces existe el amor por las dos partes y entonces vienen las justificaciones, las promesas y la esperanza. La esperanza de que vayan a decidir quedarse con ellos, que por fin los van a tener para ellos y esperan.
En otros casos ya saben que esa persona esta comprometida, sin embargo, algo pasa, generalmente gana la soledad, la desesperación de encontrarse solos, de ver pasar los años y darse cuenta de que las personas de su edad ya están todos casados, entonces ¿qué queda?, mejor así que solos.
Otros eligen conscientemente una relación así, no quieren tener un compromiso, les parece cómodo y agradable ver a su pareja cuando se pueda y pasarla bien, no se imaginan viviendo con ellos, ni lo desean, no se quieren preocupar por “lavarles la ropa o hacerles de comer”. Piensan en ellos, hay una gran negación en ver la otra parte, no les interesa saber de los problemas de su pareja, ni de su familia, ni de nada, sólo quieren disfrutar de estar con el otro. Mientras dure.
Sin embargo, también hay dolor, un amante se puede conformar con serlo un tiempo, pero toda relación debe crecer, vivir diferentes etapas. Conforme van pasando los años van empezando los reproches, las exigencias, los conflictos. Poco a poco se va convirtiendo en una relación como la que tienen en casa, se va acabando la emoción de lo nuevo. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, también se quedan ahí, se resisten a terminar a “la otra” u otro aunque esta relación ya no sea satisfactoria.
Entonces… el problema es la debilidad de querer estar con otra persona aunque estés comprometido con alguien o… el problema realmente es no saber terminar lo que ya no funciona, porque “el matrimonio es para siempre”, porque ya se tienen hijos, porque “mi pareja no merece ese dolor”, por religión, por cultura.
Una persona me comentó hace poco: “para que tener novio si quiero andar con otros”. En este momento está decidiendo eso… tiene novio pero hay “otro” que le gusta, hasta ahora ha decidido quedarse con el novio porque “quiere” tener novio. En su lógica me dice “si quiero andar con otros, para qué me hago de un novio, mejor ando con los que quiera y ya”. ¿Entonces el error está en comprometernos con alguien y jurarle amor para siempre?
El ser humano es polígamo, si no fuera así nos quedaríamos de por vida con la primer persona que nos gustara, como sucede con algunas otras especies. No somos así. Nosotros buscamos, aprendemos y vamos eligiendo a ensayo y error a la persona con la que finalmente decidimos quedarnos (hasta que aparece otra) y nos casamos y prometemos ser fieles.
La fidelidad finalmente es un concepto cultural, el ser humano en sus principios no tenía el concepto de pareja, su objetivo primordial era la reproducción. Conforme se fueron creando sociedades y estableciendo reglas y leyes con respecto a la propiedad privada se empezaron también a formar normas específicas a la reproducción: los hombres tenían que saber que los hijos que tenían eran suyos para así poder heredar sus propiedades y la única manera que se podía ofrecer esto era formalizando relaciones monógamas en donde se aseguraba que los hijos que una mujer tuviera fueran sólo de su esposo. Por eso también en algunas culturas actualmente se puede y es legal tener más de una pareja, pero eso sigue siendo favorecido a los hombres por lo que mencioné anteriormente, por el derecho de los bienes a los hijos.
Entonces luchamos contra corriente ya que nuestra naturaleza nos lleva a hombres y mujeres a “enamorarnos” de diferentes personas, a querer estar con otros ya sea de manera social, intelectual, emocional o sexual y a sentir placer y emoción cuando nos conectamos con alguien mas aunque ya hallamos decidido estar con uno solo. Pero por cientos de años llevamos en nuestra memoria que así no debe ser, que debemos estar con uno sólo porque así se debe, porque así es como se debe vivir, porque así es como vamos a ser felices, porque a diferencia de los animales nosotros pensamos y elegimos, y no nos comportamos como ellos queriendo brincar de una persona a otra sólo porque nos gustó… sólo que no esta funcionando… seguimos siendo infieles.
Creo, que la opción es voltear hacia nosotros y entender que la fidelidad en sí misma no es con el otro sino con uno mismo, con el compromiso que yo le hice al otro. Si soy infiel, soy infiel a mi promesa, a mi compromiso, a mis valores, a mi persona. No tiene nada que ver con el otro, no es en su contra ni por su culpa, es porque no tengo clara mi promesa, porque prometí sin pensar, porque elegí sin tener más experiencia, porque nunca lo hablé con mi pareja claramente, porque lo dimos por hecho, porque simplemente… seguimos aprendiendo a ser, a conocernos, a crecer, a madurar y cada experiencia buena o mala nos va llevando en este camino y nos va haciendo entender a través de los años que la vida en pareja es un camino maravilloso y difícil y que depende de nosotros ir haciendo que ese camino, con curvas y pendientes, sea seguro para los que vamos por él… finalmente… parte de ese camino lo van caminando nuestros hijos junto con nosotros para seguir haciendo el suyo a partir de él, así como lo hicimos o vamos haciendo nosotros.