Viernes, 17 de febrero de 2017
Lic .Celina Villarreal Pineda
- Monterrey, (México)
Psicología
Psicología
La ciencia nos ha dado luz sobre los traumas emocionales en la vida temprana de un niño: la experiencia del nacimiento, las grandes necesidades de alimentación, adaptarse a reglas sociales para comer y hacer del baño, renunciar a placeres que no se permiten...
Por más difíciles que sean estas etapas del desarrollo emocional, un padre amoroso y comprensivo las amortigua considerablemente. Comúnmente recibo preguntas de cómo poner límites y reglas.. y más que la técnica, es una cuestión de actitud. A veces le negamos gratificaciones simples a los niños y exigimos obediencia extrema utilizando el miedo y castigos. En lugar de darles amor abundante y motivación sincera para acompañarlos en los ajustes que esperamos de ellos y que se requieren para vivir en sociedad, en ocasiones sin darnos cuenta empleamos una disciplina muy rigurosa. Esto frecuentemente resulta en un niño frustrado en su amor y en su necesidad de ser amado. Amar a nuestros hijos implica marcar límites, los cuales a su vez, deben encontrar su justificación en el amor: enseñarlos a hacer las cosas, acompañarlos cuando no saben hacerlas o se sienten frustrados y motivarlos, emplear consecuencias respetuosas. Un niño seguro tiene la certeza que a pesar de las llamadas de atención, siempre ha tenido y tendrá el amor de sus padres. Lic. Celina Villarreal Pineda Psicoterapia psicoanalítica Especialidad niños y adolescentes lic.celinavillarreal@gmail.com www.celinavillarreal.com
Por más difíciles que sean estas etapas del desarrollo emocional, un padre amoroso y comprensivo las amortigua considerablemente. Comúnmente recibo preguntas de cómo poner límites y reglas.. y más que la técnica, es una cuestión de actitud. A veces le negamos gratificaciones simples a los niños y exigimos obediencia extrema utilizando el miedo y castigos. En lugar de darles amor abundante y motivación sincera para acompañarlos en los ajustes que esperamos de ellos y que se requieren para vivir en sociedad, en ocasiones sin darnos cuenta empleamos una disciplina muy rigurosa. Esto frecuentemente resulta en un niño frustrado en su amor y en su necesidad de ser amado. Amar a nuestros hijos implica marcar límites, los cuales a su vez, deben encontrar su justificación en el amor: enseñarlos a hacer las cosas, acompañarlos cuando no saben hacerlas o se sienten frustrados y motivarlos, emplear consecuencias respetuosas. Un niño seguro tiene la certeza que a pesar de las llamadas de atención, siempre ha tenido y tendrá el amor de sus padres. Lic. Celina Villarreal Pineda Psicoterapia psicoanalítica Especialidad niños y adolescentes lic.celinavillarreal@gmail.com www.celinavillarreal.com