Viernes, 21 de marzo de 2014
PROLIDERA fábrica de líderes con corazón
- Algemesí, (España)
Psicología
Psicología
A todos nos sienta bien ejercer nuestro derecho al pataleo para aliviar tensiones en un momento dado. Pero, ¿de qué sirve estar enojado o mostrar rencor hacia alguien toda la vida, si no es para hacernos más daño a nosotros mismos? ¿Son funcionales o adaptativas las emociones tóxicas como la ira, la rabia, el enojo o el rencor, y sus manifestaciones en forma de resentimiento ó venganza? ¿Realmente perdona quien no olvida?
Está suficientemente demostrado (y todos lo habremos experimentado alguna vez) que dichos sentimientos negativos que acompañan el recuerdo de la experiencia, nos enganchan emocionalmente a quien nos causó la herida, por lo que, paradójicamente, en lugar de mandarle al baúl de los recuerdos y tirar la llave, nos convierten en su esclavo. Sólo la cancelación o anulación de la deuda mediante el perdón, primero, y el olvido, después, nos liberan del dolor, pues ¿qué sentido tienen uno sin el otro? Si lo intentamos, seguramente lograremos vencer nuestra dependecia al Almax.
Quizás te sirva escribir una carta a quien te hirió, expresando qué sientes y cómo lo sientes. Tras un tiempo, rómpela, quémala o lánzala al mar. Aún así, si no somos capaces de superar esa cruzada personal que consiste en odiar “hasta la muerte” a quien te hizo daño algún día, siempre nos quedará el recurso más tipical spanish: el arte de ser grosero, cuya expresión más popular prefiero omitir en este medio. Ahora bien, según diversas investigaciones que demuestran el impacto sorprendentemente duradero del lenguaje, “hacen falta cinco cumplidos seguidos para borrar las huellas perversas de un insulto”, por lo que te recomiendo que estudies bien las consecuencias. Si quieres vivir en paz, claro.
En clave de coaching:
- La cuestión: ¿Para qué te sirve sentir rencor? ¿Qué te impide perdonar?
- La frase: “Perdona siempre a tu enemigo. No hay nada que le enfurezca más”. Óscar Wilde.
- La película: “Invictus” (2009) de Clint Eastwood, con Morgan Freeman y Matt Damon.
- El libro: “La sabiduría del perdón”, Dalai Lama. Oniro Editorial (2011).
- La canción: “Famous Blue Raincoat” (álbum “Canciones de amor y odio”, 1971), de Leonard Cohen.
Está suficientemente demostrado (y todos lo habremos experimentado alguna vez) que dichos sentimientos negativos que acompañan el recuerdo de la experiencia, nos enganchan emocionalmente a quien nos causó la herida, por lo que, paradójicamente, en lugar de mandarle al baúl de los recuerdos y tirar la llave, nos convierten en su esclavo. Sólo la cancelación o anulación de la deuda mediante el perdón, primero, y el olvido, después, nos liberan del dolor, pues ¿qué sentido tienen uno sin el otro? Si lo intentamos, seguramente lograremos vencer nuestra dependecia al Almax.
Quizás te sirva escribir una carta a quien te hirió, expresando qué sientes y cómo lo sientes. Tras un tiempo, rómpela, quémala o lánzala al mar. Aún así, si no somos capaces de superar esa cruzada personal que consiste en odiar “hasta la muerte” a quien te hizo daño algún día, siempre nos quedará el recurso más tipical spanish: el arte de ser grosero, cuya expresión más popular prefiero omitir en este medio. Ahora bien, según diversas investigaciones que demuestran el impacto sorprendentemente duradero del lenguaje, “hacen falta cinco cumplidos seguidos para borrar las huellas perversas de un insulto”, por lo que te recomiendo que estudies bien las consecuencias. Si quieres vivir en paz, claro.
En clave de coaching:
- La cuestión: ¿Para qué te sirve sentir rencor? ¿Qué te impide perdonar?
- La frase: “Perdona siempre a tu enemigo. No hay nada que le enfurezca más”. Óscar Wilde.
- La película: “Invictus” (2009) de Clint Eastwood, con Morgan Freeman y Matt Damon.
- El libro: “La sabiduría del perdón”, Dalai Lama. Oniro Editorial (2011).
- La canción: “Famous Blue Raincoat” (álbum “Canciones de amor y odio”, 1971), de Leonard Cohen.