Miércoles, 27 de abril de 2016
Lic. Fernanda Trezza-Niños.Adol.Adultos
- Belgrano, (Argentina)
Psicología
Psicología
¿Cuáles son las corazas, las defensas, que en nuestro desarrollo fuimos creando para protegernos de aquello que alguna vez nos dolió o nos asustó tanto..? Racionalizar, desapegarse, evadirse, compensar, proyectar... ¿Qué pasa con eso que dejamos oculto, en la sombra?
En principio, deja de estar a nuestra disposición como energía vital y por el contrario nos implica un constante esfuerzo y gasto de energía en mantenerlo segregado, aún cuando, la mayoría de las veces, ni siquiera seamos concientes de eso. Y por otro lado todo ese cúmulo permanece intocado, inmaduro, sin posibilidad de ser resignificado en la actualidad, cuando posiblemente las herramientas con las que contamos hoy nos permitirían darle un cauce distinto, al servicio de nuestros propósitos actuales.
La agresividad, por ejemplo, es un aspecto que socialmente tendemos a ocultar, y sin embargo es uno de los motores que participan del impulso vital. El nacimiento, la sexualidad, la alimentación, la supervivencia, las manifestaciones de la vida..implican la puesta en juego de cierta cuota de agresividad, de actividad, fuerza vital. El punto será reconocer las cargas con las que uno cuenta y poder elegir la forma en que se liberan esas energías.
Con el dolor o el miedo pasa algo parecido, lo mantenemos sepultado, a distancia, pero al mismo tiempo nos desconectamos de sensaciones y experiencias que fueron muy importantes para nosotros, que nos permitirían conocernos y tocarnos en un núcleo muy genuino de aquello que realmente somos.
Lo que se niega no desaparece, incluso retorna de formas muy molestas, en patrones repetitivos que aparecen en vínculos y situaciones cotidianas, en el dolor del cuerpo, enfermedades, enojos..todo esto funciona como una brújula que orienta la búsqueda. Lo que se toca y acepta, aún cuando el proceso implique tomar contacto con el dolor o el miedo, permite una transformación y la liberación de una energía estancada que puede fluir y dar lugar a formas más creativas.
La expresión más plena del Ser que somos es algo parecido al proceso de afinación de un instrumento musical.. no se arranca una cuerda porque desafina, porque entonces perdemos toda una gama de posibilidades. Se trabaja, de a poco, con las herramientas que se necesiten, afinando el oído, hasta que descubrimos que lo que antes hacía un ruido molesto empieza a sonar lindo.
Lic. Fernanda Trezza
http://fernandatrezza.blogspot.com.ar/
En principio, deja de estar a nuestra disposición como energía vital y por el contrario nos implica un constante esfuerzo y gasto de energía en mantenerlo segregado, aún cuando, la mayoría de las veces, ni siquiera seamos concientes de eso. Y por otro lado todo ese cúmulo permanece intocado, inmaduro, sin posibilidad de ser resignificado en la actualidad, cuando posiblemente las herramientas con las que contamos hoy nos permitirían darle un cauce distinto, al servicio de nuestros propósitos actuales.
La agresividad, por ejemplo, es un aspecto que socialmente tendemos a ocultar, y sin embargo es uno de los motores que participan del impulso vital. El nacimiento, la sexualidad, la alimentación, la supervivencia, las manifestaciones de la vida..implican la puesta en juego de cierta cuota de agresividad, de actividad, fuerza vital. El punto será reconocer las cargas con las que uno cuenta y poder elegir la forma en que se liberan esas energías.
Con el dolor o el miedo pasa algo parecido, lo mantenemos sepultado, a distancia, pero al mismo tiempo nos desconectamos de sensaciones y experiencias que fueron muy importantes para nosotros, que nos permitirían conocernos y tocarnos en un núcleo muy genuino de aquello que realmente somos.
Lo que se niega no desaparece, incluso retorna de formas muy molestas, en patrones repetitivos que aparecen en vínculos y situaciones cotidianas, en el dolor del cuerpo, enfermedades, enojos..todo esto funciona como una brújula que orienta la búsqueda. Lo que se toca y acepta, aún cuando el proceso implique tomar contacto con el dolor o el miedo, permite una transformación y la liberación de una energía estancada que puede fluir y dar lugar a formas más creativas.
La expresión más plena del Ser que somos es algo parecido al proceso de afinación de un instrumento musical.. no se arranca una cuerda porque desafina, porque entonces perdemos toda una gama de posibilidades. Se trabaja, de a poco, con las herramientas que se necesiten, afinando el oído, hasta que descubrimos que lo que antes hacía un ruido molesto empieza a sonar lindo.
Lic. Fernanda Trezza
http://fernandatrezza.blogspot.com.ar/