Martes, 16 de diciembre de 2014
Clasifical Psicólogos
- Madrid, (España)
Psicología
Psicología
Todo el mundo conoce que el ayudar a los demás es una de las fórmulas para alcanzar la felicidad. De hecho muchos estudios acerca del altruismo lo corroboran. Sin embargo esta teoría tiene algunos matices según un estudio dirigido por la psicóloga Jennifer Aaker, de la Universidad de Stanford, y publicado en el Journal of Experimental Social Psychology. Según éste, lo que realmente nos hace felices es saber que realmente hemos ayudado a alguien y no sólo que lo hemos intentado.
Es más, afirman que lo realmente importante para conseguir la felicidad es que nuestros actos altruistas persigan un objetivo concreto y que éste se cumpla. De forma que cuando perseguimos logros difusos, nos creamos expectativas poco realistas dificultándonos la consecución de la felicidad.
Así cuando les pidieron a la mitad de los participantes que salvaran al medio ambiente y a la otra mitad que reciclaran más, encontraron que aquellos que tenían un objetivo concreto (reciclar más) se mostraron más felices y seguros de sí mismos que aquellos que tenían un objetivo más general o abstracto (salvar al medio ambiente). Obteniendo los mismos resultados cuando le pidieron a los participantes que hicieran feliz a alguien o que consiguieran que alguien sonriera.
Por ello, los investigadores concluyen que el camino más corto a la felicidad consiste en proponerse de forma activa alcanzar objetivos concretos que ayuden a nuestra sociedad, pues tendremos mayor probabilidad de tener éxito que si éstos son más abstractos.
Es más, afirman que lo realmente importante para conseguir la felicidad es que nuestros actos altruistas persigan un objetivo concreto y que éste se cumpla. De forma que cuando perseguimos logros difusos, nos creamos expectativas poco realistas dificultándonos la consecución de la felicidad.
Así cuando les pidieron a la mitad de los participantes que salvaran al medio ambiente y a la otra mitad que reciclaran más, encontraron que aquellos que tenían un objetivo concreto (reciclar más) se mostraron más felices y seguros de sí mismos que aquellos que tenían un objetivo más general o abstracto (salvar al medio ambiente). Obteniendo los mismos resultados cuando le pidieron a los participantes que hicieran feliz a alguien o que consiguieran que alguien sonriera.
Por ello, los investigadores concluyen que el camino más corto a la felicidad consiste en proponerse de forma activa alcanzar objetivos concretos que ayuden a nuestra sociedad, pues tendremos mayor probabilidad de tener éxito que si éstos son más abstractos.