Viernes, 04 de julio de 2014
Consult Psicologia Clinica MDS
- Las Terrenas, Samaná, (República Dominicana)
Psicología
Psicología
¿Seremos esclavos de nuestros pensamientos? ¿Nos dominan las emociones? ¿Nuestro cuerpo tiene un manejo propio del cual no tenemos control? ¿La enfermedad está en el cuerpo o en la conciencia? Nuestros pensamientos y emociones afectan nuestro estado de ánimo y tienen un fuerte impacto sobre nuestra salud. ¿Le ha sucedido a alguien, que cuando peor se encontraba, por ejemplo, con problemas personales, laborales o económicos, simultáneamente o después, le siguió algún tipo de afección, como gripe, asma, alergias, dolores de cabeza, o gastritis, para citar sólo algunas?
Nuestros pensamientos y sentimientos, tienen la capacidad de transformar procesos biológicos, la estructura de las células e influir en el sistema inmunológico o por el contrario fortalecerlo.Un estado de relajación física y mental, un bello recuerdo, nos ayudan a liberar endorfinas las cuales nos dan esa sensación agradable. Por el contrario, los recuerdos dolorosos y la ansiedad, liberan las mismas sustancias tóxicas que el estrés, de manera que transformamos nuestros cuerpos a medida que la alegría o el dolor se internalizan (McEwen, B. y Sapolsky, R., 2006)
Quien está angustiado y deprimido, proyecta tristeza por todas partes del cuerpo: la producción de neurotransmisores a partir del cerebro se altera, el nivel de hormonas varía, el ciclo del sueño es interrumpido, los receptores neuropeptídicos en la superfície externa de las células de la piel se modifican, las plaquetas sanguíneas se tornan más viscosas y más propensas a formar grumos y hasta las lágrimas contienen trazos químicos diferentes a las lágrimas de alegría (Clavijo, 2006).
El estrés bloquea los neurotransmisores como la dopamina y las endorfinas, responsables de la sensación de bienestar, del denominado centro de recompensa del cerebro. Cuando experimentamos estrés, se liberan hormonas como el cortisol, que van “envenenando” nuestras células. Se pueden producir entonces cambios como falta de sentido del humor, irritabilidad constante, sentimientos de ira, ganas de llorar, entre otros.
A nivel físico, se puede experimentar cansancio permanente, aunque no hagamos nada, dolor de cabeza, palpitaciones, hipertensión, falta de apetito o gula desmesurada. Problemas digestivos, orina frecuente, diarrea o estreñimiento. Dolores o calambres musculares, interrupción de la menstruación. También puede ocurrir pérdida de memoria debido a que los niveles altos de cortisol dañan la conexión entre células cerebrales.
Este malestar físico no es imaginario. Nadie puede negar lo que otra persona está experimentando en su cuerpo. Los síntomas son visibles para cualquier profesional de la medicina. Pero algunas de nuestras afecciones podrían estar íntimamente relacionadas con la manera en que afrontamos el estrés y las situaciones que se nos presentan en la vida. Muchas de estas enfermedades han sido clasificadas dentro del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV), como dolencias de origen psicosomático.
La ansiedad y la tristeza aceleran el proceso de envejecimiento, pero éstas pueden ser neutralizadas cada día si aprendemos a vivir con alegría y tranquilidad. En definitiva, está en nuestras manos decidir cómo reaccionamos ante los problemas y el estrés. Todos ellos pasarán, pero mientras tanto, podemos contribuir a mantener un estado de salud física y mental, desarrollando estrategias de afrontamiento y así nunca más seremos esclavos de nuestros pensamientos, de nuestras emociones, ni de las circunstancias que se puedan presentar. Con un cambio de visión los procesos bioquímicos mencionados quedarán alterados, de forma tal que construiremos los cuerpos que deseamos, ya que finalmente la ansiedad termina y los problemas se resuelven, cuando así lo decidimos. Información adicional sobre este tema, puede ser encontrada en estos enlaces:
https://www.facebook.com/maritzadiazsavaryterapeuta?ref=hl
http://press.endocrine.org/doi/full/10.1210/jcem.91.2.9993
Nuestros pensamientos y sentimientos, tienen la capacidad de transformar procesos biológicos, la estructura de las células e influir en el sistema inmunológico o por el contrario fortalecerlo.Un estado de relajación física y mental, un bello recuerdo, nos ayudan a liberar endorfinas las cuales nos dan esa sensación agradable. Por el contrario, los recuerdos dolorosos y la ansiedad, liberan las mismas sustancias tóxicas que el estrés, de manera que transformamos nuestros cuerpos a medida que la alegría o el dolor se internalizan (McEwen, B. y Sapolsky, R., 2006)
Quien está angustiado y deprimido, proyecta tristeza por todas partes del cuerpo: la producción de neurotransmisores a partir del cerebro se altera, el nivel de hormonas varía, el ciclo del sueño es interrumpido, los receptores neuropeptídicos en la superfície externa de las células de la piel se modifican, las plaquetas sanguíneas se tornan más viscosas y más propensas a formar grumos y hasta las lágrimas contienen trazos químicos diferentes a las lágrimas de alegría (Clavijo, 2006).
El estrés bloquea los neurotransmisores como la dopamina y las endorfinas, responsables de la sensación de bienestar, del denominado centro de recompensa del cerebro. Cuando experimentamos estrés, se liberan hormonas como el cortisol, que van “envenenando” nuestras células. Se pueden producir entonces cambios como falta de sentido del humor, irritabilidad constante, sentimientos de ira, ganas de llorar, entre otros.
A nivel físico, se puede experimentar cansancio permanente, aunque no hagamos nada, dolor de cabeza, palpitaciones, hipertensión, falta de apetito o gula desmesurada. Problemas digestivos, orina frecuente, diarrea o estreñimiento. Dolores o calambres musculares, interrupción de la menstruación. También puede ocurrir pérdida de memoria debido a que los niveles altos de cortisol dañan la conexión entre células cerebrales.
Este malestar físico no es imaginario. Nadie puede negar lo que otra persona está experimentando en su cuerpo. Los síntomas son visibles para cualquier profesional de la medicina. Pero algunas de nuestras afecciones podrían estar íntimamente relacionadas con la manera en que afrontamos el estrés y las situaciones que se nos presentan en la vida. Muchas de estas enfermedades han sido clasificadas dentro del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV), como dolencias de origen psicosomático.
La ansiedad y la tristeza aceleran el proceso de envejecimiento, pero éstas pueden ser neutralizadas cada día si aprendemos a vivir con alegría y tranquilidad. En definitiva, está en nuestras manos decidir cómo reaccionamos ante los problemas y el estrés. Todos ellos pasarán, pero mientras tanto, podemos contribuir a mantener un estado de salud física y mental, desarrollando estrategias de afrontamiento y así nunca más seremos esclavos de nuestros pensamientos, de nuestras emociones, ni de las circunstancias que se puedan presentar. Con un cambio de visión los procesos bioquímicos mencionados quedarán alterados, de forma tal que construiremos los cuerpos que deseamos, ya que finalmente la ansiedad termina y los problemas se resuelven, cuando así lo decidimos. Información adicional sobre este tema, puede ser encontrada en estos enlaces:
https://www.facebook.com/maritzadiazsavaryterapeuta?ref=hl
http://press.endocrine.org/doi/full/10.1210/jcem.91.2.9993