Psicología
A lo largo de la vida, los seres humanos transitamos por ciertas etapas vitales, y atravesamos ciertos cambios o situaciones que nos llevan a percibir que algo ha cambiado en nosotros, y que ya no podemos afrontar la vida cotidiana como antes.
Experimentamos cierto malestar, cierto sufrimiento excesivo, y reconocemos que, aunque hayamos realizado todos los esfuerzos por lograr un alivio, no hemos logrado modificar aquello que nos hace sufrir demasiado.
En la vida cotidiana es normal sentir cierto grado de sufrimiento. No todo es color de rosa, y vivir implica necesariamente, además de experimentar momentos de alegría, atravesar dificultades que nos llevan a experimentar, también, algunas sensaciones desagradables.
Un poco de sufrimiento es normal en la vida, y no podremos evitarlo si es que realmente vivimos: si amamos, trabajamos, soñamos, deseamos, decidimos, elegimos…
Pero a veces el sufrimiento es realmente excesivo, y este ¨Sufrir de más¨ es el que nos permite, en determinado momento, preguntamos si no podríamos continuar de otro modo, de un modo menos padeciente, logrando así afrontar, sin este exceso de sufrimiento, las distintas situaciones que nos va presentando la vida.
A veces logramos identificar cuál es el conflicto al que nos enfrentamos, qué es exactamente lo que nos sucede, y qué situaciones han generado o generan en nosotros angustia, tristeza, enojo, frustración, ansiedad, u otras fuentes de sufrimiento y malestar psíquico, y en ocasiones también físico.
Otras veces, no sabemos exactamente qué nos pasa, sólo sabemos que nos sentimos mal. Estamos angustiados, desbordados por diversas situaciones, y podemos llegar a sentir que esto está limitando algún aspecto de nuestra vida diaria y que no podremos solos con ello.
Muchas veces, a lo largo de la vida, logramos superar sin ayuda profesional las dificultades, y seguir adelante. Pero a veces sucede que sentimos que no podremos aliviar nuestro sufrimiento sin ayuda profesional, o que si lo intentásemos, quizás pasarían años, sin garantías de poder finalmente lograrlo.
Raramente ponemos en duda que debemos consultar a un profesional que haya estudiado Medicina, ante un síntoma físico que indique que la salud de nuestro organismo no anda como quisiéramos. Sin embargo, muchas veces olvidamos que atender a nuestra salud mental es también fundamental, y que cuerpo y mente son dos aspectos esenciales e interrelacionados de nuestra vida como seres humanos.
Son muchas las situaciones en las cuales, para sentir alivio, resulta indispensable la ayuda de un Psicólogo como profesional especialista en Salud Mental.
Al tomar la decisión de consultar para iniciar un tratamiento psicológico, tendremos un contacto inicial con el psicólogo en el cual es recomendable considerar ciertas cuestiones.
Es fundamental, al contactarse inicialmente con un psicólogo, plantear todas nuestras dudas acerca de la ubicación del consultorio, de los honorarios, atención por obras sociales, y en especial, asegurarse de que se trate de un profesional graduado en una universidad, y matriculado en el Colegio de Psicólogos de la región en la que presta sus servicios.
Actualmente, es muy frecuente contactar un psicólogo por internet. Tanto redes sociales como email constituyen formas de contacto actuales, y cada vez más frecuentes, además del contacto tradicional por vía telefónica.
Sea cual fuere el modo de contacto inicial para solicitar información y acordar un horario con el profesional, lo aconsejable es solicitar por esta vía su número de matrícula y su nombre completo. De esta manera podremos, si así lo deseamos, contactarnos con el Colegio Profesional para que, proporcionando el número de matrícula, nos informen si el psicólogo se encuentra en condiciones de ejercer la profesión.
En caso de no solicitarle al psicólogo estos datos inicialmente al acordar el horario de la primera consulta, es fundamental tener en cuenta que, al llegar al horario acordado, lo esperable es que se encuentre a la vista el título universitario del profesional, y que podamos conocer cuál es el número de su matrícula.
Además de atender a estas cuestiones, lo ideal es plantear en la primera consulta todas las preguntas que nos permitan responder a nuestras dudas acerca de los métodos que el psicólogo utiliza, y demás cuestiones del contrato, como por ejemplo, qué hacer en caso de que algún día no podamos asistir en el horario acordado, y de qué modo y por qué vía mantener la comunicación.
Cuando ya tengamos la seguridad de que el profesional es idóneo, y que está habilitado legalmente para ejercer la profesión, y si nos hemos sentido cómodos durante el primer encuentro, podremos comenzar el tratamiento, y emprender, junto a él, un camino en el cual, a partir de un compromiso compartido, lleguemos a conocer y modificar aquello que producía un exceso de sufrimiento en nuestra vida cotidiana.
Información sobre la autora: www.psico.org/centro-28393
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