Martes, 07 de noviembre de 2017
Espacio de Psicoterapia
Psicología
Psicología
He conocido personas que solicitan una cita con un psicólogo a la semana o 10 días de perder a un ser querido… Por supuesto, les he recibido en una primera consulta, para atender su demanda y escuchar el dolor. Sin embargo, la mayoría de estas ocasiones se han marchado de esta primera consulta con una “prescripción de no tratamiento”.
La prescripción de no tratamiento es una indicación que, en mi opinión, hacemos poco. Cuesta escuchar el sufrimiento humano y no hacer nada…; pero, en ocasiones, no hacer nada es mucho, mucho mejor que hacer algo…
El duelo y sus manifestaciones son una respuesta y un proceso normal tras una pérdida… No debemos intervenir en este proceso natural; debemos ser concienzudos a la hora de evaluar y valorar si de verdad nos encontramos ante un duelo complicado, o estamos ante unas respuestas emocionales acordes a un proceso normal de duelo. No siempre es fácil, pero es VITAL.
Vital porque evitaremos ser iatrogénicos, porque seremos éticos, porque transmitiremos a las personas un mensaje de capacidad para superar las dificultades de la vida. Y, sobretodo, porque estaremos educando contra la ilusión del “mundo sin sufrimiento”, del mundo donde todo lo que deseo lo puedo tener al alcance de un clic, donde puedo librarme de cualquier molestia… Porque, aunque nos duela aceptarlo, el sufrimiento es parte inherente al hecho de estar vivo… No tratar de arrancarlo y quitarlo cuando está cumpliendo una función emocional importantísima (como en el caso del duelo) es estar realizando un ejercicio profesional responsable y ético, es estar enseñando a tolerar ese malestar inevitable, es estar enseñando a aceptar las emociones desagradables (pero tan necesarias…).
A veces, nuestro afán por ayudar nos ciega, y queremos ofrecerle una respuesta a la persona que acude a nuestra consulta y está sufriendo… Sin darnos cuenta de que, en ocasiones, la mejor ayuda es no hacer nada… No hacer nada es con frecuencia más difícil que hacer algo; estamos educados para hacer, para ALIVIAR el sufrimiento, cuando a veces lo saludable y terapéutico es simplemente ACOMPAÑAR, normalizar y transmitir que uno es capaz de superarlo con los recursos y apoyos naturales que tiene en su vida…
En nuestro centro de psicología en Torrejón de Ardoz lo tenemos claro: tratamiento psicológico para el duelo sí, pero cuando se ha complicado… El conocimiento del proceso de duelo normal y de sus posibles complicaciones evita que se produzcan alarmas injustificadas o se realicen intervenciones innecesarias y hace posible que se actúe, en cambio, cuando sea verdaderamente necesario.
Un duelo puede definirse como COMPLICADO por varios motivos o si tiene alguna de estas características:
- Tiene una duración excesiva (en la literatura este tiempo varía entre 1 año y 2 años), es decir se convierte en un “duelo crónico”.
- Se produce en diferido (es decir, el proceso no ha comenzado inmediatamente después de la pérdida del ser querido sino meses o años después, en respuesta a otro estresor u otra pérdida, que active este duelo que se “tapó”).
- Duelo ausente: no aparecen las reacciones normales que deberían aparecer en un proceso de duelo normal.
- La existencia de una relación ambivalente con la persona fallecida puede complicar el proceso de duelo.
A continuación, señalamos algunas de las reacciones normales en un proceso de duelo. Todo profesional que atienda a personas en duelo debe conocerlas para evitar interferir cuando sea innecesario intervenir; y para intervenir terapéuticamente cuando la sintomatología que presenta la persona se aleja de las respuestas habituales de un proceso de duelo normal. Algunas de estas manifestaciones habituales son:
- Reacciones emocionales de tristeza, rabia (incluido contra uno mismo), irritabilidad, culpa y autoreproches, ansiedad sentimientos de soledad, cansancio, indefensión, shock, anhelo, alivio, anestesia emocional...
- Molestias gástricas, dificultad para tragar o articular, opresión en el pecho, hipersensibilidad al ruido, despersonalización, sensación de falta de aire, debilidad muscular, pérdida de energía, sequedad de boca…
- Incredulidad, confusión, dificultades de memoria, atención y concentración, preocupaciones, pensamientos obsesivos, pensamientos intrusivos con imágenes del fallecido... Ilusiones, alucinaciones auditivas y visuales, generalmente transitorias y que la persona sabe que no son reales, sentir la presencia del fallecido...
- Comer en exceso o perder por completo el apetito, alteraciones del sueño, soñar con el fallecido. Distracciones, abandono de las relaciones sociales, evitación de lugares y situaciones que recuerdan al fallecido, conductas de búsqueda o llamada del fallecido, suspiros, inquietud, hiperalerta, llanto, visita de lugares significativos, atesoramiento de objetos relacionados con el desaparecido...
Como se señalaba anteriormente, estas respuestas son normales ante la pérdida de un ser querido, siempre y cuando tiendan a aliviarse con el paso del tiempo y con la elaboración de la pérdida. Si estas reacciones perduran mucho tiempo, haciéndose crónicas, o son de tal intensidad que ponen en riesgo la vida de la persona que las sufre, entonces es necesario que un profesional de la salud mental intervenga…
Es decir, la terapia no está indicada para las personas que atraviesan un duelo normal. En estos casos, se puede ofrecer un “asesoramiento” a las personas que estén teniendo un duelo normal pero que tienen algunos factores de riesgo que podrían facilitar la complicación: no tener apoyo de otras personas, situación traumática de la perdida, relación muy ambivalente con la persona fallecida…
Tampoco debemos, por el contrario, restar importancia a un duelo cuando es complicado, cuando hay reacciones que ponen en riesgo la vida del sufriente; en este caso, debemos estar atentos y tener la capacidad para DETECTARLO y OFRECER LA AYUDA necesaria.
Esperamos que este artículo haya podido esclarecer algunas dudas y pueda ser de ayuda a aquellos que se dedican a la salud y están en contacto con personas en duelo. Estaremos encantados de responder a sus dudas y de leer sus comentarios y experiencias que pueden dejar a continuación de este texto.
La prescripción de no tratamiento es una indicación que, en mi opinión, hacemos poco. Cuesta escuchar el sufrimiento humano y no hacer nada…; pero, en ocasiones, no hacer nada es mucho, mucho mejor que hacer algo…
El duelo y sus manifestaciones son una respuesta y un proceso normal tras una pérdida… No debemos intervenir en este proceso natural; debemos ser concienzudos a la hora de evaluar y valorar si de verdad nos encontramos ante un duelo complicado, o estamos ante unas respuestas emocionales acordes a un proceso normal de duelo. No siempre es fácil, pero es VITAL.
Vital porque evitaremos ser iatrogénicos, porque seremos éticos, porque transmitiremos a las personas un mensaje de capacidad para superar las dificultades de la vida. Y, sobretodo, porque estaremos educando contra la ilusión del “mundo sin sufrimiento”, del mundo donde todo lo que deseo lo puedo tener al alcance de un clic, donde puedo librarme de cualquier molestia… Porque, aunque nos duela aceptarlo, el sufrimiento es parte inherente al hecho de estar vivo… No tratar de arrancarlo y quitarlo cuando está cumpliendo una función emocional importantísima (como en el caso del duelo) es estar realizando un ejercicio profesional responsable y ético, es estar enseñando a tolerar ese malestar inevitable, es estar enseñando a aceptar las emociones desagradables (pero tan necesarias…).
A veces, nuestro afán por ayudar nos ciega, y queremos ofrecerle una respuesta a la persona que acude a nuestra consulta y está sufriendo… Sin darnos cuenta de que, en ocasiones, la mejor ayuda es no hacer nada… No hacer nada es con frecuencia más difícil que hacer algo; estamos educados para hacer, para ALIVIAR el sufrimiento, cuando a veces lo saludable y terapéutico es simplemente ACOMPAÑAR, normalizar y transmitir que uno es capaz de superarlo con los recursos y apoyos naturales que tiene en su vida…
En nuestro centro de psicología en Torrejón de Ardoz lo tenemos claro: tratamiento psicológico para el duelo sí, pero cuando se ha complicado… El conocimiento del proceso de duelo normal y de sus posibles complicaciones evita que se produzcan alarmas injustificadas o se realicen intervenciones innecesarias y hace posible que se actúe, en cambio, cuando sea verdaderamente necesario.
Un duelo puede definirse como COMPLICADO por varios motivos o si tiene alguna de estas características:
- Tiene una duración excesiva (en la literatura este tiempo varía entre 1 año y 2 años), es decir se convierte en un “duelo crónico”.
- Se produce en diferido (es decir, el proceso no ha comenzado inmediatamente después de la pérdida del ser querido sino meses o años después, en respuesta a otro estresor u otra pérdida, que active este duelo que se “tapó”).
- Duelo ausente: no aparecen las reacciones normales que deberían aparecer en un proceso de duelo normal.
- La existencia de una relación ambivalente con la persona fallecida puede complicar el proceso de duelo.
A continuación, señalamos algunas de las reacciones normales en un proceso de duelo. Todo profesional que atienda a personas en duelo debe conocerlas para evitar interferir cuando sea innecesario intervenir; y para intervenir terapéuticamente cuando la sintomatología que presenta la persona se aleja de las respuestas habituales de un proceso de duelo normal. Algunas de estas manifestaciones habituales son:
- Reacciones emocionales de tristeza, rabia (incluido contra uno mismo), irritabilidad, culpa y autoreproches, ansiedad sentimientos de soledad, cansancio, indefensión, shock, anhelo, alivio, anestesia emocional...
- Molestias gástricas, dificultad para tragar o articular, opresión en el pecho, hipersensibilidad al ruido, despersonalización, sensación de falta de aire, debilidad muscular, pérdida de energía, sequedad de boca…
- Incredulidad, confusión, dificultades de memoria, atención y concentración, preocupaciones, pensamientos obsesivos, pensamientos intrusivos con imágenes del fallecido... Ilusiones, alucinaciones auditivas y visuales, generalmente transitorias y que la persona sabe que no son reales, sentir la presencia del fallecido...
- Comer en exceso o perder por completo el apetito, alteraciones del sueño, soñar con el fallecido. Distracciones, abandono de las relaciones sociales, evitación de lugares y situaciones que recuerdan al fallecido, conductas de búsqueda o llamada del fallecido, suspiros, inquietud, hiperalerta, llanto, visita de lugares significativos, atesoramiento de objetos relacionados con el desaparecido...
Como se señalaba anteriormente, estas respuestas son normales ante la pérdida de un ser querido, siempre y cuando tiendan a aliviarse con el paso del tiempo y con la elaboración de la pérdida. Si estas reacciones perduran mucho tiempo, haciéndose crónicas, o son de tal intensidad que ponen en riesgo la vida de la persona que las sufre, entonces es necesario que un profesional de la salud mental intervenga…
Es decir, la terapia no está indicada para las personas que atraviesan un duelo normal. En estos casos, se puede ofrecer un “asesoramiento” a las personas que estén teniendo un duelo normal pero que tienen algunos factores de riesgo que podrían facilitar la complicación: no tener apoyo de otras personas, situación traumática de la perdida, relación muy ambivalente con la persona fallecida…
Tampoco debemos, por el contrario, restar importancia a un duelo cuando es complicado, cuando hay reacciones que ponen en riesgo la vida del sufriente; en este caso, debemos estar atentos y tener la capacidad para DETECTARLO y OFRECER LA AYUDA necesaria.
“(…) Lo harás cuando estés preparada. No hagas caso a la gente que te diga que deberías volver a la normalidad en un par de meses. Además, llorar la pérdida que has sufrido forma parte del proceso de recuperación”. Cecelia Ahern.
Esperamos que este artículo haya podido esclarecer algunas dudas y pueda ser de ayuda a aquellos que se dedican a la salud y están en contacto con personas en duelo. Estaremos encantados de responder a sus dudas y de leer sus comentarios y experiencias que pueden dejar a continuación de este texto.