Psicología
En la naturaleza, si nos fijamos bien, muchas veces podemos encontrar elementos que nos hacen reflexionar y cuestionarnos nuestra manera de ver el mundo. El árbol de piedra que veis en la imagen es un ejemplo, al igual que muchos otros, de eso mismo.
Las piedras, elementos rígidos y duros por norma general pueden adquirir mil formas diferentes por la erosión. En este caso, el aire a través de los años le ha dado a esta roca una for
ma peculiar por lo que se la conoce hoy en día como el árbol de piedra. Sin embargo, si lo enfocamos a como actuamos las personas, ¿qué podemos aprender?
Posiblemente todos nosotros conocemos a alguna persona que sea muy cerrada de mente, rígidas y que les cuesta mucho aceptar los cambios. Personas que se bloquean ante las nuevas situaciones o ante las opiniones de los demás, apareciendo como la piedra, dura y fuerte que parece inquebrantable e, incluso, inamovible. En estos casos, profesionalmente hablamos de rigidez mental, la cual con el paso del tiempo y las circunstancias del día a día, van transformando de alguna manera a causa de la erosión a la propia persona lo que puede llevar incluso a malestares físicos y/o emocionales.
La rigidez mental es una de las principales causas de problemas emocionales a la larga ya que impide a las propias personas adaptarse a las situaciones. Esta característica nos hace intentar solucionar problemas diferentes de la misma manera, obteniendo resultados que no son siempre los esperados. Por ejemplo, si hemos aprendido que nos dan la razón cuando insistimos una y otra vez con el mismo mensaje, siempre intentaremos ese recurso. Sin embargo, si algún día nos encontramos ante una persona que no responde como esperábamos nos encontramos perdidos y sin saber cómo actuar. Lo que nos crea un estado de alerta o impotencia ya que hemos de buscar nuevas alternativas, pero no hemos aprendido a hacerlo, por lo que observamos como se nos escapa la oportunidad de las manos.
Es cierto que esta rigidez tiene sus ventajas en ocasiones. Nos permite tener un objetivo fijo y defender nuestras opiniones, sin dejarnos influenciar por las personas que nos rodean. Sin embargo, es necesario poner ofrecer algo de flexibilidad a nuestros puntos de vista. Al igual que el aire ha transformado la roca, las opiniones de los demás han de poder llegarnos a nosotros y permitirnos ver si existen o no otros puntos de vista. Aceptándolos y modificando, en caso de ser necesario, nuestro propio parecer. Asimismo, no se trata de olvidar nuestro objetivo si este no nos sale, sino de buscar las mil y una formas para acceder a él. En este sentido, aquellas personas que disponen de una mayor flexibilidad mental, tienen al mismo tiempo una mayor capacidad de adaptación, son capaces de buscar alternativas, ampliar recursos y estrategias para enfrentarse a su día a día, son capaces de ver las diferentes perspectivas de un mismo hecho, buscando el mejor camino para uno mismo, aceptando las diferentes situaciones que la vida le va trayendo.
En resumen, cuanto mayor sea nuestra capacidad de buscar y adquirir nuevos recursos o estrategias, de comprender otros puntos de vista, mayor será nuestra flexibilidad mental y nuestro bienestar. Por ello mismo, en terapia, adquirir una mayor flexibilidad acaba siendo uno de los objetivos principales puesto que no se trata de perder la identidad y aceptar todas las ideas que vengan de fuera, sino poderlas integrar en nosotros mismos y ver si, en nuestro caso particular, éstas son beneficiosas ampliando las opciones para hacer frente las diferentes dificultades.
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