Psicología
La única manera de deshacerse del miedo a hacer algo es ir y hacerlo.
–Susan Jeffers, Las cinco verdades sobre el miedo
Vivir con miedo significa vivir sin poder enfocarse en lo que realmente importa, sin disfrutar ni gozar, sin aprender la naturaleza de las cosas, sin poder darse cuenta por completo de lo que a uno realmente le gusta, realmente disfruta y ama. Hay muchas cosas que puedo desear tener y que, a pesar de haberlas tenido, al vivir con miedo, tengo la sensación de que nada de eso es duradero, no era para mí, que es efímero y que sólo dura mientras tengo un poco de paz para disfrutarlo. Todo siempre ha estado ahí, lo importante es que yo también esté ahí para disfrutarlo, enfocada en el aquí y ahora.
El miedo es una emoción que puede ser muy poderosa y que si yo lo permito puede llevarme por caminos a donde no quiero ir. Por eso es importante cuestionarme de vez en cuando ¿qué estoy haciendo el día de hoy? ¿A qué le temo? ¿Por qué, aun con todo el aprendizaje que tengo, sigo quedándome inmóvil frente al miedo y dejando de lado cosas importantes de la vida?
El miedo puede mostrarse de diferentes formas: el miedo a la vida y a la muerte, a la vejez, a la locura, a la pobreza, a la soledad, a ser mala persona, a estar totalmente equivocada, a no ser suficiente…. Sin embargo, todos los miedos se pueden resumir en uno solo: el miedo a no poder afrontarlo. El miedo a no poder afrontar cualquier cosa o dificultad en la vida. Puedo temer a ser anciana, pero a lo que realmente le temo es a no poder afrontar esa circunstancia de vivir la vejez, pero lo cierto es que siempre puedo afrontar lo que sea si yo elijo hacerlo. El asunto quizás más importante es cuestionarme si más bien lo que pasa es que no estoy dispuesta a afrontarlo, eso sí cambia las cosas.
¿Por qué no estaría dispuesta a afrontar lo que sea? Por no aceptar que las cosas son como son, por no aceptar las circunstancias, por empeñarme en que el mundo debe ser como yo lo espero, que la gente debe actuar como yo deseo, que incluso el esfuerzo físico no sea tanto… La raíz del miedo viene de no aceptar que las cosas son como son y poder fluir con ello, aprendiendo de las circunstancias, adaptándome a los cambios, moldeándome con el dolor y la alegría, con el esfuerzo y la disciplina, con los momentos de felicidad y de desconcierto.
Puedo vivir engañándome creyendo que no soy suficiente para ser amada, aceptada, comprendida, admirada, valorada, escuchada, etc., pero la verdad es que esa es una total mentira; soy suficiente porque todos somos parte de lo mismo y estamos hechos de lo mismo, valemos exactamente lo mismo. Pero, ¿cómo dejar de tener miedo? El amor es el remedio, sí… pero ¿cómo se administra?
Para combatir el miedo la mejor estrategia es hacerlo igual, tal como dice Susan Jeffers en su libro Aunque tenga miedo, hágalo igual, con todo y miedo, sin importar las consecuencias. Simplemente cerrar los ojos y dar un paso adelante, al abismo. No es un “salto de fe”, es un salto de valentía.
El miedo me va a acompañar a lo largo de la vida, pero lo puedo ver como un aliado o como un tirano que se adueña de mí y que siempre minará mi forma de experimentar la vida, el mundo, las emociones y las relaciones. Vivir siendo víctima, vivir creyendo que soy víctima, implica que dejo que otros tomen decisiones por mí y tomar responsabilidad por mi vida, en lugar de yo hacerme responsable de mí misma, mis emociones, decisiones y palabras. Ser víctima también quiere decir que no soy libre, sino que vivo a expensas de lo que otros quieren para mí, esperan de mí, me piden que haga, generalmente para su propio provecho, y yo permitiendo que todo esto ocurra sin respetar mis deseos personales, sueños ni anhelos. Esto es vivir en esclavitud. Para vivir en libertad necesito dar el salto de valentía y no permitir que el miedo se interponga en mi camino. Este mundo está lleno de personas que también tienen miedo, igual que yo, y que buscan su propio beneficio, esto no es malo ni bueno, es una realidad, aceptarla y tomar una postura sana frente a ello me puede ayudar a liberarme y a dejar de ser víctima, a evitar que el miedo siga interponiéndose en mi felicidad y disfrute de la vida plena. Cuando tomo la decisión de dejar de ser víctima y cuando comienzo a verme a mí misma como la persona poderosa que soy, me doy cuenta de que no estoy sola, que todos poseemos ese gran poder en nuestro interior, y que lo único que hace que este mundo sea violento e inseguro es la incapacidad de cada uno de mirar dentro y darse cuenta de que poseemos ese gran poder.
El amor se administra con voluntad. Sólo basta querer darlo, está dentro de mí y de cada uno de nosotros, es nuestra decisión si queremos darlo o no. Algo muy cierto es que cuando me atrevo a amar, el miedo disminuye altamente, porque el mundo se vuelve un lugar más seguro, rodeado de caras conocidas y amadas.
Te invito a que compartas tus reflexiones.