Psicología
Los celos son un sentimiento molesto que ocurre a partir de un pensamiento de la persona celosa sobre la posibilidad o la certeza de que la persona querida no la quiera en exclusiva o vuelque su amor en un tercero. Suele darse en las relaciones de pareja pero puede también aparecer con los padres, con los amigos, con compañeros, etc. De lo anterior extraemos varios componentes que posee este sentimiento: en primer lugar, amor exclusivo (las dos personas han pactado explícita o implícitamente fidelidad mutua, sabiendo que la infidelidad está mal vista en nuestra sociedad) y, en segundo lugar, sentimiento de posesión (creencia de que el otro es de nuestra propiedad).
El mecanismo de los ataques de celos es muy parecido al de la ansiedad, que vimos en otras entradas. El celoso siente angustia, inseguridad y estado de ánimo depresivo derivado del temor a perder el amor del otro y a que aparezca una tercera persona en la vida de la pareja. A la posibilidad de perder a la pareja, el celoso añade la posible vejación o humillación social a la que podría ser sometido en el caso de ser fundadas sus sospechas. En un ataque de celos, el malestar es tan alto, que la persona celosa tiende a realizar conductas de comprobación (realizar un interrogatorio al otro, comprobar su registro de llamadas, revisión de objetos personales, etc.), que tienen como objetivo reducir o aliviar el malestar y, efectivamente, lo aminoran, pero el alivio es tan breve, tan a corto plazo, que la persona entra en el mismo círculo pasado un tiempo, momento en el que vuelve a tener lugar el malestar. Como podemos adivinar, esto implica un deterioro importante de la pareja, ya que la persona celosa está más pendiente de comprobar sus sospechas que de disfrutar con el otro, y su pareja puede llegar a contagiarse de esa irritación constante e, incluso, llegar a sentirse culpable.
Centrándonos en los celos que acontecen en las parejas, indicar que estos pueden tener lugar en cualquier etapa de la relación (enamoramiento, estabilidad, infidelidad, ruptura), por diferentes motivos, pero existen ciertos momentos críticos en los que el problema puede ser más acusado (comienzo de la convivencia, nacimiento de un hijo, nuevo trabajo, éxito profesional) (Echeburúa y Fernández-Montalvo, 2001). Según estos autores, la incidencia es similar en hombres y en mujeres pero se manifiestan de formas distintas. Las mujeres tienden más a deprimirse por celos, a mostrar tristeza y hacerse autorreproches (no le doy suficiente), mientras que los hombres los exhiben más en forma de ira y agresión. En cualquier caso, como dijimos, el miembro “no celoso” puede llegar a sentirse irritado, acosado, invadido y angustiado, ya que no es fácil convivir con un celoso por su inseguridad y su dependencia emocional, lo que hace que la relación pueda deteriorarse finalmente.
Siguiendo a los mismos autores, los celos se manifiestan en personas especialmente vulnerables a padecerlos (existencia de inseguridad, dependencia emocional, desconfianza, baja autoestima, introversión, pocos recursos sociales, experiencias pasadas negativas), por ello, cualquier situación de la vida cotidiana, incluso infundada, puede desencadenar el mecanismo de los celos, a pesar de que un espectador externo considere esa situación como completamente normal. No obstante, existen circunstancias que predisponen más que otras: primera, que la pareja muestre algún tipo de interés hacia otra persona; segunda, desconocer el paradero de la pareja; tercero, que la persona con celos tenga un estado anímico general negativo. Ante estas situaciones y como ya adelantamos, el celoso desarrolla una serie de rituales de comprobación que terminan por interferir en su vida cotidiana, que serían: interrogatorios, interés constante por el pasado de la pareja, llamadas telefónicas muy frecuentes, apariciones inesperadas, registro de objetos personales, desinterés por el sexo o, por el contrario, sexo compulsivo. Las consecuencias de todo aquello son que la persona celosa termina por descuidar otros aspectos de su vida para controlar a su pareja, por ejemplo, su trabajo, y el otro miembro termina por evitar las preguntas y las llamadas, por contestar cada vez menos, por prevenir a toda costa un conflicto, lo cual hace que los celos sean más intensos aún.
¿Podemos hacer algo ante un problema de celos? Existen cuestionarios y pruebas específicas para poder ahondar en el problema y en la personalidad del celoso, técnicas adecuadas para poder trabajar sobre ellos (conductuales, cognitivas, de relajación, etc.) y herramientas para problemas asociados que también están influyendo (terapia de pareja, para baja autoestima, etc.) Por tanto, la respuesta es sí: siempre con la ayuda de un profesional podemos discriminar si es algo problemático, si se trata de celos patológicos (porque interfieran en nuestra vida y en la de los demás, porque se dan con una alta frecuencia, porque son muy intensos) y poner en marcha algunas pautas para poder dominarlos.