Jueves, 16 de febrero de 2017
LC
Psicología
Psicología
En realidad este artículo debería haber empezado con la historia o definición de la palabra “crisis”, sin embargo no empezó así. Cuando me senté a pensar en esta palabra surgió en mi un sentimiento de “comunión universal”, les contaré su origen; en estos últimos meses he compartido con un sinfín de personas y he encontrado grandes historias y aprendizajes en cada uno de ellos, me crucé con un hombre apesadumbrado ante el fin de su relación, con un joven asustado ante la posibilidad de ser padre, con un sujeto al que lo abrumaban los recuerdos de su romance roto, con una mujer ansiosa por encontrar un nuevo amor, con una chica asustada ante la posibilidad de volver a amar, con una señorita a quien le preocupaba la poca solvencia económica y la falta de trabajo, con un caballero desesperado porque la vida iba demasiado rápido y él se estaba quedando atrás, con un pequeño que lloraba porque el perro con el que jugaba había abandonado el recinto, con una niña a quien le parecía terrible abandonar las clases de ballet; y un sin número de otras circunstancias.
Ante esa situación vino a mí el recuerdo de una historia que me habían contado hace mucho tiempo sobre un hombre viejo que sufría incesantemente por haber perdido un osito de peluche y emergió en mi la sensación que denominé de “comunión universal”, pues me vi descubriendo que todos, absolutamente todos hemos atravesado por momentos difíciles, por momentos de crisis. Debo aclarar que no sé si en realidad los episodios mencionados antes sean considerados por dichas personas como crisis, pero así fue como lo percibí en ese momento.
Al notar tal común denominador, perdió todo el sentido tratar de dar una definición o de explicar la etimología de esta palabra; por el contrario me asombre tremendamente y me conmoví llegando a comprender a cada una de las personas que en algún momento de mi vida he escuchado y he considerado sentir en un momento crítico; entendí que la crisis posee componentes individuales, y globales, pues en tanto experiencia, todos alguna vez hemos atravesado por ella, pero las razones y motivos que nos llevan a vivenciarla son tangencialmente distintos.
Desde el emocionar de mis momentos críticos pude comprender cómo la pérdida de un oso de peluche o de una compañera sentimental, los recuerdos, el deseo de amar, el temor a volver a construir una relación de pareja, la falta de trabajo, la angustia ante la posibilidad de ser padre, la poca solvencia económica, el correr veloz de la vida, el abandono de un perro y el cierre de las clases de ballet eran igualmente importantes y cada uno merecía ser respetado, entendido de una forma particular y jamás comparado.
Me sorprendió ver cómo en muchas ocasiones restamos valor a las experiencias de los otros, quizás porque sus historias no se escuchan trágicas, o porque desde nuestras ideas de mundo “eso no es tan grave”, o porque “si que se queja”… sólo pude comprometerme desde ese momento a ser más cuidadosa con los relatos de dolor, crisis o angustia que llegaran a mí, que me dispondría a comprender y a escuchar realmente las historias, sin poner mis prejuicios, sin evaluar de mayor o menormente grave, simplemente escuchar, pues cuando escuchas más que con los oídos, con tu corazón, con tus emociones es posible que logres conectarte con quien atraviesa por un momento difícil y desde tu sabiduría interior puedas darle un mensaje de aliento, un espacio de liberación, o sencillamente validar lo que en su universo acontece.
Creo firmemente que si aprendemos a escucharnos, a legitimar las realidades que nos circundan desde el respeto y profundo amor, el mundo será un lugar mejor, te invito a que a través de tus actos cotidianos construyas un mundo distinto, lleno de posibilidades y sobretodo de “comunión universal”, pues a pesar de las diferencias que puedan existir (color, raza, nacionalidad e inclusive crisis) compartimos una misma condición, y es la condición humana, allí comulgamos todos.
Ps. Andrea del Pilar Pérez
Life Conscious
Celular: 314 4 36 25 23
Dirección: Calle 114 a # 47 a – 88 (Barrio la Alhambra - Bogotá)
Ante esa situación vino a mí el recuerdo de una historia que me habían contado hace mucho tiempo sobre un hombre viejo que sufría incesantemente por haber perdido un osito de peluche y emergió en mi la sensación que denominé de “comunión universal”, pues me vi descubriendo que todos, absolutamente todos hemos atravesado por momentos difíciles, por momentos de crisis. Debo aclarar que no sé si en realidad los episodios mencionados antes sean considerados por dichas personas como crisis, pero así fue como lo percibí en ese momento.
Al notar tal común denominador, perdió todo el sentido tratar de dar una definición o de explicar la etimología de esta palabra; por el contrario me asombre tremendamente y me conmoví llegando a comprender a cada una de las personas que en algún momento de mi vida he escuchado y he considerado sentir en un momento crítico; entendí que la crisis posee componentes individuales, y globales, pues en tanto experiencia, todos alguna vez hemos atravesado por ella, pero las razones y motivos que nos llevan a vivenciarla son tangencialmente distintos.
Desde el emocionar de mis momentos críticos pude comprender cómo la pérdida de un oso de peluche o de una compañera sentimental, los recuerdos, el deseo de amar, el temor a volver a construir una relación de pareja, la falta de trabajo, la angustia ante la posibilidad de ser padre, la poca solvencia económica, el correr veloz de la vida, el abandono de un perro y el cierre de las clases de ballet eran igualmente importantes y cada uno merecía ser respetado, entendido de una forma particular y jamás comparado.
Me sorprendió ver cómo en muchas ocasiones restamos valor a las experiencias de los otros, quizás porque sus historias no se escuchan trágicas, o porque desde nuestras ideas de mundo “eso no es tan grave”, o porque “si que se queja”… sólo pude comprometerme desde ese momento a ser más cuidadosa con los relatos de dolor, crisis o angustia que llegaran a mí, que me dispondría a comprender y a escuchar realmente las historias, sin poner mis prejuicios, sin evaluar de mayor o menormente grave, simplemente escuchar, pues cuando escuchas más que con los oídos, con tu corazón, con tus emociones es posible que logres conectarte con quien atraviesa por un momento difícil y desde tu sabiduría interior puedas darle un mensaje de aliento, un espacio de liberación, o sencillamente validar lo que en su universo acontece.
Creo firmemente que si aprendemos a escucharnos, a legitimar las realidades que nos circundan desde el respeto y profundo amor, el mundo será un lugar mejor, te invito a que a través de tus actos cotidianos construyas un mundo distinto, lleno de posibilidades y sobretodo de “comunión universal”, pues a pesar de las diferencias que puedan existir (color, raza, nacionalidad e inclusive crisis) compartimos una misma condición, y es la condición humana, allí comulgamos todos.
Ps. Andrea del Pilar Pérez
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