Lunes, 02 de abril de 2018
Susanac
Psicología Técnicas Psicología Terapias
Psicología Técnicas Psicología Terapias
Muchas personas se preguntan si sus problemas pueden quedar resueltos con terapia, qué tipo de cosas se pueden tratar en terapia, o si todas las terapias son iguales. A menudo las personas no buscan ayuda terapéutica porque no saben que sus problemas pueden quedar resueltos haciendo terapia.
Lo primero que hay que saber es que aproximadamente un 60% de los problemas psicológicos -y físicos- que presentan las personas se deben a traumas no resueltos. Como ya he explicado en otra entrada, en la vida hay miles de experiencias que pueden causarnos trauma, desde la negligencia de nuestros padres al criarnos, hasta una experiencia de vida o muerte, pasando por un accidente o los fenómenos naturales.
También hay que saber que el trauma se expresa de maneras diferentes. A nivel psicológico en forma de depresión, fobias, adicciones, comportamientos agresivos o erráticos, trastornos obsesivo-compulsivos, personalidad borderline, autolesiones, intentos de suicidio, etc. Se puede expresar también en el extremo opuesto, en la forma de una vida aparentemente perfecta, donde la persona traumatizada insiste en mostrarse como alguien muy feliz y sin problemas; o bien encontramos personas que llevan a cabo actividades de alto riesgo -semisuicidas en realidad-, como tirarse en paracaídas, hacer puénting, tomar drogas “por diversión”, etc., en un desesperado intento de aplacar los síntomas de la depresión que sienten por dentro y “sentirse vivos”.
El trauma se expresa también a nivel físico causándonos enfermedades. Las personas no saben que sus enfermedades físicas están vinculadas a traumas no resueltos, y que, resolviendo el trauma, la enfermedad desaparece. Por ejemplo, en los supervivientes de abuso sexual en la infancia encontramos muchas enfermedades de tipo muscular y enfermedades que cursan con dolor. Algunos ejemplos de estas serían el vaginismo, la fibromialgia, la ciática, etc. También enfermedades internas como el colon irritable, o muchas enfermedades vinculadas a un sistema inmune debilitado. Es un error acudir a la medicina cuando una persona presenta una enfermedad recurrente, sin consultar además con un psicólogo especializado en trauma.
Encontramos casos de personas cuyas vidas son aparentemente normales hasta que algún día ocurre algo que les resulta impactante, como el fallecimiento de una persona particular, -o incluso sin la necesidad de que ocurra nada impactante-, y comienzan a tener síntomas psicológicos de que algo no va bien, como la depresión o un brote psicótico (oír voces en la cabeza o ver cosas que no existen). Estos pueden ser indicadores de trauma, solo que, en este caso, de experiencias que han quedado en el inconsciente, olvidadas a causa de un proceso de disociación cerebral que lleva a lo que llamamos amnesia psicógena.
Incluso el hecho de estar en una relación de violencia puede ser indicativo de trauma. En la mayoría de los casos la víctima ya llega a la relación en el papel de víctima, normalmente porque antes de eso ha habido abuso sexual en la infancia, y es el trauma de estos abusos lo que hace que esa persona acabe en una relación agresiva o violenta.
Muchas personas en estos y en otros casos viven convencidos de que la psicología no les puede ayudar, porque ya han tenido experiencias anteriores haciendo terapia que han resultado desalentadoras, o porque no le dan la importancia que tiene y piensan que “como vino se ira” o piensan que su problema no es psicológico, sino de otra índole. Hasta hace un par de décadas, la mayoría de las terapias se basaban en hablar, y se hacía así bajo la premisa de que “hablar cura”. En realidad, hablar no cura cuando hablamos de trauma. Hablar puede servir para aliviar los síntomas de una molestia psicológica, o puede ayudar a sobrellevar experiencias como el duelo, el fallecimiento de alguien querido, o un accidente leve. Pero cuando la experiencia nos causa trauma, hablar no solamente no cura, sino que tener que hablar de un evento que nos causó trauma y que aún no está reprocesado, puede llevarnos a reexperimentarlo y sufrir revictimización, es decir, acrecentamos el trauma.
Si has ido a terapia y sientes que no te ha ayudado, o incluso salías peor de como entrabas, es que el enfoque terapéutico no era el adecuado. Habrá psicólogos que te intenten convencer de que cualquier terapia vale para cualquier problema. Esto no es cierto. La verdad es que hay pocas terapias que sirvan para reprocesar el trauma. En otra entrada de mi blog ya hablé de estas terapias, como EMDR y la psicoterapia Sensoriomotriz.
Otra de las razones por las que las personas no hacen terapia es porque les han recetado una medicación que les sirve para paliar los síntomas, y con la que pueden llevar una vida más o menos normal. La medicación no soluciona el problema en ningún caso, y la prueba está en que cuando dejamos de tomarla los síntomas vuelven, a veces con más ímpetu. Puede darse el caso de personas a las que les han recetado un medicamento diferente para cada síntoma, con lo que se encuentran con que tienen que tomar 14 o 15 pastillas diferentes para llevar una vida “normal”. El trauma sigue estando ahí y necesita expresarse de alguna forma, por lo que, cuanta más medicación tomemos, más medicación necesitaremos; el trauma encontrará algún resquicio nuevo por el que poder expresarse, como las fugas de agua en un tejado. Y por más parches que pongamos, el trauma seguirá saliendo por alguna parte.
Resumiendo, muchas personas no se ven capaces de hablar de sus problemas, y puesto que piensan que hacer terapia es “hablar”, se niegan a hacer terapia porque no quieren sufrir, y recordar y verbalizar lo que les ocurrió les aporta sufrimiento.
Desgraciadamente aún no ha llegado a la población la información sobre las terapias reprocesadoras de trauma. La ventaja de estas terapias es que no hace falta hablar. Y en caso de que sea necesario hablar, se hace de una forma que queda reprocesado a medida que la persona lo verbaliza, de forma que deja de doler en pocos minutos.
EMDR se basa en la estimulación bilateral que acaba uniendo ambos hemisferios cerebrales. Integra las partes disociadas de nuestro cerebro, trayendo al consciente las experiencias traumáticas olvidadas, o bien reprocesando sin más las que sí se recuerdan. Originalmente EMDR se diseñó para traer al consciente aquello que se olvidó, pero ahora se usa para reprocesar los recuerdos conscientes también. Esta terapia trabaja “en tiempo real”, es decir, tratamos aquellos que duele en el momento, y al terminar la sesión, ha dejado de doler, y el paciente se va a casa tranquilo, habiendo dejado aquello en el pasado, donde le corresponde.
La psicoterapia Sensoriomotriz de Carl Rogers, por su parte, trabaja en el trauma que ha quedado anclado en el cuerpo. Antes hablábamos de las enfermedades que causa el trauma; el cuerpo y la mente están unidos, todo lo que sufre nuestro psiquismo lo sufre nuestro cuerpo y al revés. Todo el mundo sabe ya lo que es la somatización. Así pues, se puede hacer un abordaje de arriba hacia abajo, es decir, reprocesando desde el cerebro y afectar al cuerpo, o un abordaje de abajo hacia arriba, es decir, trabajar con el cuerpo y afectar al cerebro.
Proporcionalmente mucho menos que con cualquier otro tipo de terapia. Para saber cuánto tiempo hay que estar en terapia hay que tener en cuenta cuánto tiempo ha pasado desde los hechos traumáticos, la voluntad de cambio que tenga la persona, la gravedad de los hechos, si hablamos de un trauma único o de un trauma recurrente, como en los abusos sexuales, y otras variables. La gran ventaja de estas terapias es que tú mismo sientes y experimentas los avances en cada sesión, sin necesidad de esperar años para ver resultados, lo que te anima mucho a continuar y te motiva. Podrás sentir que tu problema es salvable y que puedes con ello.
Sí, lo son. No es recomendable que dejes de tomar la medicación a voluntad solo porque estás haciendo una terapia nueva, pero sí es verdad que tu propio cerebro te irá pidiendo cada vez menos medicación, porque aquello que causa el problema queda reprocesado. Al final te verás libre de medicamentos porque estarás libre de trauma.
Asegúrate de que tu psicólogo sabe tratar aquello que deseas tratar, duelo, trauma leve, trauma grave, apego, etc. Si vas a tratarte el trauma, asegúrate de que el terapeuta sea psicólogo de verdad, y que sea experto en trauma. El pseudo-terapeuta, el gurú de la nueva era o el curandero no te va a ayudar a reprocesar algo que ni sabe cómo diagnosticar. Y el psicólogo que sirve para todo es poco fiable.
Ánimo y adelante con coraje.
Susana C.
http://www.psicologiadeltrauma.com/
Lo primero que hay que saber es que aproximadamente un 60% de los problemas psicológicos -y físicos- que presentan las personas se deben a traumas no resueltos. Como ya he explicado en otra entrada, en la vida hay miles de experiencias que pueden causarnos trauma, desde la negligencia de nuestros padres al criarnos, hasta una experiencia de vida o muerte, pasando por un accidente o los fenómenos naturales.
¿Cómo se expresa el trauma?
También hay que saber que el trauma se expresa de maneras diferentes. A nivel psicológico en forma de depresión, fobias, adicciones, comportamientos agresivos o erráticos, trastornos obsesivo-compulsivos, personalidad borderline, autolesiones, intentos de suicidio, etc. Se puede expresar también en el extremo opuesto, en la forma de una vida aparentemente perfecta, donde la persona traumatizada insiste en mostrarse como alguien muy feliz y sin problemas; o bien encontramos personas que llevan a cabo actividades de alto riesgo -semisuicidas en realidad-, como tirarse en paracaídas, hacer puénting, tomar drogas “por diversión”, etc., en un desesperado intento de aplacar los síntomas de la depresión que sienten por dentro y “sentirse vivos”.
El trauma se expresa también a nivel físico causándonos enfermedades. Las personas no saben que sus enfermedades físicas están vinculadas a traumas no resueltos, y que, resolviendo el trauma, la enfermedad desaparece. Por ejemplo, en los supervivientes de abuso sexual en la infancia encontramos muchas enfermedades de tipo muscular y enfermedades que cursan con dolor. Algunos ejemplos de estas serían el vaginismo, la fibromialgia, la ciática, etc. También enfermedades internas como el colon irritable, o muchas enfermedades vinculadas a un sistema inmune debilitado. Es un error acudir a la medicina cuando una persona presenta una enfermedad recurrente, sin consultar además con un psicólogo especializado en trauma.
Encontramos casos de personas cuyas vidas son aparentemente normales hasta que algún día ocurre algo que les resulta impactante, como el fallecimiento de una persona particular, -o incluso sin la necesidad de que ocurra nada impactante-, y comienzan a tener síntomas psicológicos de que algo no va bien, como la depresión o un brote psicótico (oír voces en la cabeza o ver cosas que no existen). Estos pueden ser indicadores de trauma, solo que, en este caso, de experiencias que han quedado en el inconsciente, olvidadas a causa de un proceso de disociación cerebral que lleva a lo que llamamos amnesia psicógena.
Incluso el hecho de estar en una relación de violencia puede ser indicativo de trauma. En la mayoría de los casos la víctima ya llega a la relación en el papel de víctima, normalmente porque antes de eso ha habido abuso sexual en la infancia, y es el trauma de estos abusos lo que hace que esa persona acabe en una relación agresiva o violenta.
Muchas personas en estos y en otros casos viven convencidos de que la psicología no les puede ayudar, porque ya han tenido experiencias anteriores haciendo terapia que han resultado desalentadoras, o porque no le dan la importancia que tiene y piensan que “como vino se ira” o piensan que su problema no es psicológico, sino de otra índole. Hasta hace un par de décadas, la mayoría de las terapias se basaban en hablar, y se hacía así bajo la premisa de que “hablar cura”. En realidad, hablar no cura cuando hablamos de trauma. Hablar puede servir para aliviar los síntomas de una molestia psicológica, o puede ayudar a sobrellevar experiencias como el duelo, el fallecimiento de alguien querido, o un accidente leve. Pero cuando la experiencia nos causa trauma, hablar no solamente no cura, sino que tener que hablar de un evento que nos causó trauma y que aún no está reprocesado, puede llevarnos a reexperimentarlo y sufrir revictimización, es decir, acrecentamos el trauma.
Si has ido a terapia y sientes que no te ha ayudado, o incluso salías peor de como entrabas, es que el enfoque terapéutico no era el adecuado. Habrá psicólogos que te intenten convencer de que cualquier terapia vale para cualquier problema. Esto no es cierto. La verdad es que hay pocas terapias que sirvan para reprocesar el trauma. En otra entrada de mi blog ya hablé de estas terapias, como EMDR y la psicoterapia Sensoriomotriz.
Otra de las razones por las que las personas no hacen terapia es porque les han recetado una medicación que les sirve para paliar los síntomas, y con la que pueden llevar una vida más o menos normal. La medicación no soluciona el problema en ningún caso, y la prueba está en que cuando dejamos de tomarla los síntomas vuelven, a veces con más ímpetu. Puede darse el caso de personas a las que les han recetado un medicamento diferente para cada síntoma, con lo que se encuentran con que tienen que tomar 14 o 15 pastillas diferentes para llevar una vida “normal”. El trauma sigue estando ahí y necesita expresarse de alguna forma, por lo que, cuanta más medicación tomemos, más medicación necesitaremos; el trauma encontrará algún resquicio nuevo por el que poder expresarse, como las fugas de agua en un tejado. Y por más parches que pongamos, el trauma seguirá saliendo por alguna parte.
Resumiendo, muchas personas no se ven capaces de hablar de sus problemas, y puesto que piensan que hacer terapia es “hablar”, se niegan a hacer terapia porque no quieren sufrir, y recordar y verbalizar lo que les ocurrió les aporta sufrimiento.
Desgraciadamente aún no ha llegado a la población la información sobre las terapias reprocesadoras de trauma. La ventaja de estas terapias es que no hace falta hablar. Y en caso de que sea necesario hablar, se hace de una forma que queda reprocesado a medida que la persona lo verbaliza, de forma que deja de doler en pocos minutos.
EMDR
EMDR se basa en la estimulación bilateral que acaba uniendo ambos hemisferios cerebrales. Integra las partes disociadas de nuestro cerebro, trayendo al consciente las experiencias traumáticas olvidadas, o bien reprocesando sin más las que sí se recuerdan. Originalmente EMDR se diseñó para traer al consciente aquello que se olvidó, pero ahora se usa para reprocesar los recuerdos conscientes también. Esta terapia trabaja “en tiempo real”, es decir, tratamos aquellos que duele en el momento, y al terminar la sesión, ha dejado de doler, y el paciente se va a casa tranquilo, habiendo dejado aquello en el pasado, donde le corresponde.
La psicoterapia Sensoriomotriz de Carl Rogers, por su parte, trabaja en el trauma que ha quedado anclado en el cuerpo. Antes hablábamos de las enfermedades que causa el trauma; el cuerpo y la mente están unidos, todo lo que sufre nuestro psiquismo lo sufre nuestro cuerpo y al revés. Todo el mundo sabe ya lo que es la somatización. Así pues, se puede hacer un abordaje de arriba hacia abajo, es decir, reprocesando desde el cerebro y afectar al cuerpo, o un abordaje de abajo hacia arriba, es decir, trabajar con el cuerpo y afectar al cerebro.
¿Y cuánto tiempo tengo que estar en terapia?
Proporcionalmente mucho menos que con cualquier otro tipo de terapia. Para saber cuánto tiempo hay que estar en terapia hay que tener en cuenta cuánto tiempo ha pasado desde los hechos traumáticos, la voluntad de cambio que tenga la persona, la gravedad de los hechos, si hablamos de un trauma único o de un trauma recurrente, como en los abusos sexuales, y otras variables. La gran ventaja de estas terapias es que tú mismo sientes y experimentas los avances en cada sesión, sin necesidad de esperar años para ver resultados, lo que te anima mucho a continuar y te motiva. Podrás sentir que tu problema es salvable y que puedes con ello.
¿Estas terapias son compatibles con la medicación?
Sí, lo son. No es recomendable que dejes de tomar la medicación a voluntad solo porque estás haciendo una terapia nueva, pero sí es verdad que tu propio cerebro te irá pidiendo cada vez menos medicación, porque aquello que causa el problema queda reprocesado. Al final te verás libre de medicamentos porque estarás libre de trauma.
¿Y por dónde empiezo?
Asegúrate de que tu psicólogo sabe tratar aquello que deseas tratar, duelo, trauma leve, trauma grave, apego, etc. Si vas a tratarte el trauma, asegúrate de que el terapeuta sea psicólogo de verdad, y que sea experto en trauma. El pseudo-terapeuta, el gurú de la nueva era o el curandero no te va a ayudar a reprocesar algo que ni sabe cómo diagnosticar. Y el psicólogo que sirve para todo es poco fiable.
Ánimo y adelante con coraje.
Susana C.
http://www.psicologiadeltrauma.com/