Martes, 03 de febrero de 2015
Ximena del Pino
- Providencia, (Chile)
Psicología
Psicología
Al enfrentar y superar situaciones intensas de dolor, y con esto me refiero a situaciones que para uno es de dolor y no me refiero lo que otros opinen que es dolor, suele quedar una sensación de irrealidad. Percibimos que de alguna forma todo lo que somos y como miramos el mundo está distinto. Algo cambió. Nosotros cambiamos. Ese es el día después del dolor.
Es así como observamos cambios en la forma de actuar, a veces, casi imperceptibles por el resto. Nos sentimos un poco más seguros, como si pudiésemos soltar y tomar la vida en forma más confiada. Vemos como la continuaron las cosas y debemos volver a integrarnos, ahora conscientes y sin ese profundo dolor que teñía todo alrededor.
Hay algunas personas, que hacen caso omiso a sus cambios y prefieren aferrarse a lo conocido, a los patrones habituales, a los paradigmas memorizados, a los dolores vividos y recordar a aquellos que llamamos responsables.
Hoy sin embargo, quiero invitarte a ser de otro grupo, el de los resilientes, aquellos que prefieren entender y reconocer este nuevo ser humano reinventado, triunfador de su dolor, que logra seguir respirando por decisión y no por una condición biológica. Comprender y aceptar los cambios permite quedarnos con lo positivo para nuestro día a día y dejar atrás lo negativo, aquello que nos causó dolor. Dejar ir el pasado, abrazar el presente y caminar hacia el futuro.
Te invito a que mires con atención quien eres ahora y lo comentes con otros, verbalizar nuestras ideas o llevarlas al papel permite que podamos concretizar e interiorizar esas nuevas diferencias. El permitir que seamos mejores, que podemos cambiar, que podemos sorprender incluso a nosotros mismos. Si, puedes ser mejor de lo que tu mismo esperabas. Parece fácil, sin embargo es un proceso y como tal requiere tiempo y paciencia. A veces, el dolor volverá al recordar esa situación y el poder aceptarlo, en vez de luchar contra él, permite que puedas superar esa instancia y sigas adelante. Y cuando mires hacia atrás y agradezcas esa vivencia que al final de suma y resta dejó algo nuevo y positivo, es ahí que podrás decir… Hoy es el día después del dolor y soy un resiliente.
Es así como observamos cambios en la forma de actuar, a veces, casi imperceptibles por el resto. Nos sentimos un poco más seguros, como si pudiésemos soltar y tomar la vida en forma más confiada. Vemos como la continuaron las cosas y debemos volver a integrarnos, ahora conscientes y sin ese profundo dolor que teñía todo alrededor.
Hay algunas personas, que hacen caso omiso a sus cambios y prefieren aferrarse a lo conocido, a los patrones habituales, a los paradigmas memorizados, a los dolores vividos y recordar a aquellos que llamamos responsables.
Hoy sin embargo, quiero invitarte a ser de otro grupo, el de los resilientes, aquellos que prefieren entender y reconocer este nuevo ser humano reinventado, triunfador de su dolor, que logra seguir respirando por decisión y no por una condición biológica. Comprender y aceptar los cambios permite quedarnos con lo positivo para nuestro día a día y dejar atrás lo negativo, aquello que nos causó dolor. Dejar ir el pasado, abrazar el presente y caminar hacia el futuro.
Te invito a que mires con atención quien eres ahora y lo comentes con otros, verbalizar nuestras ideas o llevarlas al papel permite que podamos concretizar e interiorizar esas nuevas diferencias. El permitir que seamos mejores, que podemos cambiar, que podemos sorprender incluso a nosotros mismos. Si, puedes ser mejor de lo que tu mismo esperabas. Parece fácil, sin embargo es un proceso y como tal requiere tiempo y paciencia. A veces, el dolor volverá al recordar esa situación y el poder aceptarlo, en vez de luchar contra él, permite que puedas superar esa instancia y sigas adelante. Y cuando mires hacia atrás y agradezcas esa vivencia que al final de suma y resta dejó algo nuevo y positivo, es ahí que podrás decir… Hoy es el día después del dolor y soy un resiliente.